El aura de Aura
MetalGod 312Ensayo4 de Septiembre de 2017
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El aura de Aura.
En un Colombia de 1928 nació quien sería llamado Carlos Fuentes Macías. Creció ahí, hasta secundaria, cuando se mudó a México. Fuentes fue un narrador y ensayista y es uno de los personajes más importantes de la literatura de su país, formando parte del Boom de la novela hispanoamericana de los años 60. La fuente de este ensayo es una de sus mejores obras “Aura”. (Tamaro, s.f.)
Sin duda alguna, desde el comienzo de la lectura es evidente la razón del gran recibimiento que ésta tuvo, y más evidente aún, la gran prosa y la capacidad de Fuentes de llevarnos exactamente a donde él lo desee. “Lees ese anuncio: una oferta de esa naturaleza no se hace todos los días. Lees y relees el aviso. Parece dirigido a ti, a nadie más”. Tú simplemente lees esta primera oración y sigues como si nada, es un comienzo como cualquier otro, sin embargo, Fuentes ya implantó en ti un sentimiento que manejará a lo largo de la obra: un sentimiento de atracción; uno hipnótico.
Es evidente que, al avanzar en la lectura del libro, una atmósfera de melancolía, de nostalgia, de soledad, es creada. En un principio nos describe a Felipe Montero, solo, en una cafetería leyendo anuncios, claramente insatisfecho con su trabajo, “…Felipe Montero, antiguo becario en la Soborna, historiador cargado de datos inútiles, acostumbrado a exhumar papeles amarillentos, profesor auxiliar en escuelas particulares, novecientos pesos mensuales.”, solo para después salir de ahí y dirigirse a casa relatando: “Vivirás ese día, idéntico a los demás, y no volverás a recordarlo…”.
Cuando Felipe decide aceptar el trabajo, se dirige al lugar al que se cita, la calle Donceles 815. Llega finalmente a una casa vieja, oscura, con ventanas ensombrecidas con largas cortinas verdes. Es aquí donde realmente empieza nuestra historia, rápidamente conocemos a Consuelo, una anciana que está esperando sus últimos días en la oscuridad de esa casa y a Aura, su “sobrina”.
Anteriormente mencioné que en este relato se toma como tema principal un sentimiento de atracción, o uno hipnótico; bueno, es aquí donde me permitiré hondar en ello.
Felipe, desde el primer momento en que leyó el anuncio sintió que fue escrito específicamente para él, aunque no decidió hacerle caso la primera vez, le bastó darse cuenta que al día siguiente nadie había tomado el trabajo. Consuelo, le da el trabajo de traducir las memorias de su difunto esposo, el general Llorente. Aquí podemos ver que Consuelo vive en condiciones deplorables, en una casa que vive en penumbra, la explicación dice ser porque construyeron a su alrededor y las acorralaron. Sin embargo, está obsesionada con esa casa, con las memorias que en ella viven y en el amor que le tiene a su difunto esposo, por eso su apresurado deseo por que Felipe traduzca los escritos del general. Cuando Felipe ve a Aura es cuando conoce a su nueva obsesión.
“Al fin, podrás ver esos ojos de mar que fluyen, se hacen espuma, vuelven a la calma verde, vuelven a inflamarse como una ola: tú los vez y te repites que no es cierto, que son unos hermosos ojos verdes idénticos a todos los hermosos ojos verdes que has conocido o podrás conocer. Sin embargo, no te engañas: esos ojos fluyen, se transforman, como si te ofrecieran un paisaje que solo tú puedes adivinar y desear.”
Tras leer los recuerdos del general, revives la historia de Consuelo, casada joven, con un gran deseo de tener hijos, pero incapaz por naturaleza, una obsesión de regalarle hijos al hombre que ama, actos raros de brujería para conseguir cumplir sus deseos, rituales y sacrificios; unas fotos de la, en aquel entonces, feliz pareja, una joven consuelo con ojos verdes, con cara de Aura, y un general con cara de Felipe. Es entonces cuando debemos analizar la genialidad de este relato, uno envuelto alrededor de un tema de obsesión, de hipnotismo; con una atmósfera solitaria, nostálgica e incluso melancólica, un aura de perdición y una Aura que es en realidad Consuelo, una Aura que, finalmente, es el aura de aquella anciana obsesionada con su juventud.
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