Paráfrasis Popol Vuh, Por Partes.
PilaRoma18 de Noviembre de 2013
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PRIMERA PARTE
Nos comienza narrando el principio, cuando todo era nada. Sólo estaban el mar en calma y el cielo en toda su extensión.
Sólo el Creador, el Formador, Tepeu, Gucumatz, los Progenitores, estaban en el agua rodeados de claridad. Estaban ocultos bajo plumas verdes y azules. De grandes sabios, de grandes pensadores es su naturaleza. De esta manera existía el cielo y también el Corazón del Cielo, que éste es el nombre de Dios. Así contaban.
Ellos meditaron, reflexionaron, compartieron su pensamiento y acordaron que cuando amaneciera debía aparecer el hombre.
Para realizar todo lo dicho, comenzaron con las preguntas ¿Cómo amanecerá? ¿Quién producirá el alimento? Etc...
El poder de la palabra, es algo muy fuerte, mágico y relevante y tan solo con eso comenzaron la creación, diciendo:
-- ¡Hágase así! ¡Que se llene el vacío! ¡Que esta agua se retire y desocupe, que surja la tierra y que se afirme! Así dijeron. ¡Que aclare, que amanezca en el cielo y en la tierra!
-- ¡Tierra! -- dijeron, y al instante fue hecha.
Así solo con su palabra.
Todo lo que estaban haciendo merecía al instante gloria, pero ellos sabían que no la habría sino hasta que existiera el hombre.
Primero se formaron la tierra, las montañas y los valles; se dividieron las corrientes de agua, los arroyos se fueron corriendo libremente entre los cerros, y las aguas quedaron separadas cuando aparecieron las altas montañas y en ellas brotaron rápidamente los cipresales y pinares.
Así crearon la Tierra Corazón del Cielo y Corazón de la Tierra, los primeros que la fecundaron.
Luego hicieron a los animales pequeños del monte, los guardianes de todos los bosques, los genios de la montaña, los venados, los pájaros, leones, tigres, serpientes, culebras, cantiles (víboras), guardianes de los bejucos.
Luego hicieron a los animales pequeños del monte, los guardianes de todos los bosques, los genios de la montaña, los venados, los pájaros, leones, tigres, serpientes, culebras, cantiles (víboras), guardianes de los bejucos. Posteriormente les fue designado su hogar a cada uno.
Al final de todo esto les hicieron el mandato de que hablaran, gritaran, y ante todo que los alabaran e invocaran, pues esto era lo que los Dioses querían y al darse cuenta de que no era posible que hablaran se enfadaron y les dieron una maldición.
--Vosotros aceptar vuestro destino: vuestras carnes serán trituradas.
Así dijeron, así será su suerte.
Volvieron a intentar que hablaran, pero nada se pudo hacer. Dado esto se les condeno entonces con mucha más furia a ser comidos y matados los animales que existen sobre la faz de la Tierra.
Hicieron la primera creación del hombre con lodo y tierra como carne. Se deshacía, no se movía, se caía, no movía la cabeza, al principio hablaba pero no se le entendía, era prácticamente inútil.
Al notar que no podía andar ni multiplicarse se consultaron entre sí preguntándose: ¿Cómo haremos para perfeccionar a nuestros adoradores e invocadores?
Les hablaron entonces a la abuela del día y la abuela del alba, llamadas así por el creador y formador. Hablaron y dijeron la verdad:
-Saldrán vuestros muñecos de madera; hablarán y conversaran en esta Tierra.
Y así fue, al instante fueron labrados.
Existieron, se multiplicaron, tuvieron hijos e hijas, pero no tenían almas.
No se acordaban de su Creador y de su Formador. Estaban secos, por esta razón ya no pensaban en los que les daban el ser y los cuidaban. Estos fueron los primeros hombres que habitaron en gran número la Tierra, pero cayeron en desgracia. Los aniquilaron, los deshicieron, les dieron muerte, una muerte terrible, en condena por su ingratitud. Y se dice que su descendencia es el mono y por esta razón se parece al hombre, siendo la muestra de una generación hecha de madera.
(Los siguientes capítulos de la primera parte se desviaron de la creación, contando la destrucción de los seres soberbios y orgullosos, siento que debo contarlo porque ahí es donde se comienza la mención de Hunahpú e Ixbalanqué, personajes relevantes en esta historia)
La soberbia y los defectos existen en la Tierra desde antes de que nosotros la habitáramos, siendo los mismos dioses que se peleaban entre ellos, un ejemplo claro es Vucub-Caquix que al notar las fallas en la creación del hombre se alzaba y se sentía un ser grande ante todas las creaciones, se sentía sol y luna, con un gran resplandor. Esa era su única ambición, ser grande.
Esto era notado por los verdaderos dioses, entre ellos los honorables y humildes Hunahpú e Ixbalanqué a quienes su actitud no les parecía correcta y decidieron darle muerte.
Lo harían causándole una enfermedad, acabándose todas sus riquezas.
--Y también así lo harán todos los hombres, porque no deben envanecerse por el poder ni la riqueza. Así será dijeron.
Vucub-Caquix tenía dos hijos: Zipacná y Cabracán, siendo estos iguales de orgullosos que su padre.
Hunahpú e Ixbalanqué mataron a Vucub-Caquix, sacándoles los dientes y en lugar de ellos le pusieron maíz. Y por último le reventaron las niñas de los ojos y acabaron quitándole su riqueza. Así murió.
Su hijo Zipacná había sido responsable de la muerte de ¡Cuatrocientos muchachos! Por lo que los corazones de Hunahpú e Ixbalanqué se llenaron de rencor y lo mataron. Fue vencido al pie del cerro el segundo de los soberbios. Solo por un prodigio.
Sólo falta el tercero de los soberbios: Cabracán, le dieron un pájaro a comer, siendo este su ruina, se le aflojaron las piernas y las manos, quedándose sin fuerza, enseguida los muchachos lo amarraron, lo botaron al suelo y lo enterraron.
¡Que maravillosas su hazañas de Hunahpú e Ixbalanqué!
SEGUNDA PARTE
Ixpiyacoc se casó con Ixmucane y tuvieron dos hijos varones: Hun- Hunahpú y Vucub-Hunahpú. Vucub- Hunahpú permaneció soltero y no tuvo hijos.
En cambio, su hermano Hun-Hunahpú se casó con Ixbaquiyalo y a su vez tuvieron dos hijos también varones: Hunbatz y Hunchouén.
Los hermanos Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú se llevaban muy bien. Les gustaba jugar a los dados y con los hijos de Hun-Hunahpú jugaban por equipos al juego de pelota. La pelota era de caucho y los jugadores utilizaban muchos ornamentos y protecciones.
Vivían felices y contentos todos en la misma casa, abuelos, hijos y nietos, hasta que un día muere Ixbaquiyalo y los niños Hunbatz y Hunchouén quedan bajo el cuidado de su abuela paterna, Ixpiyacoc.
Un día estaban jugando en el camino de Xibalbá.
Se llamaba Xibalbá al mundo subterráneo o al infierno. Los señores que habitaban ese mundo eran todos malvados. Demonios amigos de la sangre, las desgracias y la muerte.
Ese día los señores de Xibalbá se sintieron molestos al escuchar los ruidos que los hermanos hacían mientras jugaban a la pelota. Furiosos, se reunieron en consejo para decidir cómo castigarlos. Esos señores además de querer castigarlos, como eran muy envidiosos, deseaban quedarse con los hermosos ornamentos que los hermanos utilizaban para el juego: las máscaras, los escudos, los guantes, las coronas y las pecheras de cuero que usaban para protegerse del golpe de la pelota y la famosa pelota de caucho. Decidieron hacerles una invitación a jugar pelota. Los hermanos se sorprendieron ante el pedido y vieron que no podían hacer otra cosa más que acompañar a los búhos mensajeros a Xibalbá.
Se despidieron de su madre y antes de partir escondieron la pelota de caucho en un hueco que había en el techo de la casa.
Hun-Hunahpú llamó a sus dos hijos y les dijo: Nos han mandado llamar los Señores de Xibalbá. Ustedes ocúpense de tocar la flauta y cantar. De pintar y esculpir. Deben también mantener caliente la casa y el corazón de su abuela.
Los dos hermanos emprendieron su camino y pasarón algunas dificultades sin problema. Llegaron a un cruce de cuatro caminos de cuatro colores. Los hermanos no sabían cual camino debían tomar, pero el camino negro les habló así: --Yo soy el camino del Señor de Xibalbá.
Entonces los hermanos decidieron seguir ese camino hasta que llegaron a Xibalbá donde estaba reunido el Consejo de los Señores. Los señores habían colocado muñecos de palo en su lugar, por esta razón, cuando los hermanos los saludaron con respeto al llegar, ninguno respondió. Los verdaderos Señores escondidos se reían a carcajadas de ellos por que sentían que ya los habían vencido. Luego se acercaron los señores Hub-Camé y Vicub-Camé para recibirlos y luego los invitaron a sentarse sobre un banco de piedra ardiente y los hermanos se quemaron al sentarse. Los señores se divertían viendo sufrir a los hermanos. Más tarde les dijeron: -Vayan a descansar en la casa oscura. Allí dentro no se veía nada. Al entrar les dieron un cigarro y una raja de ocate encendida para que los alumbrara advirtiéndoles que debían devolverlos sin consumir al amanecer. O sea que debían devolverlos enteros.
Pero el ocate se consumió y el cigarro también. Al día siguiente cuando les preguntaron qué pasó con ellos, se enteraron de que se habían consumido, por esto los condenaron a muerte. Mataron a los hermanos y antes de enterrarlos juntos, le cortaron la cabeza a Hun-Hunahpu y la colocaron entre el follaje de un árbol sembrado en Puchal-Cha.
Cuando los sirvientes colocaron la cabeza de Hun-Hunapu en el árbol, este se llenó de frutos al instante provocando la admiración de todos
...