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CUENTO DEL CANARIO, LAS PINZAS Y LOS TRES MUERTOS


Enviado por   •  2 de Febrero de 2019  •  Reseñas  •  691 Palabras (3 Páginas)  •  982 Visitas

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Jorge Ibargüengoitia

(Guanajuato, Mexico,1928-Madrid,1983)

CUENTO DEL CANARIO, LAS PINZAS Y LOS TRES MUERTOS.

La ley de Herodes y otros cuentos (1967)

  1. El canario

A pesar de estar a veinte metros de una calle, muy transitada, mi casa estuvo rodeada de terrenos selváticos, convirtiéndose en basureros, refugio de mendigos y lecho de parejas.

Los hechos que culminaron con el robo del canario son los siguientes: Una noche estaba yo en la sala de mi casa, en compañía de mi madre, cuando sentí que alguien estaba escalando el muro de mi casa.

-Ha de ser un gato dijo mi madre.

Subí al segundo piso y en la oscuridad distinguí a un individuo, le toqué el hombro impacientemente:

-Vamos de aquí le dije.

-Es que subí a dormir aquí, porque abajo está muy húmedo el piso.

-No me importa que el piso este húmedo. ¡Vámonos de aquí!

Seis meses después. Yo había dejado abiertas las ventanas de mi cuarto y había salido. Mi familia afirma que, podrían oírse pasos en el tejado. Cuando decidieron investigar que estaba ocurriendo. Vieron que alguien había vaciado mi guardarropa.

El síguete robo fue mucho más espectacular. Eran las tres de la tarde, yo estaba en la cocina, cuando vi que un gancho de alambre entraba al patio de servicio y descolgaba la jaula del canario y desaparecía.

  1. Las Pinzas.

Un mendigo de pelo cano y panzón vino a mi casa a pedir un taco. Fui a la cocina y le puse unas medias noches y se las di.

Cuando llegaron los primeros fríos de invierno, vino el gordo a mi casa: - ¿No tendrá una cobija vieja que me regale? Le di unos pantalones y unos zapatos. Desde ese día, tomo la costumbre de venir a casa, una vez a la semana a las 7 de la semana.

Un día lo vi, afuera de una obra que estaba enfrente de mi casa, y en un momento en que los albañiles se descuidaron, se robo unas pinzas, se las echo a la bolsa, cruzo la calle y toco la puerta de mi casa. Cuando abrí la puerta, saco las pinzas de la bolsa y me las dio.

-Patrón permítame que le haga un regalito.

El truco me conmovió tanto, que le di cinco pesos y guardé las pinzas.

  1. Los tres muertos.

El primero: Fue un albañil, que tenía la pierna chueca, llamado Ramón, meses después de verse ido el, regreso la mujer llorosa, a pedir 50 pesos para la caja, la mujer prometió traer la foto que le habían tomado a Ramón ya muerto.

Pasaron los años. Cada vez que la camelia daba una flor, mi madre decía.

- ¡Pobre Ramón, ya en le otro mundo!

El arquitecto la miro perplejo.

- ¿Cómo que, en el otro mundo, si está trabajando conmigo?

El segundo: Un viejo jardinero, con el mal del pinto, siempre venia acompañado, de un indio grandote, él le ayudaba en el trabajo pesado. Un día regreso el pinto temblando y apenas podía hablar. ¡Un coche atropello a mi compañero! Tiempo después dijo que avía muerto.

El tercero: fue ficticio José Zamora un plomero muy hábil. Venia con una bicicleta, estuche de herramientas y su hijo el cual le servía de ayudante.

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