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Didactica Magna Capitulo I


Enviado por   •  11 de Septiembre de 2014  •  426 Palabras (2 Páginas)  •  562 Visitas

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CAPITULO PRIMERO

EL HOMBRE ES LA CRIATURA POSTRERA, LA MÁS ABSOLUTA,

LA MÁS EXCELENTE DE TODAS LAS CRIATURAS

1. Al pronunciar Pittaco, en la antigüedad, su famoso nosce te ipsum, (conócete a ti mismo),

acogieron los sabios con tanto entusiasmo dicha sentencia, que para entregarla a la plebe afirmaron

que había descendido del cielo, y cuidaron de que fuera inscripta con letras de oro en el frontispicio

del Templo de Apolo en Delfos, adonde concurría gran multitud de hombres. Fue prudente y

piadoso proceder, pues aunque en realidad era una ficción, se encaminaba a la verdad, que es más

clara para nosotros que para ellos.

2. ¿Qué es sino una voz celestial la que resuena en la Sagrada Escritura, diciendo: ¡Oh, hombre, si

me conocieras, te conocerías? Yo, la fuente de la eternidad, de la sabiduría, de la bienaventuranza;

tú, mi hechura, mi imagen, mi delicia.

3. Te elegí como compañero mío en la eternidad, dispuse para tu uso el cielo, la tierra y todo cuanto

contienen, reuní en ti solo cuanto brilla en cada una de las demás criaturas: la esencia, la vida, el

sentido y la razón. Te elegí sobre todas las obras de mis manos; subyugué a tus plantas todas las

cosas: ovejas, bueyes, bestias del campo, aves del cielo y peces del mar; por igual razón te coroné

de gloria y honor. (Salmo 8.) Finalmente, para que nada faltase, me uní a ti, yo mismo, en

hipostático lazo, juntando eternamente mi naturaleza a la tuya, como no acaece a ninguna de las

criaturas ni visibles ni invisibles. ¿Hay alguna criatura ni en el cielo ni en la tierra que pueda

gloriarse de tener a Dios revelado en su carne y mostrado a los Ángeles (1, Tim., 3. 16), no sólo

para que estupefactos vean al que deseaban ver (1. Pet., 1. 12), sino para que adoren a Dios,

manifestado en carne, al hijo de Dios y del hombre? (Hebr., 1, 6, Juan, 1, 52, Mat. 4. 11.) Entiende,

pues, que tú eres el colofón absoluto de mis obras, el admirable epitome, el Vicario entre ellas y

Dios, la corona de mi gloria.

4. ¡Ojalá todas estas cosas queden esculpidas,

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