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El Príncipe Hamlet


Enviado por   •  21 de Abril de 2015  •  3.584 Palabras (15 Páginas)  •  129 Visitas

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Elsinor. Una explanada en la parte frontal del castillo. (Estos personajes y los de la escena siguiente están armados con espada y lanza).

Francisco en su vigilancia nocturna. Entra Bernardo dirigiéndose a él.

BERNARDO.- ¿Quién está ahí?

FRANCISCO.- No, respóndeme tú a mí. Detente e identifícate.

BERNARDO.- ¡Larga vida al Rey!

FRANCISCO.- ¿Bernardo?

BERNARDO.- El mismo.

FRANCISCO.- Tú eres el más puntual en llegar.

BERNARDO.- son las doce en punto. Puedes ir a acostarte, Francisco.

FRANCISCO.- Te agradezco mucho este relevo. Hace un frío terrible y yo estoy delicado del pecho.

BERNARDO.- ¿Has tenido tu guardia tranquila?

FRANCISCO.- Ni un ratón ha pasado.

BERNARDO.- Bien. Buenas noches. Si encuentras a Horacio y a Marcelo, mis compañeros de guardia, diles que vengan aprisa.

FRANCISCO.- Me parece que los oigo ... ¡Alto! ... ¿Quién está ahí?

Entran Horacio y Marcelo.

HORACIO.- Amigos de este país.

MARCELO.- Y súbditos del Rey de Dinamarca.

FRANCISCO.- Buenas noches.

MARCELO.- ¡Oh, adiós honrado soldado! ¿Quién te ha relevado?

FRANCISCO.- Bernardo quedó en mi lugar. Buenas noches. (Se va).

MARCELO.- ¡Hola, Bernardo!

BERNARDO.- ¿Quién está ahí? ¿Es Horacio?

HORACIO.- Una parte de él.

BERNARDO.- Bienvenido, Horacio. Bienvenido buen Marcelo.

MARCELO.- ¿Y qué, se ha aparecido aquella cosa otra vez esta noche?

BERNARDO.- Nada he visto.

MARCELO.- Horacio dice que es producto de nuestra fantasía, y nada quiere creer sobre esta temida aparición que hemos visto en dos ocasiones. Por eso le he rogado que venga con nosotros a la guardia de esta noche, para que, si vuelve la aparición de nuevo, él pueda confirmar lo que vimos y le hable.

HORACIO.- Por lo tanto, no se aparecerá.

BERNARDO.- Siéntate mientras, y dejanos al menos acometer tus oídos con la historia que tanto repugna oír, y que en dos noches hemos presenciado.

HORACIO.- Bien, sentémonos, y oigamos lo que Bernardo dice de esto.

BERNARDO.- La noche anterior, cuando esa misma estrella que está al Occidente del polo había hecho su curso para iluminar esa parte del cielo donde ahora brilla, Marcelo y yo, al tiempo que la campana sonaba una vez ...

Entra el Fantasma del padre de Hamlet.

(Los soldados se levantan asustados).

MARCELO.- ¡Espera! ¡Calla! Míralo por dónde viene otra vez.

BERNARDO.- Con la misma figura que tenía el difunto Rey.

MARCELO.- Horacio, tú que eres un hombre preparado, háblale.

BERNARDO.- ¿No se parece al rey? Fíjate, Horacio.

HORACIO.- Es muy parecido. Su vista me conturba con temor y asombro.

BERNARDO.- Querrá que le hablen.

MARCELO.- Pregúntale, Horacio.

HORACIO. (Al Fantasma).- ¿Quién eres tú, que usurpas este tiempo a la noche, junto con esa presencia noble y guerrera que tuvo alguna vez el difunto Rey de Dinamarca? ¡Por el cielo te lo pido, habla!

MARCELO.- Parece que está ofendido.

BERNARDO.- Miren, se va enojado.

HORACIO.- ¡Detente! ¡Habla, habla! ¡Te lo pido, habla!

Se va el Fantasma.

MARCELO.- Se ha ido y no nos contestó.

BERNARDO.- ¿Qué te pasa Horacio? Tiemblas y te ves pálido. ¿No es esto algo más que fantasía? ¿Qué piensas?

HORACIO.- Por Dios, nunca lo hubiera creído sin la sensible y cierta comprobación de mis propios ojos.

MARCELO.- ¿No es muy parecido al rey?

HORACIO.- Como tú a ti mismo. Igual era la armadura que él portaba cuando peleó contra el ambicioso Rey de Noruega; y así arrugó el ceño cuando, en fiero combate, hizo caer al de Polonia sobre el hielo de un solo golpe. Extraña aparición ésta.

MARCELO.- Pues de esa manera, y exactamente a esta tétrica hora, con marcial desdén se ha paseado dos veces delante de nuestra guardia.

HORACIO.- No comprendo el fin con que esto sucede; pero en el poco alcance de mi opinión, presagia algún extraordinario cambio a nuestra nación.

MARCELO.- Bueno, siéntense y díganme, cualquiera de ustedes que lo sepa, ¿por qué fatigan todas las noches a los vasallos con estas guardias tan penosas y vigilantes? ¿Y por qué tanta fundición diaria de cañones de bronce y el acopio extranjero de implementos de guerra? ¿Para qué esa multitud de carpinteros de marina, cuyo doloroso trabajo no divide al domingo del resto de la semana? ¿Qué causas puede haber para que el trabajador sudoroso y apresurado junte la noche con el día? ¿Quién de ustedes puede informarme?

HORACIO.- Yo puedo decírtelo ..., o al menos los rumores que corren sobre esto. Nuestro último Rey, cuya imagen acaba de aparecérsenos, fue picado en su orgullo y desafiado a combate, como tú sabes, por Fortimbrás de Noruega. En aquel desafio, nuestro valiente Hamlet (que alcanzó tanto renombre en la parte del mundo que conocemos) mató a Fortimbrás, quien

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