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EL México que José Vasconcelos planteó

y el contraste con la realidad

En 1910, cuando el horizonte de la patria anunciaba nuevos y convulsionados tiempos, la Escuela Nacional Preparatoria se vistió de luces por última vez. En el anfiteatro Simón Bolívar –construido pocos años antes–, ante Porfirio Díaz, y Don Justo Sierra, ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes presidió el acto con el cual fue reabierta la célebre Universidad de México.

Con la Revolución mexicana la nación sufrió transformaciones profundas, la Escuela Nacional Preparatoria cambiaría su viejo lema “amor, orden y progreso” por una nueva identidad que encontró su fundamento en las raíces de lo mexicano y que venía a bordo de los trenes de la Revolución y que posteriormente dieron origen a la Universidad.

Vasconcelos, crítico de la elite dominante así como del reeleccionismo y planteo una lucha hacía la recuperación de las voluntades y de la individualidad de los ciudadanos.

Como hace referencia la introducción en el Prefacio y selección de textos de Javier Sicilia, Vasconcelos pensaba que la universidad no necesita del abrigo de las ciencias ni del financiamiento de las empresas para afirmar su razón de ser, propuso y luchó por hacer llegar el conocimiento hasta las raíces más profundas de la sociedad por medio de las primeras campañas para alfabetizar al interior del pueblo.

Tiempo atrás, el país se había quitado de encima el dominio español pero nunca se liberó de la dependencia mental que en circunstancias como las que tenemos, hacen de la universidad y de la educación superior, una forma de asegurar la producción continúa de grupos dominantes.

El lema que hasta le fecha aparece en el escudo universitario “Por mi raza hablará el espíritu” fue creado por Vasconcelos en 1911, a pesar que sólo un año fungió como Rector de la Universidad y tres como Secretario de Educación Pública no sólo dejó una verdadera universidad y unificó la educación en México, si no que devolvió el espíritu humanista e independiente, a una institución dedicada al saber y al servicio de la crítica y de la cultura.

Es un hecho que sin las creencias y bases que nos dejó, tal vez no hubiesen existido luchas democráticas y sociales, especialmente en el ámbito educativo ni se hubiese propiciado como producto de la autonomía de la universidad, ejercer libertad de pensamiento y permitir la influencia de diversas corrientes de pensamiento y cultura.

Actualmente y analizando los antecedentes de la educación y de la Universidad, urge una reforma educativa que retome los planteamientos de Vasconcelos y contemporáneos, de los cuales Javier Sicilia resume lo siguiente:

“Conservar la cultura y difundirla, aumentarla por obre de la investigación y creación, organizar y defender el alma nacional,

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