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ENSAYO: "EL HUECO ESTABA EN SANTUARIO"

alejathrash30 de Julio de 2012

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“LA DAMA DE LAS SOMBRAS”: UN VICIO INSACIABLE

En algunas culturas se cree que todo tiempo pasado fue mejor, pero en la cultura colombiana este dicho no se aplica, pues para quienes tuvieron su infancia durante los años de violencia entre los partidos políticos, esa invaluable etapa se vió marcada por una mancha indeleble que ni siquiera el tiempo ni la distancia pudieron quitar. Fue así como se borraron varias creencias, como que se debía morir de viejo, que la muerte era un motivo de luto, y que la vida era lo más valioso para un ser humano, esta última fue la que más rápido se perdió, debido a la constante exposición de los pequeños a una realidad cruda y medida por la rapidez para sacar un machete.

Así era la vida en la Colombia de los años 50, todo malentendido se solucionaba con un balazo, no había tiempo de explicaciones, sobrevivir dependía de la agilidad de los involucrados, ver a una familia entera decapitada frente a su casa era algo tan común como que después de huir por un largo tiempo y a las 30 horas de haber regresado, la bienvenida era en el cementerio dentro de un cajón adornado con flores marchitas y acompañado por 3 personas valientes, pues el resto de la familia ya había sido asesinada. Esto no era algo de un solo pueblo, no tenía fronteras ni límites, pues ni siquiera quienes huían tenían una gota de tranquilidad en sus cuerpos.

Fue así como transcurrió la niñez de muchos colombianos, atrapados en medio de conflictos familiares, disputas callejeras, deudas saldadas, venganzas personales y morgues improvisadas frente a sus patios de recreo, el aire de la muerte se encontraba hasta en el lugar más sagrado. Muchos de ellos partieron para asegurarse unos años más de vida, pero con la seguridad y el temor de que esa cita ya estaba pactada y tendría lugar en cualquier momento, sin importar cuanto tiempo huyeran de ella, llevándose a su paso familias, legados y la pequeña esperanza de un tan anhelado fin.

Para muchos historiadores como el Dr. Luis Brito y el escritor Ricardo Capa, este comportamiento primitivo y violento tiene su origen en la conquista de América, ya que gran parte de los hombres que acompañaron a Colón en su expedición eran delincuentes que provenían de Palos y de Huelva, las más terribles prisiones españolas, quienes tan pronto pisaron tierra empezaron a conspirar y delinquir y fueron así creando un “nuevo mundo” para los nativos. Es posible que dichos genes llevaran a una persona a asesinar a su amigo, y a otras a verlo inmóviles por temor a correr su misma suerte, a llenar una ciudad entera de cadáveres en lugar de parques, y a darle prioridad a un racimo de plátanos sobre la vida de un ser humano.

Ya han pasado varios siglos desde aquel entonces, se le ha dado suficiente tiempo a la sangre para eliminar dichos genes, pero tristemente no ha sido así, esos años de violencia indiscriminada y muertes injustificadas obtuvieron validez con las generaciones, se hizo del asesinato un oficio y de la muerte una necesidad, la sociedad se volvió adicta a solucionar sus desacuerdos con armas, volvieron a combatir por su territorio como criaturas sedientas de sangre, manchando sus manos para siempre al perpetuar un legado de venganza e intolerancia. Ahora ya no hay asombro, ya no se respira ese aire lúgubre de maldad, las calles ya no tiñen de rojo y la vida dejó de importar, pues la nariz de quienes viven en ese ambiente está acostumbrada, sus ojos ya no distinguen colores y sus ganas de vivir fueron apagadas lentamente.

Anteriormente cuando alguien recordaba los cincuentas, se refería a ellos como “épocas difíciles”, ahora se sabe que todas han sido iguales y que con el tiempo estas empeoran, pues se le va dando más poder a la violencia y se sigue invitando a “la señora muerte” a

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