El Hombre

El HOMBRE

Darwin se propone demostrar en esta lectura que el hombre es el descendiente modificado de alguna forma inferior que ha evolucionado. Llega a esta conclusión al pensar que las variaciones manifestadas en el hombre en cuanto a su organismo físico, (enfermedades, embrión, órganos, etc.), y también intelectual, están sometidas a las mismas leyes de los animales inferiores. En el primer capítulo se propone a probar ciertas semejanzas entre el hombre y algunos animales: en la forma del esqueleto, sistema nervioso, enfermedades, órganos rudimentarios, y todos los sistemas q que conforman al mismo. Concluye que “el hombre y todos los demás vertebrados han sido construidos según un mismo modelo general“; admite que todos ellos tienen un origen común. El núcleo de la argumentación científica de Darwin se basa en que dos cosas semejantes tienen un origen común.

Sostiene que entre el hombre y los mamíferos más elevados no hay ninguna diferencia fundamental porque todas las facultades mentales son el resultado del desarrollo de instintos que se adquirieron por la selección natural de variaciones a partir de instintos más simples.

Este planteamiento da a conocer absolutamente al animal con el hombre en todos los aspectos, lo que posibilita que estén sometidos a las mismas emociones, que en el caso de los animales superiores son comunes a las del hombre: curiosidad, sorpresa, imitación, atención, memoria, etc.

Analiza también la creencia en Dios, y piensa que, siendo indudable la demostración racional de su existencia, es falso pensar que “el hombre haya estado dotado primitivamente de la creencia en la existencia de Dios omnipotente”. Sin embargo, todas las razas tienen el sentimiento de la religión, entendida como creencia en agentes invisibles o espirituales, que habría tenido origen según Darwin en los sueños, tras un desarrollo suficiente de facultades como la imaginación, la curiosidad, etc. Este sentimiento religioso aparece de modo semejante en los animales: Darwin recogió algunas opiniones en favor de esto, y la de un autor que sostuvo que el perro veía a su amo como a un dios. Así, “las mismas facultades mentales que han impulsado al hombre a creer primero en influencias espirituales invisibles, hasta caer en la monotonía, éstas son consecuencias indirectas de los conocimientos más elevadas del hombre y pueden ponerse al lado de los errores impredecibles de los instintos de los animales inferiores”

...