El signo de los cuatro

803-A

Pacheco Méndez Mariana

pacheco.mendez.mariana28@gmail.com

El signo de los cuatro

Conan Doyle, Arthur

224 páginas

Universidad Tecnológica de la Mixteca

Programa de lectura

2021-B

Segundo Reporte de Lectura

Pacheco Méndez Mariana

2017030150

Ingeniería en diseño, octavo semestre

27 de abril de 2021

El signo de los cuatro es la segunda novela escrita por el maestro del crimen, Arthur Conan Doyle, conocido por dar vida a uno de los detectives más emblemáticos y reconocidos en la historia de la literatura, que ha sido adaptado al cine y a la televisión: Sherlock Holmes. Publicada en 1890 y ambientada en 1888, la novela relata una aventura más de este personaje con su fiel amigo y compañero de crimen, el doctor John Watson.

La historia comienza narrada por el Doctor Watson, quien entrando a su departamento en Baker Street descubre a su compañero bajo los efectos de la cocaína. Watson, al ser doctor, reprocha este comportamiento a su compañero, no obstante, él le explica que su mente, al pasar durante un largo periodo de inactividad sin ningún caso que resolver, necesita ser estimulada por sustancias externas. Sherlock Holmes posee una mente brillante, capaz de resolver casos haciendo uso meramente del razonamiento humano y de la observación, esto lo prueba cuando adivina en dónde ha estado su compañero con solo ver la tierra en sus zapatos, por lo que tiende a aburrirse con facilidad, pero esto está a punto de cambiar cuando reciben una inusual visita. Se trata de una joven llamada Mary Morstan, quien acude para consultar a Sherlock sobre un caso relacionado con su padre, que desapareció hace años cuando llegó de la India a Londres. Mary había acordado reunirse con su padre, pero nunca llegó. Sherlock, naturalmente, preguntó si su padre tenía un conocido al que pudo haber recurrido y sí, se trataba del mayor Sholto, pues ambos habían estado juntos en el India, pero él afirmaba que no sabía nada de su padre. Los años pasaron y no hubo ningún acontecimiento importante, hasta que un día, un anuncio en los diarios solicitaba la dirección de la señorita Morstan, ella reveló su información y ese mismo día recibió una perla de gran valor, episodio que se repetiría por los siguientes seis años, hasta ese momento, donde la perla había sido suplantada por una nota pidiéndole que se reuniera esa noche con él acompañada de dos amigos.

Sherlock queda impresionado por lo curioso del caso, mientras que Watson queda impresionado por la belleza de la joven, por lo que ambos deciden acompañarla a su cita por la noche. Durante este trayecto, ella les revela que entre las cosas de su padre encontró un papel que llamó su atención, se trataba de algo similar a un mapa con un signo de cuatro cruces: el signo de los cuatro.

Al llegar Al lugar de su cita, se encuentran con Thaddeus Sholto, hijo de del mayor Sholto, quien le confiesa que tanto su padre como Morstan eran poseedores de un gran tesoro cuando estuvieron juntos en la India, pero cuando el padre de la joven fue a exigir su parte del tesoro una vez que hubo llegado a Londres, su compañero quedó cegado por la avaricia y se negó a darle lo que le correspondía, provocando un gran disgusto en Morstan y con esto, un ataque al corazón. Sholto, por miedo, se deshizo del cuerpo sin avisar a nadie. Por lo que a partir de entonces vivía aterrado en todo momento, sintiendo una gran aversión por los hombres con pata de palo, rehuyendo cada vez que veía uno. Un día recibió una carta de la India que le causó un gran sobresalto, y desde ese día estuvo enfermo hasta que murió. En sus últimos momentos, reunió a sus dos hijos y les habló del tesoro, mencionando que la mitad correspondía a la señorita Morstan y pidiéndoles que una vez que haya muerto, le enviasen la mitad del tesoro que le correspondía. Pero antes de que les dijera dónde se encontraba el tesoro, murió señalando a la ventana, donde se encontraba un hombre de rostro malvado que desapareció al instante. Al día siguiente, le habían prendido un papel al pecho de su padre con las palabras “el signo de los cuatro”.

Así pues, a partir de entonces le habían enviado perlas a la señorita Morstan que formaban parte de una diadema que su padre había sacado de la caja del tesoro previo a su muerte, pues el secreto de la ubicación del tesoro había muerto con su padre. No obstante, su hermano Bartholomew, guiado por la avaricia que caracterizó a su padre, hizo lo imposible por encontrar el tesoro, y lo logró. Es por ello que había citado a la señorita Morstan a ese lugar, para ir a reclamar lo que era suyo. Pero al llegar a la casa de su hermano, este yacía muerto con una sonrisa infernal en el rostro. El tesoro no estaba.

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