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Fragmento Contraluz Thoman Pynchon


Enviado por   •  23 de Abril de 2014  •  681 Palabras (3 Páginas)  •  227 Visitas

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—¿Es usted artista, señorita McAdoo?

—Bailo la Danza de Lava-Lava, la diosa del volcán —respondió.

—Admiro mucho la música de esa región —dijo Miles—, el ukelele en particular.

—Pues hay varios ukelelistas en mi orquesta —dijo la señorita McAdoo—, tenor, barítono y soprano.

—¿Y tocan música nativa auténtica?

—Más bien es un popurrí, me parece, que incluye temas hawaianos y filipinos y acaba con una adaptación muy respetuosa de la ma_ravillosa Bacanal de Monsieur Saint-Saëns, tal como se ha tocado re_cientemente en la Opera de París.

—No soy más que un aficionado, claro —dijo con humildad Miles, aunque era miembro desde hacía mucho de la prestigiosa Academia Internacional de Ukelelistas—, y me pierdo de vez en cuando. Pero si me comprometiera a volver a estudiar solfeo, ¿le parece que me deja_rían acompañarlos sin tocar?

—No dudes que intercederé por ti —dijo Chevrolette.

Merle Rideout había traído consigo una cámara de mano y to__mente al mismo ritmo.maba «instantáneas» de las máquinas voladoras, tanto en el aire como aparcadas en el suelo, que seguían llegando y despegando aparente

—Menuda reunión social, vaya que sí. Parece que hayan venido to_dos los profesores de vuelo de aquí a Tombuctú.

El humo de las hogueras para el desayuno se elevaba fragante por el aire. Se oía el grito de los bebés, tanto de queja como de júbilo. El viento traía los sonidos remotos del tráfico ferroviario y la navegación por el lago. Contra el sol, todavía bajo en la otra orilla del lago, las alas, con bordes luminosos por el rocío, proyectaban largas sombras. Había aparatos de vapor, eléctricos, máquinas giratorias Maxim, naves impulsadas por reciprocadores de algodón pólvora y motores de naf__micas, y prodigios de la orniturgia que aleteaban. Uno no sabía muy bien adonde mirar al cabo de un rato...ta, y hélices elevadoras eléctricas de extraño diseño hiperboloide para perforar el aire hacia arriba, y aeróstatos alados, de formas aerodiná

—¡Papá! —Una preciosa niña de cuatro o cinco años con un ca_bello de un pelirrojo encendido corría hacia ellos a toda prisa—, ¡Eh, papá! ¡Quiero beber algo!

—Dally, mi comadrejilla —la saludó Merle—, me temo que el licor de maíz se ha acabado, así que tendrás que volver al viejo zumo de vaca, lo siento mucho —dijo revolviendo en una fiambrera de charol llena de hielo. Mientras tanto, la niña, que había visto a los Chicos con sus uniformes de verano, se quedó mirándolos, con los ojos muy abiertos, como si estuviera decidiendo hasta qué punto debía portar_se bien.

—¿Ha estado envenenando

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