Crítica a La casa de Bernarda Alba de Calixto Bieito

Crítica a La casa de Bernarda Alba de Calixto Bieito

La casa de Bernarda Alba es la última obra dramática de Fernando García Lorca. Esta, como muchas otras gran obras clásicas del teatro español, ha sido representada incontables veces y dirigidas por diversos directores, cada uno innovando o haciendo la obra suya a su manera. Calixto Bieito es uno de ellos. Este ha conseguido representar una Bernarda extremadamente fiel a la obra original de la manera más austera posible, firmando con su nombre al añadir un nuevo elemento una trapecista; una mujer, interpretada por Marisa Prada, que cuelga desnuda de una maroma, como símbolo de un universo surrealista a través de una imagen que sugiriera la mujer badajo: "Como mujer golpeada contra un muro que entronca con la figura de la Adela ahorcada. Es decir, nos ha querido mostrar desde el momento en que la obra empieza el desenlace dramático de esta. No solo esto sino que se nos ha mostrado una Bernarda femenina, que juega con la sensualidad (como cuando Adela enseña los pechos llena de penuria por no poder salir a lucir su vestido verde). El director justifica su elección: "Quería una Bernarda sensual y femenina, para que el espectáculo estuviera impregnado de líquidos. Necesitaba una mujer vital, una Bernarda de Puerto Hurraco que bregara como un hombre sin ser una marimacho, sólo fuerte y femenina", señala Bieito.

No solo se debe de alabar al director pues el equipo técnico ha hecho un gran trabajo con la luminotecnia, utilizando un estilo de blanco negror (por Alfons Flores) que representaba nada más que los conceptos de la vida y la muerte. No solo la iluminación, sino también la música, la ambientación y el vestuario están muy conseguidos, dándonos una imagen clara y certera de lo que sería vivir una situación como aquella. Cabe destacar, desde mi punto de vista, la escena donde los hombres aparecen en el patio, pues la luminotecnia y el equipo de sonido trabajan en perfecta harmonía junto con la actuación de las actrices, que nos muestran la desesperación de su situación.

La escenografía no se han quedado atrás en la representación pues, aunque austera, ha conseguido dar espacio y tiempo (a este se le suman la iluminación y el audio como la noche o las campanas) a cada escena. Además ha sabido solventar el problema del reparto, pues en una escena aparecen (según la obra original) 200 mujeres, que Bieito ha sabido representar, inteligentemente, con un gran número de sillas colgando del escenario y con una iluminación y  tenue, y velos de luto, que no permitían distinguir quien de los personajes hablaba (para que así las actrices que hacían de Bernarda y sus hijas pudiesen doblar a su vez a las mujeres).

En relación a la interpretación se ha de decir que el reparto, formado por Concha Redondo, Gloria Muñoz, Roser Camí, Martirio, Magdalena y Mónica López, Maife Gil y Jesusa Andany; ha hecho un trabajo magnífico al interpretar a los personajes. No solo se ha mostrado un Bernarda pasional, llena de emociones fuertes que las actrices han sabido mostrar con naturalidad, sino que se podía palpar la desesperación de las hermanas por escapar de su tormento, la locura de María Josefa (quien a pesar de ser un personaje secundario ha destacado por su maravillosa interpretación a manos de Concha Redondo), y la negación de Bernarda por aceptar la realidad. Sin duda una actuación sublime y digna de representar una obra tan importante como esta.

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