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El Lugar Mas Bonito Del Mundo


Enviado por   •  24 de Noviembre de 2013  •  5.247 Palabras (21 Páginas)  •  340 Visitas

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El lugar más bonito del mundo….Autor Ann Cameron.

Me llamo Juan y vivo en las montañas de Guatemala. Hay tres enormes volcanes cerca de mi pueblo. Mi pueblo se llama San Pablo y que está rodeado de montes escarpados.

En las espinadas laderas hay campos muy verdes: son las plantaciones de maíz, ajos y cebollas.

En los valles, los frutos rojos de los cafetales maduran a la sombra de grandes árboles.

Hay muchas flores en mi pueblo y muchas aves: águilas, oropéndolas, búhos, picaflores y bandadas de loros que se lanzan desde los árboles para robar nuestro maíz parloteando en esa lengua suya que sólo ellos entienden.

San Pablo está al borde de un gran lago y hay otros siete pueblos en sus orillas. La gente va de un pueblo a otro en las lanchas con motor o en canoa. Hay una carretera, pero no es buena.

Nunca he ido a los otros pueblos, siempre he estado en San Pablo. En las noches tranquilas me gusta bajar hasta orilla del lago y mirar las luces de las lanchas de los pescadores que reflejan en las aguas oscuras.

Veo también las luces de los pueblos que están al otro lado del lago y las miles de estrellas que brillan allá arriba en el cielo. Y me parece como si cada una de estas luces me estuviera diciendo:

Nosotras estamos aquí contigo.

En San Pablo hay perros sin amo y polvo en las calles, muy pocos coches y sólo algunos autobuses que vienen de las grandes ciudades, hay unas pocas mulas que acarrean leña desde las montañas y hay mucha gente que también acarrea cosas: cántaros de agua, grandes cestos de pan o de sujetos a la espalda y, algunas veces, hasta pesadas vigas de madera llevadas al hombro. Todo lo que necesitan transportar. Como no hay muchos coches, si alguien quiere algo tiene que cargar con ello, por muy pesado que sea.

Cuando llega la noche las personas dejan de acarrear cosas; a esa hora salen de casa sólo para pasear por el pueblo, divertirse, contar historias y charlar con los amigos. Todo el mundo anda por las calles, y si un coche llega cuando alguien está hablando de algo interesante o contando una buena historia, pues el coche tiene que esperar, porque nadie se apartará para dejarle el paso hasta que la historia se termine.

Aquí las historias son importantes; los coches, no.

Junto a la playa hay algo que es de verdad muy, muy bonito: es una casa de un solo piso, pero muy grande, con muchas ventanas; está rodeada de flores y palmeras y tiene pavos reales andando por el césped y una puerta de hierro por la que se sale directamente al lago.

Allí nací en una casita que hay detrás de la casa grande. Mi padre era el guardia de la casa grande, ya él a mi madre les habían dejado la casa pequeña para que vivieran. Después de nacer yo, mi padre quería salir por las noches con sus amigos que lo hacían cuando todavía no estaba casado con mi madre, y a mi madre le decía que no tenían suficiente dinero para eso, así que se pelearon y un día mi padre se marchó.

Me contaron que tomó el autobús y se fue a la capital, que no está muy lejos. Nunca volvió para vernos a mi madre i a mí. La verdad es que yo me acuerdo más de los pavos reales que andaban por el césped de la casa donde vivíamos que de mi padre.

Cuando mi padre se marchó, los dueños de la casa grande contrataron a otro guardia y, claro, quisieron que viviera en nuestra casita, así que mi madre tuvo que marcharse.

Sólo tenía 17 años y nada de dinero, ni sabía cómo iba a poder cuidar de mí, así que ella y yo nos fuimos a casa de mi abuela.

El abuelo se murió hace ya mucho tiempo, pero por suerte, la abuela no es pobre. Tiene una casa hecha de bloques de cemento, las ventanas no tienen puertecillas de madera que la abuela cierra por las noches o cuando llueve. La casa tiene cuatro habitaciones y en las paredes cuelgan muchos cuadros que ha pintado mi tío Miguel; son muy bonitos y él dice que algún día los venderá.

En la parte de afuera, la abuela tiene muchas flores, así que la casa está muy bonita. Claro que lo mejor de todo es que la abuela es la dueña de la casa y del terreno donde está.

Guarda los documentos que lo dicen en una caja de hierro debajo de su cama; sabe muy bién lo que dicen, porque una persona de su confianza se lo leyó, y nadie, gracias a Dios, puede quitarle a la abuela su casa ni el terreno que lo rodea.

La casa de la abuela es grande, pero está bastante llena de gente, porque mis tres tíos que no están casados viven con nosotros, y también alguna de mis cinco tías casadas y sus hijos vienen a veces a quedarse durante un tiempo. Hasta los hijos de sus primos han vivido temporadas con nosotros.

La cosa es que si alguien de la familia se queda sin trabajo o se pone enfermo, o no se lleva bien con su marido, o tiene cualquier otro problema, se viene a vivir con la abuela.

Ella se ocupa de todo el mundo hasta que se pueda arreglársela por su cuenta. Aunque algunas veces se ve claramente que a ella le gustaría que la gente no tardase tanto en arreglar sus cosas y marcharse.

La abuela se gana la vida vendiendo arroz con leche en el mercado grande, donde la gente va cada día a comprar cosas de comer. El arroz con leche que hace la abuela es especial: no se come con cuchara, se bebe caliente en un vaso. Es un líquido muy espeso y dulce, y le pone mucha canela. Nadie en el pueblo sabe hacer un arroz con leche como el de la abuela.

El lugar más bonito del mundo. Parte 2. Se levanta a las cinco de la mañana para empezar a hacerlo. Ha hecho esto mismo casi todos los días de su vida desde que tenía trece años.

Cuando nos vinimos a vivir con la abuela, yo dormía en la misma cama que mi madre

Y me despertaba cada mañana oyendo los ruidos que hacían, los que se estaban levantando.

Oía a tío Miguel que murmuraba entre dientes.

¿Dónde está mi zapato, mi zapato?

Y a mi tía María que regañaba a su hijo Carlitos:

¿Otra vez te has meado en la cama?

Y a Angélica, la regordeta hija pequeña de mi tía Tina, que lloraba porque no quería meterse en la ducha.

Y me llegaba el olor de la leña quemándose en la cocina, y el del arroz con leche hirviendo en el caldero grande y ahumado, y el de las tortillas que estaban haciéndose para el desayuno. Entonces mi madre y yo nos levantábamos y nos íbamos con nuestras toallas porque era nuestro turno de usar la ducha.

La abuela tiene agua corriente

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