Colorín Colorado éste Cuento Aun No Ha Acabado

Los libros son maravillosos, plagados de lecciones valiosas que nutren el alma, incrementan nuestro acervo, y estimulan nuestro criterio. Colorín colorado este cuento aún no se ha acabado es una historia que se centra en la fantasía pero que toca temas profundos y, a su vez, muy comunes, en el siguiente escrito expresaré mis pensamientos sobre la obra literaria de Odín Dupeyrón. La existencia, tan efímera como una pluma que cae, siendo arrullada por el viento, está plagada de adversidades, de todos tamaños, formas, magnitudes, que, si bien algunas son minúsculas, fáciles de superar, pasajeras, mientras que otras acechan la vida, morando en lo más recóndito de nuestro ser, las miramos como simples mortales indefensos ante colosal bestia, paralizados por el miedo.

Así pues, comienza la aventura de una princesa de nombre Odái, que vivía en una torre custodiada por el dragón del miedo, y que decide salir de su confinamiento para entender lo que sucedía más allá de los barrotes negros de la torre y cuestionando al narrador se aventura. Los humanos tendemos a refugiarnos en espacios, por así decirlo, que nos protegen de aquello que desconocemos, y, también, de lo que es aparentemente conocido pero no queremos experimentar, la representación de la zona de confort en la que muchos viven, descrita como una torre, y el miedo personificado en una bestia, nos hace reflexionar todas y cada una de las veces que hemos sentido ese temor de correr hacia lo desconocido y ver todo aquello que hemos estado ignorando por temor. Vale la pena cuestionarse ¿A qué le tengo miedo? Y la respuesta es sencilla, al fracaso.

Estamos acostumbrados a ver el fracaso como algo totalmente negativo, y si bien en algunos casos el fracaso puede que sea catastrófico, siempre podemos obtener algún aspecto positivo de ello. Aquello a lo que llamamos vida está colmada de fracasos, y, a veces son tan grandes que forman cráteres gigantescos de los cuales nos cuesta salir, y una vez fuera de el vivimos con el temor de volver al fracaso, sumergirnos en la agonía de la derrota y simplemente desistimos.

Nos confinamos en lo alto de una torre viendo el tiempo pasar, justificándonos una y otra vez, razón tras razón de porque no debería abandonar mi zona de confort, mirando a nuestros propios miedos, tan grandes como una bestia, y regresando la mirada hacia la poca vista que tienen los barrotes negros. Es cierto que, sentir miedo en algunas ocasiones nos protege de los peligros que existen, y la osadía no es siempre una forma de solucionar ciertas situaciones. pero, no todo lo que brilla es oro; no todos los obstáculos son tan difíciles de superar, y no todos los problemas son tan complicados de resolver, así como el dragón no era lo que parecía. Debemos entender que para ver las cosas que se encuentran allá donde se pierde la mirada tenemos que enfrentar nuestros propios temores, dejar a un lado el fracaso y salir en busca de

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