Reflexión de la cueva a la cabaña

Respuestas a paradigmas en:

De la cueva a la cabaña.

Reflexión sobre la interpretación de lo tectónico y lo estereotómico.

Por: David Jiménez

En la búsqueda de formas para entender la arquitectura, no es raro encontrarse tanto con posturas limitadas a la mera producción de espacios adaptados para ser habitados, soportándose únicamente en una visión funcional; como también es común hallar ideas contenidas en razonamientos abstractos tan complejos, que parecen solo generar cuestionamientos y abstenerse de hacer aporte alguno. Pero bueno, es en el contraste donde se hace un poco mas sencillo diluir lo que tiene cada postura para hacer una contribución objetiva.

Es así como el texto “De la Cueva a la Cabaña” (Campo Baeza, 2003) busca poner en manifiesto la explicación a conceptos tales como “lo tectónico” y “lo estereotómico”. Pasa que, aunque el autor describa incluso la etimología de dichas palabras, en primera instancia no termina por entenderse a lo que en arquitectura se refiere.

Y es que puede entenderse, que sean términos opuestos, ya que, si hablamos de lo tectónico, nos referimos a lo que sobresale de la tierra, mientras que lo estereotómico pertenece a ella (Campo Baeza, 2003). En este sentido el autor relaciona lo anterior con la materialidad, de forma que los materiales relativos a la madera se refieren a lo tectónico mientras los materiales pétreos, a lo estereotómico.

En este punto, aunque ya se haya dado más información, no se digieren estos términos por completo. Es allí donde, se hace preciso mostrar su significado valiéndose de una simulación mental que involucrará conceptos tal como lo son la luz y la gravedad.

En este orden de ideas, en el primer concepto, la gravedad, en el caso de lo estereotómico parte desde la materialidad, buscando la forma de integrase a la tierra, por eso inclusive la familiaridad con los materiales pétreos, es decir, que ni siquiera es el intento de integrar algo con la tierra si no que mas bien pareciera que surge de ella, que está tan sólidamente aferrado que hace parte de ella, y es aquí donde tiene sentido que el título del texto inicie con la alegoría a una cueva.

Por otra parte, la cabaña, indicará la alegoría de lo sobrepuesto, lo que por el contrario de surgir o pertenecer a la tierra, se excluye de ella, no hace parte, es más, pareciera que se niega a hacer parte, dice el autor “se para de puntillas”, y esto por contar con una materialidad que se interpreta mucho mas liviana, menos densa, que tiene que ver menos con la tierra.

Seguidamente, el texto hace una representación que, en lo personal, es la forma mas clara de explicar los términos en cuestión, y es a través de la luz.

Y es que en principio también propondrá una premisa que no suena del todo coherente, la cual es que mientras lo estereotómico busca la luz, lo tectónico busca la oscuridad (Campo Baeza, 2003). ¿Y es que, qué clase de arquitecto busca privar a un proyecto de la luz? Porque tuve que pasar por alto esta afirmación y esperar que en el transcurrir de la lectura esto fuera aclarado.

Y resulta que sí era una expresión muy pragmática, puesto que el arquitecto según el espacio que requiera, debe acondicionar la luz a su favor, esto quiere decir que, si bien se necesita iluminación también, sin algo que se le oponga, se tendrá un exceso de ella.

Lo anterior sí que fue de provecho para mí, ya que normalmente no se evalúa de forma profunda la sobrexposición de luz en los proyectos, quizá se reduce a un tema de control térmico en ambientes cálidos, pero por iluminación, siembre se busca aprovechar al máximo la luz natural, para reducir el consumo eléctrico, no obstante, pocas veces nos ponemos a pensar si será confortable que el proyecto reciba luz natural en exceso.

Pero volviendo al texto, es aquí donde el autor decide recrear la visión de lo estereotómico con muros de piedra que conforman un espacio, uno que requiere aprovisionarse de luz, y por tanto se abrirán huecos para que esta entre.

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