El Arte De Formular Preguntas Esenciales
lf_macias10 de Julio de 2015
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El pensamiento indagador es la clave de un aprendizaje significativo pues implica detener un momento el pensamiento para comprender la información que se estudia y además genera más preguntas que permitan al individuo seguir pensando hacia adelante y mejorar su pensamiento. En pocas palabras, la calidad del pensamiento está en la calidad de las preguntas realizadas; a esto se le llama pensamiento socrático pues mediante indagaciones se construyen comprensiones que generan agudeza, prueban nuestra comprensión y dan vida a nuestro pensamiento. Las preguntas pueden dividirse en cuatro categorías de acuerdo a la intención con la que se realizan: analíticas, evaluativas, académicas y de conocimiento propio.
Las preguntas analíticas son resultado de descomponer la estructura del pensamiento para poder cuestionar propósitos, preguntas, información, conclusiones, conceptos, suposiciones, consecuencias o perspectivas. En cualquier caso, las preguntas analíticas pueden ser: de un sistema (con una contestación correcta – generan conocimiento), sin sistema (con una opinión subjetiva – no se puede evaluar la respuesta) y de sistemas en conflicto (generan buenas y malas contestaciones – fomentan el juicio propio). En ese orden, las primeras preguntas responden a disciplinas de ciencias exactas y biológicas, las segundas a la opinión subjetiva personal y las terceras a disciplinas humanísticas. Las primeras dos conllevan ya sea absolutismo dogmático (una contestación correcta) o relativismo subjetivo (todo es asunto de opinión), mientras que las terceras propician un juicio razonado (consideras diferentes puntos de vista). Se pueden además cuestionar conceptos mediante dos tipos de preguntas: simples (se responden con definición) y complejas (se responden con argumentación). A su vez, existen preguntas que se responden mediante hechos y se llaman empíricas resueltas o sin resolver y pueden ser de igual forma simples o complejas. Al hacer preguntas analíticas aprendemos a tomar decisiones racionales y solucionar problemas que mejoren nuestra calidad de vida sin perjudicar a terceros.
Las preguntas evaluativas nos ayudan a determinar el valor o calidad de algo o alguien mediante respuestas definitivas o que propician juicio razonado. Para evaluar estas respuestas existen ocho criterios a tomar en cuenta: claridad, precisión, exactitud, relevancia, profundidad, extensión, lógica e imparcialidad; de esta forma podemos saber con exactitud qué respuesta buscamos y por ende cómo enfocar la pregunta para obtenerla. Al leer o escribir la persona también puede descomponer la estructura del pensamiento ya sea para comprender mejor las ideas o presentar trabajos escritos claros y bien razonados. Una pregunta evaluativa ayuda también a discernir entre lo que es ético y lo que no lo es, de acuerdo a lo que beneficia o hace daño al entorno; es importante aprender a distinguir las preguntas y respuestas éticas de las leyes, costumbres sociales o creencias teológicas. Se puede evaluar además la intención de una noticia identificando la información que un medio enfatiza y la que descarta o a la que le resta importancia.
Las preguntas académicas críticas permiten a un estudiante armarse para su clase, empleando en primera instancia las ocho estructuras de pensamiento ya mencionadas. De esta forma podrá detectar fortalezas y debilidades de un campo de estudio y llegar al conocimiento por su cuenta. Esta práctica puede aplicarse para cualquier disciplina: científicas (mejor comprensión del mundo físico), social (mejor comprensión de individuos, grupos e instituciones), artística (mejor comprensión de lo “bello” y de la trascendencia de lo “ordinario” a lo “profundo”) y literaria (mejor comprensión de trabajos escritos para aplicarlos a la vida de uno).
Las preguntas de conocimiento propio son aquellas que nos hacemos nosotros para entendernos mejor. Su utilidad
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