El Camino

El camino

Este libro cuenta las vivencias de un niño de 11 anos que se llama Daniel, el Mochuelo y que vive en un pequeño pueblo. Le llamaban así porque tenía  los ojos verdes y redondos, y su mirada era como la de un mochuelo.

Su padre, que era quesero, había ahorrado toda la vida para que Daniel pudiera tener unos estudios y conseguir ser algo en la vida y quiere que vaya a hacer el bachillerato a la ciudad.

A Daniel no le gusta la idea, preferiría quedarse en el pueblo y seguir los pasos de su padre. Se conformaba con tener una pareja de vacas, una pequeña quesería y el insignificante huerto de la trasera de su casa.

El mejor amigo de Daniel era Roque, el Moñigo, hijo del herrero, el hombre más vigoroso del valle.

Roque tenía una hermana mayor, Sara, tenía el pelo rojo y era corpulenta y maciza como su padre y su hermano. La madre de Roque había muerto durante el parto y desde aquella, su hermana era la que más se ocupaba de él,  aunque era bruta y muy  malhumorada.

Germán, el Tiñoso, el hijo del zapatero era otro de los amigos de Daniel.  Era un muchacho esmirriado, endeble y pálido. Germán tenía las calvas en la cabeza desde muy niño y seguramente por eso le llamaban el Tiñoso. Germán, el Tiñoso, sentía una afición desmesurada por los pájaros.

Ramon, el hijo del boticario era uno de los únicos del pueblo que se había ir a estudiar fuera, era bastante pijo y se creía más listo que los demás, por eso Daniel le tenía algo de odio y no quería convertirse en uno como él. Opinaba que si eso era progresar, prefería quedarse en el pueblo para  siempre y no progresar.

Roque, el Moñigo, precisaba de camorras, hallaba frecuentes ocasiones de ejercitar sus músculos Y Germán, el Tiñoso, tan enteco y delicado, constituía un buen punto de contacto entre Roque y sus adversarios

Daniel, el Mochuelo, sabía que no podía imponerse al Moñigo, aunque tuviera una inteligencia más aguda que la suya, y Germán, el Tiñoso, reconocía que estaba por debajo de los otros dos, a pesar de que su experiencia pajarera era mucho más sutil y vasta que la de ellos

En las tardes dominicales y durante las vacaciones veraniegas los tres amigos iban a los prados, los montes, la bolera y el río. Se entretenían de diferentes formas, a veces hacían travesuras. Es fácil hallar diversión, a esa edad, en cualquier parte. Con los tirachinas apuntaban a los pájaros, en la  Poza del Inglés se bañaban y pescaban centenares de pececillos…

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