El Zoo Humano Grupos Propios Y Extraños
andresmus2 de Abril de 2013
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En la naturaleza humana tiene la particularidad de vivir en grupos y resulta natural atacar a miembros de algún grupo extraño. Pero para abordar este tema debemos mantener nuestra objetividad aunque resulte difícil. La razón es evidente: todos nosotros, cada uno de nosotros, somos miembros de algún particular grupo propio.
Valiéndonos de un rígido argumento evolucionista se sugiere que, si dos grupos de humanos se chocan entre si y uno extermina al otro, podría decirse que uno es biológicamente más afortunado que el otro. Pero si se considera la especie como un todo y desde un punto de vista generoso, vivir competitiva pero pacíficamente uno al lado, del otro la especie entera hubiese resultado beneficiada.
Los seres humanos, no somos una especie que se reproduzca en cantidades masivas, no somos engendradores de cantidad, sino de calidad; producimos pocos descendientes y derrochamos sobre ellos más cuidados y atenciones y durante un periodo de tiempo más largo que ningún otro animal. Ahora bien, después de consagrarle casi dos décadas de energía parental, es, aparte de otras consideraciones, grotescamente ineficaz enviarles a que sean acuchillados, muertos a tiros, abrasados y bombardeados por los descendientes de otros hombres. Sin embargo, en poco más de un siglo han muerto nada menos que 59 millones de humanos en choques entre grupos de una u otra clase. Decimos entonces que los hombres se comportan como animales pero sería más exacto decir que actúan como hombres. Lo evidente es que no encontraremos una criatura semejante. Nos enfrentamos aquí con una de las propiedades que hacen del hombre moderno una especie única.
Biológicamente hablando el hombre tiene la innata necesidad de defender tres cosas: él mismo, su familia y su tribu. Como primate formador de pareja, territorial y que vive en grupo, se ve fuertemente impulsado a ello. Si él, su familia o su tribu se ven amenazados por la violencia, será natural que responda con más violencia siempre que haya posibilidades de repeler el ataque.
Nuestros más próximos parientes, los monos y chimpancés, viven en bandadas nómadas. Cada bandada se desenvuelve en un radio de acción determinado. Si dos grupos se encuentran y se amenazan mutuamente, simplemente se alejan y siguen con ocupándose de sus cosas. Pero el hombre es más territorial. Cuando el hombre primitivo empezó a desarrollar armas para la defensa de su tribu, Los propios dirigentes estaban más implicados en la batalla.
Tan pronto como el hombre granjero se convirtió en hombre urbano, se dio otro paso hacia un conflicto más feroz. La división del trabajo y la especialización que se desarrolló, significo que toda una categoría de la población podía dedicarse a las armas; había nacido el ejército. A medida que las civilizaciones crecían y podían permitirse la expansión, se vieron frecuentemente enfrentadas, no a rivales iguales que les harían pensarlo dos veces sino a grupos más débiles y atrasados que podían ser invadidos con facilidad.
El dirigente moderno tiene muchas ventajas que el de la edad de piedra no tenía. En primer lugar no tiene que arriesgarse a ser acribillado en el campo de batalla, a los hombres que envía a la muerte no los conoce personalmente: son profesionales y el resto de la sociedad puede seguir su vida normal.
El diferente progreso de las diferentes civilizaciones es un gran problema. Si por sus recursos naturales o por su habilidad una supertribu(civilización) sobrepasa a otra, lo mas seguro es que se generen dificultades. El grupo avanzado se impondrá, de una u otra forma al grupo atrasado y el grupo atrasado manifestara de una u otra forma su inconformidad. Un grupo avanzado es por naturaleza, expansivo, y simplemente no puede dejar las cosas tal y como están, tratara de influir sobre otros grupos ya sea dominándolos o “ayudándolos” y que se hagan fuertes pero a imagen del
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