La Porota

LA POROTA

autor: Hernán del Solar

Era una niña, cuyo nombre era tan largo, Beatriz María Magdalena de los Ángeles Osorio y Castro Viejo, que precisamente por eso la conocían como Porota.

La Porota era una chica rubia peinada con largas trenzas y ojos claros, le gustaba jugar en el jardín y oír cantar a los pajaritos, su pieza quedaba al fondo de la casa y estaba llena de juguetes, pero uno de ellos ocupaba un lugar especial, su muñeca Mimi, quien Porota aseguraba era su mejor amiga.

Mimi dormía en una cuna junto a la cama de Porota, quien todas las noches la acostaba, la tapaba muy bien y le cantaba alguna canción. En las mañanas, lo primero que hacía era saludar a su muñeca y tomaba desayuno junto a ella, pero un día al despertar vio que Mimi no estaba en su cama… la buscó desesperadamente por toda la casa, estaba muy preocupada, sus padres le decían que ya aparecería, que seguramente la había olvidado en alguna parte, pero Porota sabía que ella, como todas las noches la había acostado en su cunita junto a su cama.

Mimi apareció esa tarde en la biblioteca de la casa, tenía mal aspecto y como Porota era una muy buena madre la dejó descansar, diciéndole que después volvería para que le explicara porque había desaparecido. Cuando volvió a verla, mientras la vestía, se dio cuenta que la muñeca movía los ojos y trataba de comunicarse con ella, después de un buen rato Mimi logró hablar y pudo contarle a Porota lo que había sucedido, el cual era su gran secreto.

Todas las noches, mientras Porota dormía, Mimi se iba a la ciudad de los muñecos de trapo y esta vez necesitaba que Porota la acompañara pues algo muy grave ocurría allí, así es que cuando diera la media noche, las vendrían a buscar, la muñeca le pidió a Porota no revelar a nadie su secreto y le dijo que descansara pues esa noche tendrían un largo viaje.

Porota esperó ansiosa hasta que fue medianoche y Mimi la despertó para que se fueran, al final del patio las esperaba un coche, tirado por caballos de trapo que al correr no hacían ningún ruido. Después de un rato, llegaron a la ciudad de los muñecos y fueron conducidas a la casa del gobernador Pirulo, quien era el papá de Mimi.

Cuando estaban allí, Pirulo le explicó a la niña porque la había mandado llamar, algo muy terrible pasaba en la ciudad de los muñecos, por las noches llegaban unos vampiros de trapo que chupaban el aserrín de los muñecos, matándolos y destrozándolos. Esos vampiros venían del mundo de los hombres, vivían en la fábrica de juguetes de trapo de Don Pedro.

Pirulo y Mimi, llevaron a Porota a la fábrica y le mostraron el lugar exacto donde vivían los vampiros, cuando estuvo allí a Porota se le ocurrió una idea, le dijo al gobernador que no se preocupara que ella tenía un plan y que al día siguiente lo llevaría a cabo. Después de eso le pidió que la llevaran de vuelta a su casa pues pronto amanecería, porque mientras en la ciudad de los muñecos era de día, en la de los hombres era de noche.

Al día siguiente a Porota y Mimi les costó mucho levantarse, estaban cansadas por todo lo que habían hecho la noche anterior, así es que Porota dejo a Mimi descansando y fue a ver a su amigo carpintero, al que le contó toda la historia y le pidió ayuda, así fue que el carpintero entregó a Porota un tarro con cola y una brocha, y le enseño como usarla. La niña volvió a su casa con el paquete que le había dado el carpintero y le dijo a Mimi que tenía todo listo, para poner una trampa a los vampiros.

Esa noche a la medianoche, llegó puntualmente el cochero a buscarlas y le pidieron que las llevara a la fábrica de Don Pedro. Una vez ahí, con mucho cuidado, se acercaron a la repisa donde vivían los vampiros y Porota cuidadosamente colocó pegamento en todo el estante, terminada su tarea volvieron

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