Los ojos del perro siberiano
noelia0410987 de Agosto de 2014
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LOS OJOS DEL PERRO SIBERIANO
(Antonio Santa Ana)
La historia la cuenta un chico que está a punto de viajar hacia otro país y desea desprenderse de toda la carga de su historia y la de su hermano muerto.
Entre su hermano mayor, que es el que ha muerto, se llamaba Ezequiel, el era 13 años más grande.
Su padre era un hombre muy rigoroso e inflexible y sus energías estaban enfocadas en sus negocios. Su madre, una mujer que dedicaba todas sus atenciones a sus plantas que cultivaba en su casa.
Vivían en una muy confortable y grande casa en San Isidro cerca del río.
Ezequiel era el primogénito y por sus características físicas (ojos azules y pelo negro, deportista) y por haber sido durante muchos años hijo único era el preferido de los padres.
El hermano menor, en cambio, tenía ojos y pelo marrón y no había sido un hijo deseado, por lo tanto permanecía al margen de muchos asuntos que involucraban a la familia, en especial cuando comenzaron los problemas por la rebeldía de Ezequiel.
La novia de Ezequiel había quedado embarazada y él desafió a sus padres y a los amigos de sus padres, negándose a casar con su novia que interrumpió su embarazo.
Después Ezequiel enfermó de SIDA y sus padres rompieron toda relación con él y evitaron que los dos hermanos se comunicaran. Contaron a sus amistades que Ezequiel estaba enfermo de leucemia, ya que les parecía menos vergonzoso para la familia.
El hermano menor se entera de la verdad a través de su mejor amigo que él se entera extorsionando a su hermana ya que sus padres le habían contado la historia de Ezequiel para que la tome como ejemplo y se cuide, se aleja de él por la enfermedad de Ezequiel y decide, sin decírselo a sus padres, buscar a su hermano para recomponer los lazos perdidos aunque sea por el tiempo que le quedara de vida.
Ezequiel lo recibe feliz y le cuenta la historia de su perro siberiano, que fue rescatado de la muerte por no tener las estrictas características de pedigrí y en cuyos ojos siempre ve amor, no así en las miradas de sus familiares humanos. Comparten largas horas de diálogos que les permite conocerse y tender lazos fraternales compartiendo una salida a una cancha de fútbol (que sus padres no hubieran aprobado), escuchando música o caminando simplemente.
Cuando Ezequiel fallece él está a su lado, recompensado de alguna manera por la oportunidad de haber compartido los últimos momentos de su hermano.
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