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Don Quijote de la Mancha. Miguel de Cevantes

hugopanquevaReseña21 de Noviembre de 2012

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Miguel de Cervantes

El ingenioso hidalgo don quijote de la Mancha

Parte I

Don Quijote de la Mancha Parte I

Miguel de Cevantes

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Tasa

Yo, Juan Gallo de Andrada, escribano de Cámara del Rey, nuestro señor, de los que residen en

su Consejo, certifico y doy fe que, habiendo visto por los señores dél un libro intitulado El

ingenioso hidalgo de la Mancha, compuesto por Miguel de Cervantes Saavedra, tasaron cada

pliego del dicho libro a tres maravedís y medio el cual tiene ochenta y tres pliegos, que al dicho

precio monta el dicho libro docientos y noventa maravedís y medio, en que se ha de vender en

papel; y dieron licencia para que a este precio se pueda vender, y mandaron que esta tasa se

ponga al principio del dicho libro, v no se pueda vender sin ella. Y para que dello conste, di la

presente en Valladolid, a veinte días del enes de deciembre de mil v seiscientos v cuatro años.

JUAN GALLO DE ANDRADA

Testimonio de las erratas

Este libro n« tiene cosa digna que no corresponda a su original: en testimonio de lo haber

correcto di esta fe. En el Colegio de la Madre de Dios de los Teólogos de la Universidad de Alcalá,

en primero de diciembre de 1604 años.

EL, LICENCIADO FRANCISCO MURCIA DE LA LLANA

EL REY

Por cuanto por parte de vos, Miguel de Cervantes, nos fue fecha relación que habíades

compuesto un libro intitulado El ingenioso hidalgo de !a Mancha, el cual os había costado mucho

trabajo y era muy útil y provechoso, nos pedistes y suplicantes os mandásemos dar licencia y

facultad para le poder imprimir, y previlegio por el tiempo que fuésemos servidos, o como la

nuestra merced fuese; lo cual visto por los del nuestro Consejo, por cuanto en el dicho libro se

hicieron las diligencias que la premática últimamente por nos fecha, sobre la impresión de los

libros, dispone; fue acordado que debíamos mandar dar esta nuestra cédula para vos, en la dicha

razón, y nos tuvímoslo por bien. Por la cual, por os hacer bien y merced, os damos licencia y

facultad para que vos, o la persona que vuestro poder hubiere; y no otra alguna, podáis imprimir

el dicho libro, intitulado El ingenioso hidalgo de la Mancha, que desuso se hace mención, en todos

estos nuestros reinos de Castilla, por tiempo y espacio de diez años, que corran y se cuenten

desde el dicho día de la data desta nuestra cédula; so pena que la persona o personas que, sin

tener vuestro poder, lo imprimiere o vendiere, o hiciere imprimir o Vender, por el mesmo caso

pierda la impresión que hiciere, con los moldes y aparejos della, y más incurra en pena de

cincuenta mil maravedís, cada vez que lo contrario hiciere. La cual dicha pena sea la tercia parte

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Miguel de Cevantes

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para la persona que lo acusare, y la otra tercia parte para nuestra Cámara, y la otra tercia parte

para el juez que lo sentenciare. Con tanto que todas las veces que hubiéredes de hacer imprimir el

dicho libro, durante el tiempo de los dichos diez años, le traigáis al nuestro Consejo, juntamente

con el original que en él fue visto, que va rubricado cada plana y firmado al fin del de Juan Gallo

de Andrada, nuestro escribano de Cámara de los que en él residen, para saber si la dicha

impresión está conforme el original; o traigáis fe en pública forma de como por corretor nombrado

por nuestro mandado, se vio y corrigió la dicha impresión por el original, y se imprimió conforme

a él, y quedan impresas las erratas por él apuntadas, para cada un libro de los que así fueren

impresos, para que se tase el precio que por cada volume hubiéredes de haber. Y mandamos al

impresor que así imprimiere el dicho libro, no imprima el principio ni el primer pliego dél, ni

entregue más de un solo libro con el original al autor, o persona a cuya costa lo imprimiere, ni

otro alguno, para efeto de la dicha corrección y tasa, hasta que antes y primero el dicho libro esté

corregido y tasado por los del nuestro Consejo; y estando hecho, y no de otra manera, pueda

imprimir el dicho principio y primer pliego, y sucesivamente ponga esta nuestra cédula y la

aprobación, tasa y erratas, so pena de caer e incurrir en las penas contenidas en las leyes y

premáticas destos nuestros reinos. Y mandamos a los del nuestro Consejo y a otras cualesquier

justicias dellos, guarden y cumplan esta nuestra cédula y lo en ella contenido. Fecha en

Valladolid, a veinte y seis días del mes de setiembre de mil y seiscientos y cuatro años.

YO EL REY

Por mandado del Rey nuestro señor:

JUAN DE AMEZQUETA

Al duque de Béjar

MARQUÉS DE GIBRALEÓN, CONDE DE BENALCÁZAR Y BAÑARES,

VIZCONDE DE LA PUEBLA DE AECOCER, SEÑOR DE LAS VILLAS

DE CAPILLA, CURIEL Y BURGUILLOS

En fe del buen acogimiento y honra que hace Vuestra Excelencia a toda suerte de libros, como

príncipe tan inclinado a favorecer las buenas artes, mayormente las que por su nobleza no se

abaten al servicio y granjerías del vulgo, he determinado de sacar a luz al Ingenioso Hidalgo don

Quijote ele la Mancha, al abrigo del clarísimo nombre de Vuestra Excelencia, a quien, con el

acatamiento que debo a tanta grandeza, suplico le reciba agradablemente en su protección, para

que a su sombra, aunque desnudo de aquel precioso ornamento de elegancia y erudición de que

suelen andar vestidas las obras que se componen en las casas de los hombres que saben, ose

parecer seguramente en el juicio de algunos que, no continiéndose en los límites de su ignorancia,

suelen condenar con más rigor y menos justicia los trabajos a jenos~ que, poniendo los ojos la

prudencia de Vuestra Excelencia en in] buen deseo, tío que no desdeñará la cortedad de tan

humilde servicio.

MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA

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Miguel de Cevantes

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Prólogo

Desocupado lector: sin juramento, me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del

entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse.

Pero no he podido yo contravenir la orden de naturaleza, que en ella cada cosa engendra su

semejante. Y así, ¿qué podría engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío sino la historia de

un hijo seco, avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginados de otro

alguno, bien como quien se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y

donde todo triste ruido hace su habitación? El sosiego, el lugar apacible, la amenidad de los

campos, la serenidad de los cielos, el murmurar de las fuentes, la quietud del espíritu, son grande

parte para que las musas más estériles se muestren fecundas y ofrezcan partos al inundo que le

colmen de maravilla y de contento. Acontece tener un padre un hijo feo y sin gracia alguna, y el

amor que le tiene le pone una venda en los ojos para que no vea sus faltas, antes las juzga por

discreciones y lindezas, y las cuenta a sus amigos por agudezas y donaires. Pero yo, que, aunque

parezco padre, soy padrastro de don Quijote, no quiero irme con la corriente del uso, ni suplicarte

casi con las lágrimas en los ojos, corno otros hacen, lector carísimo, que perdones o disimules las

faltas que en este mi hijo vieres, pues ni eres su pariente ni su amigo, y tienes tu alma en tu

cuerpo y tu libre albedrío como el más pintado, y estás en tu ,:asa, donde eres señor de ella, como

el Rey de sus alcabalas, y sabes lo que comúnmente se dice, que debajo de mi manto al Rey mato.

Todo lo cual te exenta y hace libre de todo respeto y obligación, y así puedes decir de la historia

todo aquello que te pareciere, sin temor a que te calumnien por el mal ni te premien por el bien

que dijeres della.

Sólo quisiera dártela monda y desnuda, sin el ornato de prólogo, ni de la innumerabilidad y

catálogo de los acostumbrados sonetos, epigramas y elogios que al principio de los libros suelen

ponerse. Porque te sé decir que, aunque me costó algún trabajo componerla, ninguno tuve por

mayor que hacer esta prefación que vas leyendo. Muchas veces tomé la pluma para escribirla, y

muchas la dejé, por no saber lo que escribiría; y estando una suspenso, con el papel delante, la

pluma en la oreja, el codo en el bufete y la mano en la mejilla, pensando lo que diría, entró a

deshora un amigo mío, gracioso y bien entendido, el cual, viéndome tan imaginativo, me preguntó

la causa; y no encubriéndosela yo, le dije que pensaba en el prólogo que había de hacer a la

historia de don Quijote, y que me tenía de suerte, que ni quería hacerle, ni menos sacar a luz las

hazañas de tan noble caballero.

-Porque ¿cómo queréis vos que no me tenga confuso el qué dirá el antiguo legislador que

llaman vulgo, cuando vea que al cabo de tantos años como ha que duermo en el silencio del

olvido, salgo ahora, con todos mis años a cuestas, con una leyenda seca como un esparto, ajena

de invención, menguada de estilo, pobre de conceptos, y falta de toda erudición y doctrina, sin

acotaciones en las márgenes y sin anotaciones

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