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Los Hombres Siempre Vuleven

hoop5 de Noviembre de 2012

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Penelope Parker

LOS HOMBRES

(A VECES, POR DESGRACIA) SIEMPRE VUELVEN

ÍNDICE

PRÓLOGO 3

INTRODUCCIÓN 4

PRIMERA PARTE: El origen de las Chicas Parker 6

Capítulo 1 7

Capítulo 2 11

Capítulo 3 17

Capítulo 4 22

Capítulo 5 28

SEGUNDA PARTE: El carácter y la personalidad de las Chicas Parker 36

Capitulo 6 37

Capítulo 7 44

Capítulo 8 55

Capítulo 9 61

TERCERA PARTE: Ser totalmente Parker 67

Capítulo 10 68

Capítulo 11 76

Capítulo 12 82

EPÍLOGO 92

RESEÑA BIBLIOGRÁFICA 93

PRÓLOGO

La primera vez que vi a Penelope Parker estaba sentada sobre un taburete en un mercadillo de Shanghai. Rodeada de una nube de vendedores chinos, regateaba animadamente sobre el precio de un par de qipaos de seda. Nos presentamos en seguida, dos mujeres occidentales prácticamente de la misma edad. Más tarde supe que estaba en China recopilando información para un libro, el mismo que ahora tengo la satisfacción de presentar.

Poco después de ese primer encuentro me tropecé con ella en París. Todavía recuerdo el enorme esfuerzo de cortesía que tuve que hacer para aceptar su invitación de visitarla en su hotel. Mi marido acababa de abandonarme tras seis años de matrimonio y aunque acudí a la cita decidida a no hablar de ello, aquella noche terminé confesándome con ella. Le hablé de mi frustración por no haber tenido el valor de decirle a mi marido todo lo que pensaba de él. Le dije también que seguía queriéndole y que no sabía cómo podría volver a ser feliz. «No te preocupes —me dijo mientras revolvía un martini con una rama de eneldo— estoy segura de que volverás a verlo. Volverá a ti aunque no quieras; lo hará aunque para entonces ya no te importe. Créeme, Claire, los hombres —a veces, por desgracia— siempre vuelven.»

En aquel momento sonreí, pedí otro martini y, por supuesto, no la creí.

Meses después de aquella conversación me vi obligada a viajar unas semanas a Brasil. Al marcharme dejé grabado en el contestador del teléfono de mi casa un mensaje con la dirección de mi hotel en Rio de Janeiro, aunque mi familia y mis amigos sabían perfectamente dónde localizarme. Ahora que todo ha pasado no me importa reconocer por qué lo hice. Sabía que mi estancia en Brasil coincidiría con mi cumpleaños, el número 33, el primero sin mi marido a mi lado; y por algún motivo, en aquel instante, recordé las palabras de Penelope. No sabría explicar por qué, pero de pronto tuve claro que si había un momento para que él reapareciese, ese momento era aquél. Por esa razón, cuando en la madrugada de mi cumpleaños regresé al hotel y vi una luz roja parpadear en el teléfono pensé que estaba soñando. Sentada sobre la cama, a miles de kilómetros de casa, tuve por fin la confirmación de lo que había escuchado en París. Tras once meses de silencio allí estaba él, desesperado, explicándome desde el contestador cuánto me echaba de menos y cuánto deseaba volver a verme. Cuando el mensaje terminó colgué el teléfono, llamé al servicio de habitaciones y encargué una botella de champagne helado. Después, me eché sobre la cama, levanté el auricular y llamé a Penelope Parker.

CLAIRE VASSÈ

Praga, 15 de enero de 2005

INTRODUCCIÓN

Examinadlo todo y quedaos con lo bueno.

PABLO DE TARSO, (1 Ts 5,21)

Cierto día de abril, mientras desayunaba con desgana una ensalada de frutas en mi suite del hotel Negresco en Niza, hice uno de los descubrimientos más importantes de mi vida. Aquella mañana, tras repasar mentalmente las rupturas sentimentales que había experimentado hasta entonces y enfrentarme a la aterradora idea de que debía sumar una más a todas ellas, caí en la cuenta de que nadie, absolutamente nadie, podría decirme nunca lo que en aquellas circunstancias necesitaba oír. Al principio me resistí a la evidencia y, como en ocasiones anteriores, recorrí las librerías de medio mundo en busca de respuestas. Fue un esfuerzo inútil. Al igual que otras muchas personas en mi situación, terminé descubriendo que todos aquellos volúmenes seguían un mismo patrón. Obra tras obra y capítulo tras capítulo, psicólogos y terapeutas de todas las escuelas y nacionalidades hablaban de la mejor forma de superar una ruptura sin apenas variar una línea. Primero describían la fase del duelo; después, la aceptación del dolor y finalmente, el temible momento de dejarlo atrás.

El problema era que ninguno de aquellos sabios parecía ser consciente de un detalle fundamental. Yo, sencillamente, no quería dejarlo atrás. Por alguna extraña razón, lo que yo quería era precisamente lo contrario: quería que él volviese, quería que volviese ya, inmediatamente, cuanto antes mejor. Lo que realmente necesitaba, me confesé una tarde al salir de una vieja librería en un suburbio de Ciudad del Cabo, era un manual de instrucciones que me explicase cómo, cuándo y por qué él iba a regresar.

El siguiente paso fue más sencillo. Abandoné mi trabajo por un tiempo, me encerré en la vieja casa de campo de los Parker y comencé a trabajar en un método de actuación propio. A lo largo de más de un año reflexioné sobre mis experiencias sentimentales y sobre las de decenas de mujeres de distintas nacionalidades, edades y ocupaciones que me brindaron sus historias y depositaron en mí su confianza.

De todas esas historias y de todas esas confidencias extraje una conclusión. Después, elaboré un método: el método Parker.

La conclusión, que se resume en el título de esta obra, es que los hombres que abandonan a sus parejas regresan siempre e invariablemente cuando se dan dos condiciones: la primera es que se les haya dejado marchar sin presiones ni reproches; la segunda, que la mujer a la que abandonan sea lo suficientemente fuerte y decidida como para lograr rehacer su vida.

El método para lograr que se den esas condiciones se nutre de grandes dosis de autoestima, resistencia, disciplina y estrategia. Ambos, conclusión y método, están recogidos en el libro y acompañados de casos prácticos.

Antes de terminar estas líneas quiero confesarles algo. Nadie me ha enseñado en las aulas lo que voy a explicarles en esta obra. Mi paso por la universidad me ha resultado de muchísima ayuda en un gran número de ocasiones, pero ni una sola vez me ha servido para solucionar mi vida sentimental. Debo advertirles también sobre lo que no es este libro. Este libro no es una receta mágica y mucho menos un tratado pedagógico. No solucionará por sí solo sus problemas de autoestima, tampoco resolverá sus conflictos con su físico, sus batallas con los hombres o su tendencia a la autocompasión.

Este libro no es más que una simple herramienta, pero si hacen el esfuerzo de aprender a utilizarla verán cómo poco a poco su mapa del mundo comienza a cambiar. Donde ahora está el norte, en el futuro encontrarán el sur; donde antes estaba el este, ahora verán el oeste. Conseguir dar la vuelta a su atlas sentimental, ése es el objetivo de este libro.

Si están dispuestas a ello, levanten la barbilla, respiren hondo y síganme.

Van ustedes a convertirse en verdaderas chicas Parker.

PRIMERA PARTE:

El origen de las Chicas Parker

Capítulo 1

Sigúeme y todo irá bien.

J. M. BAHRIE, Peter Pan y Wendy

UN PEQUEÑO VIAJE CON LÁPIZ Y PAPEL

La memoria es una eficiente herramienta de discriminación. La entrenamos para retener ciertos fenómenos y por eso mismo nos resulta absolutamente inútil para plasmar muchos otros. Al igual que hay personas que descubren que el mundo está lleno de miopes cuando su oculista les prescribe unas gafas, la mayoría de las mujeres fijamos en nuestra mente nuestros fracasos sentimentales y los de nuestras amigas, pero rara vez nos detenemos a analizar algo tan sencillo como qué paso después, justo a partir del momento en que la última de las heridas terminó de cerrarse. Esto resulta especialmente cierto cuando ese después se produce meses, incluso años más tarde.

¿Qué pasó después? Se trata de una pregunta simple, pero encierra una información crucial. Y para demostrárselo voy a proponerle un pequeño ejercicio de introspección. Sea cual sea la edad que tenga, si está leyendo este libro es porque hay o ha habido en su vida alguna ruptura sentimental traumática y eso es lo único que necesitamos para el ejercicio. ¿Preparada? Sostenga una hoja de papel y un bolígrafo y comience a enumerar los nombres de los novios, amantes o maridos que han pasado por su vida y la han dejado en la estacada. Asegúrese de no dejarse nada en el tintero por doloroso o insignificante que le parezca. Sí, aquel chico tembloroso del primer año de universidad que una noche le confesó que la quería y al día siguiente se escurrió como una anguila también cuenta. Lo mismo ocurre con ese lamentable ex marido inmerso en un proceso por evasión fiscal. O con el novio que se marchó alegremente con su mejor amiga del colegio en el intervalo en que usted se agachaba para atarse los zapatos.

Ahora, tras anotar junto a cada nombre qué pasó después de la ruptura, marque con una equis a aquellos hombres que se arrepintieron de su decisión de abandonarla. Aunque no esté a su lado para comprobarlo estoy segura de que al menos uno de esos hombres se comportó exactamente así. En caso contrario, pruebe a hacer el ejercicio con la vida sentimental de sus amigas. Ahora tiene alguna prueba, ¿verdad?

Lo

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