El hombre es un lobo para el hombre.

El hombre es un lobo para el hombre

Seguro que también tú, querido lector, llegaste a pensar en que el hombre es malo por naturaleza y por ende su misión va ligada a la guerra o autodestrucción de sí mismo a causa de la confrontación de ideales compartidos en sociedad. Ahora bien retomando la frase “El hombre es un lobo para el hombre”, “homo homini lupus” (Hobbes, 1651) , el autor afirma que el hombre en su estado natural es el producto de una lucha continua con su prójimo.

A partir de ahí se afirma que el hombre lleva consigo un animal feroz dentro de sí que se va dando a conocer en la medida en que el hombre cometa atrocidades o barbaridades contra su misma especie. Un ejemplo claro de esto son las guerras, donde una de las acciones puede llegar a ser exterminar a un grupo social, homicidios o atentados. Pero para llevarse a cabo estas acciones debe existir una diferencia de ideales entre dos seres de la misma especie, en este caso dos hombres, de modo que el hombre estaría siendo el depredador del hombre por ser parte del mismo origen. Eso a causa de que las acciones humanas están motivadas por el deseo.

En oposición a lo anterior está la idea de Jean-Jacques Rousseau (Rosseau, 1762) con su frase “el hombre es bueno por naturaleza” (Rosseau, 1762), explica que el hombre es bueno por naturaleza debido a que nace libre en estado primitivo, siendo la sociedad el medio de corrupción. Rousseau también se apoya en la tesis del buen salvaje, la cual afirma que el ser humano en su estado natural es bueno, pero la vida social y cultural con sus vicios y males, lo influencian hasta el punto de entrar en un desorden físico y moral. Es decir que el hombre primitivo es superior al civilizado en el ámbito moral.

De lo anterior ambas afirmaciones están fundamentadas en dos conceptos que son la bondad y la maldad, del hombre como tal, considerándose propiedades naturales del hombre. Así también la conducta del hombre está dirigida por impulsos que se pueden categorizar de dos formas impulsos agradables y desagradables, originados de una fuente de placer regida por deseos.

No obstante la bondad y la maldad, tal y como lo ilustran los dos autores no pertenecen a una categoría natural sino más bien a una categoría moral, proveniente de una cultura religiosa o cultural. Al decir que el hombre es bueno o malo por naturaleza ser estaría moralizando la naturaleza. En otras palabras justificar las acciones del hombre con base a la naturaleza, dejando de lado que la naturaleza es un medio no un fin para saciar nuestro placer.

En conclusión el hombre no nace ni bueno ni malo, para categorizarlo, se tendría que analizar su moral forjada a lo largo de que se desenvuelva en sociedad, donde sus experiencias lo doten de intenciones y percepciones de lo bueno y lo malo, claro sin antes ser influenciado por aspectos culturales, sociales, políticos

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