El Asesinato Del Profesor De Matemáticas

El asesinato del profesor de matemáticas

Jordi Sierra i Fabra

Relata la historia de tres jóvenes escolares que tenían serios problemas con las matemáticas. Cuando suspendieron el último examen de matemáticas del curso, su profesor Felipe Romero decidió darles una segunda oportunidad. No se trataba de un examen normal, sino de una gymkhana matemática que consistía en ocho problemas a resolver y siete pruebas de ingenio o acertijos encadenados. El objetivo de las pruebas era descubrir al autor del asesinato del profesor, a la vez que los alumnos ponían en funcionamiento sus aptitudes matemáticas, lo cual les permitiría aprobar la asignatura. Todo cambia cuando, al día siguiente de conocer su suspenso en matemáticas, el profesor se presenta ante ellos envuelto en sangre y moribundo diciéndoles que su supuesto asesino le había disparado de verdad y que tenían que detenerle antes de que pudiera escapar. Es aquí cuando se dan cuenta de que si consiguiesen superar el juego no sólo aprobarían la asignatura sino que, ahora también descubrirían al autor del asesinato.

No sólo es un libro cualquiera, sino que en lugar de tratarse de algún tema de moda, o como el título hace pensar, alguna novela policiaca o de ese estilo, es al contrario una lección sobre qué pasaría si viéramos con otros ojos algo que para muchos es imposible, aburrido o el motivo de los regaños de los padres por bajas calificaciones, las matemáticas. Ésta lectura comienza con una invitación del autor al lector a ver con diferente perspectiva a las matemáticas, y aunque parece muy absurdo conforme vamos leyendo nos vamos metiendo más y más en la historia, hasta al grado de empezar a resolver los problemas que plantea por nosotros mismos y no conforme la lectura…

Desde el primer capítulo, el autor plantea al inicio de éstos, problemas, ecuaciones y acertijos que dan como resultado el número del capítulo que va a comenzar y desde ahí empieza a hacer interesante el asunto.

La historia comienza en un salón de clases, cuando el profesor Felipe Romero (o como sus alumnos lo llamaban “el Fepe”) pide a tres de sus alumnos llamados Adela, Luc y Nico que se queden al finalizar la clase, les comenta que deben estudiar mucho para el examen, porque están a punto de reprobar la materia y por sus bajas calificaciones el director Mariano Fernández le llamó la atención, ya que eran muchos reprobados para la pequeña cantidad de alumnos que había en el salón. Por más que trató de convencer Felipe a los alumnos de que las matemáticas no son tan malas como las pintan, éstos tres chicos, le afirmaron que no servían para ellas y se marcharon; como lo hacen la mayoría de los alumnos ahora.

Los chicos al terminar su interesante plática, sin ganas de salir a jugar, se quedaron a charlar entre ellos sobre lo que el Fepe les había

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