Daniel pennac
Carlos VanegazEnsayo10 de Abril de 2017
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En estos tiempos donde la tecnología avanza cada cinco minutos, la gente se ha olvidado del más importante de los recursos aquel que en algún momento fue tratado como un dios: la lectura, aquella que nos dio tantos instantes gratos en nuestras vidas, nos llenó de alegría, nos entrenó por así decirlo en el arte de la comunicación, si usted está leyendo esto en este preciso instante dele las gracias a un libro de que sabe leer. Pero en algún momento de la historia se nos olvidó reconocerle eso y por el contrario entramos en un conflicto con los libros, y esta pelea contra ellos la combatimos con el poder de la indiferencia hacia ellos, esta fue la razón por la cual Daniel Pennac creó su libro “como una novela”, dicho en sus palabras: “En realidad, no es un libro de reflexión sobre la lectura, sino una tentativa de reconciliación con el libro” . Y pienso que no hay nada mejor que restablecer el vínculo entre hombre y texto, acabar esta guerra que tanto daño nos ha hecho.
Hablando en términos de ajedrez, la lectura sería el rey blanco, aquel “soberano sabio” que con sus palabras nos transmite la sabiduría, y conocimiento, seguramente a estas alturas usted se habrá preguntado: ¿Quién es el enemigo de los libros?, ¿nosotros?, pues déjeme decirle que no, los humanos no somos más que el tablero de ajedrez, donde el albar dios lucha contra otra deidad, este objeto que los jóvenes de ahora han elevado al grado de divinidad es más conocido como televisión, esta máquina que tiene la mente de los niños y adolescentes bajo su control, pero acaso este es el único enemigo de la lectura; No lo es ,de hecho con el paso del tiempo han ido aumentado los rivales de la lectura, o sea ha crecido el número de aliados del rey oscuro, hasta Pennac lo ha dicho: “Y cuando no es el proceso de la televisión o el consumo a secas, es el de la invasión electrónica; Y cuando no es la culpa de los juguetitos hipnóticos, es de la escuela: el aprendizaje aberrante de la lectura, el anacronismo de los programas, la incompetencia de los maestros, lo viejas que son las instalaciones, la escases de bibliotecas. ¿Qué más falta? ¡Ah, sí, el presupuesto del ministerio de cultura… una miseria! Y la parte infinitesimal reservada al “Libro” en esta dotación microscópica. ¿Cómo pretendes que, en estas condiciones, mi hijo, mi hija, nuestros hijos, la juventud, lean? “ , pero esto a mi parecer no es más que una gran farsa, el no tomar un libro es por culpa de nosotros mismo de nadie más, si usted quiere leer, pues lea quien es su vida y mente la que están en juego en la lucha entre los dioses.
Pero como dice el dicho “todo en la vida tiene solución” y el remedio para este problema es el que menciona Pennac en su obra: “El placer de leer”, y esto es coger un libro por voluntad, porque tiene el anhelo de ejercitar su cerebro intoxicado por tantas series, novelas, películas y música que parecen ser entretenidas, pero la verdad es que son dañinas para la salud mental, como decían las mamas o abuelas: “de tanto de ver televisión se le va a pudrir la mente mijo, más bien lea algo” pero para que solo quedarse con la opinión de ellas sobre “la caja hipnotizadora” y la lectura, si podemos tener la de un gran ensayista como lo es Pennac: “Por inhibida que sea, cualquier lectura esta precedida por el placer de leer; y, por su misma naturaleza -este goce de alquimista-, el placer de leer no teme a la imagen, ni siquiera a la televisiva, aun cuando se presente bajo forma de avalancha diaria. Pero si el placer de leer se ha perdido (si, como se dice, a mi hijo, a mi hija, a la voluntad, no les gusta leer), no está muy lejos. Sólo se ha extraviado. Es fácil de recuperar. Claro que hay que saber por qué caminos buscamos, y, para ello, enumerar unas cuantas verdades que no guardan ninguna relación con los efectos de la modernidad sobre la juventud.
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