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EL PRINCIPE


Enviado por   •  29 de Enero de 2012  •  2.805 Palabras (12 Páginas)  •  433 Visitas

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EL PRINCIPE

NICOLAS MAQUIAVELO

DE LAS DISTINTAS CLASES DE PRINCIPADOS Y LA FORMA DE ADQUIRLAS

Maquiavelo expone primeramente que solo existen republicas y principados y que los principados son hereditarios cuando una misma familia ha reinado en ellos o son nuevos como lo fue MILAN bajo Francisco Sforza, o son como agregados al estado hereditario del príncipe que los adquiere. A vivir bajo un príncipe o a ser libres, y se adquieren por las armas propias o por las ajenas , o por la suerte o por la virtud.

DE LOS PRINCIPADOS HEREDIATARIOS

En primer lugar es mas fácil conservar un estado hereditario, ya que esta acostumbrado a una dinastía, que a uno nuevo, pues basta con no alterar el orden establecido por lo príncipes anteriores y contemporizar después con los cambio que puedan producirse. Así si el príncipe es de mediana inteligencia se mantendrá en el estado, a menos que una fuerza arrolladora lo saque de ahí y aunque así sucediese solo tendría que esperar para reconquistar, solo tendría que esperar a que el usurpador sufriera el primer tropiezo.

Porque el príncipe natural tiene menos razones y menor necesidad de ofender, así que es lógico que sea mas amado y a menos que vicios excesivos le atraigan el odio, es razonable que le quieran con naturalidad.

DE LOS PRINCIPADOS MIXTOS

Las dificultades existen en los principados nuevos y si no es nuevo del todo, sería como miembro agregado a un principado anterior, entonces seria mixto.

La principal dificultad es de que los hombres cambian con gusto de señor, creyendo mejorar, esta creencia los impulsa a tomar las armas contra el que era su señor.

En lo cual se engañan pues luego la experiencia les enseña que han empeorado.

Esto resulta de una necesidad natural y común que hace que su nuevo señor ofenda a sus nuevos súbditos, con tropas o con mil vejaciones que el acto de conquista lleva consigo.

Así el nuevo príncipe tiene por enemigos a todos los que ha ofendido al ocupar el principado y no puede conservar como amigos a los que lo han ayudado porque no puede satisfacerlos como ellos esperan, y como los estas obligando tampoco puedes emplear medicinas fuertes contra ellos porque aunque tenga ejércitos poderosísimos siempre tendrá necesidad de los provincianos para poder tomar la provincia.

Por estas razones Luis XII, Rey de Francia, ocupo rápidamente a Milan y rápidamente la perdió, porque los pueblos que le habían abierto las puertas al verse defraudados en las esperanzas de un buen futuro habían abrigado, no podían soportar con resignación las imposiciones del nuevo príncipe.

Bien es cierto que los territorios rebelados se pierden con más dificultad cuando se conquistan por segunda vez, porque el señor aprovechándose de la rebelión , vacila menos en asegurar su poder castigando a los delincuentes, vigilando a los sospechosos y reforzando las partes más débiles.

Los estados que al adquirirse se agregan a uno mas antiguo y que son de la misma provincia y lengua, son más fáciles de conservar sobre todo cuando no están acostumbrados a vivir libres, y para afianzarse del poder basta con borrar la línea del príncipe que los gobernaba, y siempre que se respeten sus costumbres y las ventajas de que gozaban, los hombres permanecerán sosegados.

Y quien adquiera un principado y desee conservarlo deberá tener dos cuidados: primero, que la descendencia del anterior príncipe desaparezca; después que ni sus leyes ni sus tributos sean alterados. Y se verá que en brevísimo tiempo el principado adquirido pasa a constituir un solo y mismo cuerpo con el principado conquistador.

Pero cuando se adquieren Estados en una provincia con idioma, costumbres y organización diferentes, surgen las dificultades y para conservarlos se hace preciso que la persona que lo adquirió fuese a vivir en ellos pues esto haría más segura y más duradera la posesión.

Pues de esta manera se ven nacer los desordenes y se pueden reprimir con prontitud y viviendo en otra parte cuando se entera ya es demasiado tarde, además los representantes del príncipe no pueden saquear la provincia, y los súbditos están más satisfechos porque pueden recurrir a él fácilmente y así tienen más oportunidad para amarlo si es bueno o para temerle si actúa de otra manera, asi que si habita en el principado adquirido con mucha dificultad podría perderlo.

Otro buen remedio es mandando colonia a uno o dos lugares que sean como llaves de aquel estado, porque es preciso hacer esto o mantener numerosas tropas. En las colonias no se gasta mucho y y con pocos gastos se les gobierna y conserva, y solo se perjudica a aquellos a quienes se le arrebatan los campos y las casas para darlos a los nuevos habitantes, y como a quienes se les quita son pobres y andan dispersos, no significan peligro y en cuanto a los demás, como no tienen motivo para sentirse perjudicados y temen incurrir en faltas y exponerse a que les suceda lo mismo que a los despojados, se quedan tranquilos.

Ha de notarse, que a los hombres hay que conquistarlos o eliminarlos, porque si se vengan de las ofensas leves, de las graves no pueden; así que la ofensa que se haga al hombre debe ser tal, que le resulte imposible vengarse.

(ESTO SERIA O LO CONQUISTAS O MATALO)

Si en vez de las colonias se emplea la ocupación militar, el gasto es mucho mayor, porque el mantenimiento de la guardia absorbe las rentas del Estado y la adquisición se convierte en perdida.

La ocupación militar es, desde cualquier punto de vista, tan inútil como útiles son las colonias.

El príncipe que anexe una provincia de costumbres, lengua y organización diferentes de las suyas, debe convertirse en paladín y defensor de los vecinos menos poderosos e ingeniarse para debilitar a los de mayor poderío y cuidarse de que bajo ningún pretexto, entre en su estado un extranjero tan poderos como el, porque siempre sucede que el recién legado se pone de parte de aquellos que, por ambición o por miedo, están descontentos de su gobierno,

Lo que ocurre es que no bien un extranjero poderos entra en una provincia, se le adhieren todos los que sienten envidia del que es mas fuerte entre ellos, de modo que el extranjero no necesita gran fatiga para ganarlos a su causa, ya que en seguida y de buena gana forman un bloque con el estado invasor.

Solo tiene que preocuparse de que después sus aliados

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