La Fontana De Oro

La Fontana de Oro está distribuida en 43 capítulos y su cuerpo narrativo lo podemos dividir en tres partes:

1. Desde el capítulo 1al 11; Galdós nos presenta al Madrid de 1820 donde empiezan a surgir los primeros cafés y las primeras tertulias. Nos hace una descripción detallada de la Fontana de Oro, lugar donde se reunían para escuchar las tertulias. Allí, sucede un altercado con don Elías y un militar lo acompaña a casa. Al llegar le abre una joven, Clara y este militar se enamoran. Lázaro es el joven del que está enamorada Clara y decide ir a Madrid y aquí intenta triunfar en la Fontana, pero fracasa.

2. Desde el capítulo 12 al 33; a Lázaro le prendieron y don Elías envía a Clara a casa de las señoras Porreño para que esté más vigilada (Galdós nos hace una descripción detallada de la casa de las Porreño). Tiene lugar la invitación de Carrascosa a las Porreño a la función de la Hermandad de la Pasión y Muerte. Nos cuenta las “tretas” del militar para entrar en la casa. El militar saca de la cárcel a Lázaro y este va en busca de Clara y escucha la voz de un hombre en su habitación y se enfada.

3. Desde el capítulo 34 al 43; doña Rosalía va a la casa de las Porreño y le comunica lo del pasadizo, al enterarse de esto las señoras Porreño inmediatamente expulsan a Clara de su casa. Esta joven indefensa va en busca de la calle Humilladero y la retienen. Se produce la declaración de amor de la devota hacia Lázaro y le muestra una caja revelándole que es rica, se desmaya y las otras hermanas al ver esto, se ponen a recoger el dinero y comienzan a injuriarse en vez de auxiliar a su hermana. Al final el militar propone a Lázaro que huya y así lo hace junto a su amada Clara.

Algo curioso es que Galdós sitúa los personajes en un paisaje urbano. Elige como marco para sus relatos el Madrid de su tiempo.

La descripción es un rasgo característico de la novela y en las tres partes observamos una descripción detallada que hace referencia a distintos lugares. En la primera parte, observamos una descripción minuciosa de la Fontana que dice así:

“Entre los numerosos defectos de aquel local no se encontraba el de ser excesivamente espacioso: era por el contrario, estrecho, irregular, bajo, casi subterráneo. Las gruesas vigas que sostenían el techo no guardaban simetría. Para formar el café fue preciso derribar algunos tabiques, dejando en pie aquellas vigas; y, una vez obtenido el espacio suficiente, se pensó en decorarlo con arte”.

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