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El niño que enloqueció de amor


Enviado por   •  21 de Octubre de 2013  •  Tesis  •  1.608 Palabras (7 Páginas)  •  293 Visitas

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Resumen: “El niño que enloqueció de amor”

-BIOGRAFÍA: Eduardo Barrios, nació en Valparaíso el 25 de octubre de 1884. Fue Ministro de Educación. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1946. Muere el 13 de septiembre de 1963, en Santiago de Chile. Algunas de sus obras: El Niño que enloqueció de amor, Un perdido, Hermanos Asno y Gran señor.

-ARGUMENTO: Carlos Romeral invita a un a un amigo, a que le acompañe a visitar al niño en su lecho de muerte. Mientras realizan la visita, al pequeño se le cae un diario, que tenia escondido en su cama. El amigo de Carlos lo recoge, lo examina y empieza a leer lo que contiene. En el diario se narra, la historia de niño, que estaba enamorado de una amiga de su madre, llamada Angélica. A lo largo del relato, nos cuenta como, se va enamorando. Ella lo mima, él la mal entiende, poco a poco, se enamora y piensa que ella siente lo mismo por él. Luego llega la desilusión, cuando se da cuenta, que ella está enamorada de un joven de su edad llamado Jorge. Este es el momento en el cual comienza el camino, que le llevará a la muerte.

En un principio, los familiares del niño piensan que el origen de sus dolencias había sido la ingestión de un licor en el santo de Angélica. Pero según relata su diario, en el transcurso de la celebración vio como Jorge besaba a Angélica en la mejilla, después de haberse sentido ignorado por ella en toda la velada. Este hecho desata la ira del muchacho, que se resguarda bajo la mesa del salón. Su madre lo saca de ese lugar a pellizcos y lo lleva hasta su casa, donde cae enfermo. Al final, se ve como la única causa de su muerte, fue el amor que poco a poco terminó con su salud y su cordura hasta llevarlo a la tumba.

Resumen

Este era un niño como cualquier otro que vivía enamorado y obsesionado por una muchacha; su nombre era Angélica. Él pertenecía a una familia acomodada, tenía hermanos mayores, todos brutos; ninguno de ellos era como aquél: digamos que más o menos tristón y poco juguetón.

Su historia se basa determinadamente en como pierde la cabeza por una mujer, de mayor edad que él, pero muy linda.

Cada vez que Angélica comía o estaba en su casa, ya sea conversando con su madre u otro asunto, él, tontamente perdía el tiempo observándola. Era extraño, dormía pensando en ella, en su rizado cabello; cada vez que ella no se encontraba cerca, la imaginaba. Sin embargo, cuando se encontraba a su lado, simplemente él no existía; sólo la admiraba y nada más que pensar en ella, luego lo lamentaba estúpidamente.

A veces le daban ganas de enfermarse o hacerse el enfermo para que ella hablara sólo y únicamente de él. Tanto así que una vez llegó el doctor lo examinó minuciosamente, pensando que este tenía problemas cólicos, aunque realmente estaba mintiendo acerca del dolor. Le recetó un purgante, pero no lo ingirió él, si no su hermano a través de unos irresistibles alfeñiques.

Vivía llorando por ella. Se enojaba mucho por los errores que cometía las veces que la tenía ahí, frente a sus ojos. Lo peor para aquel muchacho, era que nadie lo podía defender o comprender, o simplemente consolar, durante los momentos en que se desilusionaba, pues no lo contaba, era su secreto. El problema es que ni ella lo sabía, pensaba que no lo escucharía o sólo se reiría, pensando en las locuras de los niños de esa época. Pretendía revelárselo, pero no sabía ni cuándo ni cómo.

Un día llego fastidiado y muy molesto a casa. Habían ido de visita a la casa de Angélica. Un joven la miraba y perseguía a donde ella fuera, este era Jorge. Según el protagonista, que sólo pensaba en lo que le convenía, ya que ni se molestaba en procesar lo que el otro le decía, Jorge sólo incomodaba y fastidiaba a Angélica, pero al parecer, ambos (Angélica y Jorge) se querían realmente, algo que hacía perder más la cabeza al niño.

Aquel día en que nada sucede, Don Carlos Romeral, un hombre que el niño creía todo lo que decía, era bueno para sí, llego diciendo que Jorge se iría a trabajar al campo. Esto lo alegró mucho. Por fin se había retirado de la batalla, su contrincante.

Después de tantos llantos, ocurrió lo que faltaba, que su madre se comenzara a preocupar sobre él. Estuvo “obligado” a jugar cada día para dejar a su madre tranquila, estaba aburrido de eso. Pensaba: “los grandes dicen que esto lo hacen por nuestro bien”, cosa que a él no le parecía muy buena que digamos. Creía que ella debía ser mas como la abuela, menos preocupada; aunque no tan antipática, ni que lo reprendiera tanto.

Estaba en un proceso difícil, no sabía cómo, o si contárselo a su madre; podría enojarse o reírse de él y de sus sentimientos. No, era ya mucho sufrimiento; para qué más.

Luego, como siempre, comenzó en su habitual sufrimiento que le provocaba no ver a Angélica. Fue un par de veces a casa de ella,

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