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Resumen Iliada


Enviado por   •  9 de Abril de 2014  •  2.550 Palabras (11 Páginas)  •  379 Visitas

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http://serviciodelenguajeyliteratura.blogspot.com/2009/10/la-iliada-homero-resumen.html?m=1

El Rapto de Helena fue el pretexto para desencadenar la guerra de Troya, aunque los verdaderos motivos debieron ser otros, ya que los estados griegos fueron presionados desde el norte, por pueblos que ya dominaban las armas de hierro y que penetraron en Grecia durante los últimos siglos del segundo milenio anterior a nuestra era. Muchos reinos griegos debieron verse impulsados a buscar nuevos horizontes y atacaron Troya para hacerse con las rutas comerciales que los troyanos controlaban por el Estrecho de los Dardanelos y de las costas de Asia Menor. La coalición de las tribus griegas contra los "bárbaros" asiáticos contó con un ejército de unos cien mil hombres bajo el mando de Agamenón, rey de Argos, el más destacado reino de Grecia, al que acompañaron: su hermano Menelao, rey de Esparta; Néstor, rey de Pilos; Aquiles, rey de Ftía (Tesalia), país de los mirmidones; Ulises, rey de Itaca y otros reyes como Diomedes, Áyax, Idomeneo, Filoctetes, etc. La ciudad cayó y fue incendiada, después de 10 años de asedio, y los supervivientes fueron exterminados o reducidos a esclavitud y deportados. El único héroe que se salvó fue Eneas, protagonista de la Eneida de Virgilio, quien erró largo tiempo antes de establecerse en Italia y fundar una estirpe en la que Roma quiso hallar sus remotos y legendarios orígenes.

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Modernas excavaciones arqueológicas han revelado que Troya fue destruida por el fuego a principios del siglo XII a.C., tradicional fecha de la guerra, y que ésta pudo haber estallado o bien por el deseo de saquear esa rica ciudad o por poner fin al control comercial que Troya ejercía sobre Dardanelos

Relatos legendarios de la guerra remontan su origen a una manzana de oro, dedicada a “la más bella”, que lanzó Eris, diosa de la discordia, entre los invitados celestiales a las bodas de Peleo, soberano de los mirmidones, y Tetis, una de las nereidas. La entrega de la manzana a Afrodita, diosa del amor, por parte de Paris, hijo de Príamo, rey de Troya, aseguró a Paris el favor de la diosa y el amor de la hermosa Helena, mujer de Menelao, rey de Esparta. Helena se fue con Paris a Troya y como consecuencia se organizó una expedición de castigo, al mando de Agamenón, rey de Micenas, para vengar la afrenta hecha a Menelao. El ejército de Agamenón incluía a muchos héroes griegos famosos, como Aquiles, Patroclo, Áyax, hijo de Telamón y Áyax, hijo de Oileo, Teucro, Néstor, Odiseo y Diomedes.

Como los troyanos se negaron a devolver a Helena a Menelao, los guerreros griegos se reunieron en la bahía de Áulide y avanzaron hacia Troya en mil naves. El sitio duró diez años y los nueve primeros transcurrieron sin mayores incidentes. En el décimo año, Aquiles se retiró de la batalla por un altercado que tuvo con Agamenón; la acción de Aquiles proporcionó a Homero el tema de la Iliada. Para vengar la muerte de su amigo Patroclo, Aquiles retomó la lucha y mató a Héctor, el principal guerrero troyano. Otros hechos, que aparecen narrados en poemas épicos posteriores, abarcan la victoria de Aquiles sobre Pentesilea, reina de las Amazonas, y Memnón, rey de Etiopía, y la muerte de Aquiles en manos de Paris.

La ciudad de Troya fue tomada finalmente gracias a una traición. Un grupo de guerreros griegos consiguió entrar en la ciudad ocultándose en el interior de un gran caballo de madera (véase Caballo de Troya). A continuación los griegos saquearon y quemaron la ciudad. Sólo escaparon unos pocos troyanos, el más famoso de ellos Eneas, quien condujo a los demás sobrevivientes hacia la actual Italia. Virgilio ha contado esta historia en la Eneida.

El retorno de los guerreros griegos a Grecia también inspiró muchos poemas épicos. El más famoso de ellos es el de Odiseo, que regresa a Ítaca después de diez años de difícil travesía, tal como lo elabora poéticamente Homero en la Odisea.

LA TRAMA

Históricamente, La Iliada aborda la guerra que culminó, luego de una década de duración, con la conquista y destrucción de la ciudad de Troya también conocida como Ilión, (de ahí el nombre de la obra) ubicada en Asia Menor.

Escrita en forma de un extenso poema épico 15,674 versos hexámetros (una de las métricas clásicas de la poesía antigua) agrupados en 24 rapsodias o cantos, aborda la cólera del susceptible Aquiles, máximo héroe del ejército griego, durante el conflicto motivado por el rapto de Helena, que según cuentan, era hija del propio dios Zeus, esposa de Menelao, rey de Lacedemonia, a manos de Paris, hermano de Héctor, a su vez el principal héroe de los troyanos.

En cierto momento, Aquiles se retira de la contienda, luego de reñir con Agamenón, hermano de Menelao y rey de Argos y Micenas, quien también le agandallará una hermosa esclava al héroe griego, negándose a devolverla pese a sus airados y comprensibles reclamos.

Estas divisiones no solo ocurren en las tropas griegas, sino entre los propios dioses del Olimpo quienes, además de observar la contienda desde el cielo, frecuentemente se dan sus escapadas abajo para apoyar a su bando favorito.

Furiosas batallas se suceden al pie de las fortificaciones de los troyanos, quienes logran hacer retroceder a sus enemigos hasta sus propias embarcaciones, amenazando con incendiarlas, mientras Aquiles permanece inactivo en su campamento al que llega su amigo Patroclo a suplicarle retornar a la lucha; ante su negativa, le pide prestada su armadura, con la que retornará a la pelea con la intención de engañar al enemigo, haciéndole creer que es su propio dueño quien combate.

La treta surte efecto y los troyanos regresan a refugiarse tras las murallas de su ciudad, pero la confianza de Patroclo lo hace alejarse demasiado de sus compañeros para terminar muerto por la espada de Héctor, quien para mayor humillación despoja el cuerpo de sus pertenencias.

Aquiles llora desconsoladamente la suerte de su amigo, la que lo decide regresar a la lucha para vengarlo, con nuevas armas y armadura proporcionadas por Hefesto, el herrero del mismísimo Olimpo. Se reanudan las hostilidades con mayor violencia entre hombres y dioses, quienes bajan a incorporarse a la lucha.

Finalmente, los troyanos vuelven a encerrarse dentro de su ciudad, con excepción de Héctor quien, envalentonado, pretende enfrentar a Aquiles, pero al encontrarse ante éste, prudentemente cambia de opinión y pone pies en polvorosa.

Al encontrar cerradas las puertas de su ciudad, empieza a correr alrededor de sus murallas perseguido por el héroe griego. Ambos finalmente se enfrentan y Aquiles le da cuello al escurridizo troyano, cuyo cadáver amarra un carro para arrastrarlo de regreso a su campamento, donde organiza unos fastuosos funerales para su vengado amigo Patroclo.

El propio Priamo, rey de Troya y padre de Héctor, acude a rogar la devolución de los restos de su hijo; Aquiles, quien finalmente también tiene su corazoncito, lo acompaña en su llanto antes de ordenar le entreguen el cadáver, el cual también es objeto de honras fúnebres acordes a su investidura.

CANTO I

Se pide desde el principio a la musa que mande el canto de las desgracias alcanzadas por la ira de Aquiles. Llega a la asamblea de los argivos, Crises, sacerdote de Apolo para rescatar a su hija, hecha cautiva hacía poco en la guerra y por honor entregada a Agamenón. Apolo mandó sobre el ejército una terrible epidemia por haber sido rechazado ignominiosamente su sacerdote. Aquiles hace una asamblea, para aplacar al dios, en la que el adivino Calcas pregona que ellos debían liberar a su hija Criseida de tan terrible disputa. Ante la presión Agamenón decide devolver a Criseida, pero le arrebata a Aquiles a Briseida a quien había sido concedida como premio a su valor. Se apodera de Briseida aunque Néstor se opone. Enardecido por esta ofensa, decide el firme joven separarse de la guerra con los mirmidones, sus soldados. Su madre Tetis reafirma su propósito y promete venganza al suplicante. Mientras tanto el ejército ofrece sacrificios expiatorios y son ofrecidos a Apolo. Entonces se hace retirar a Crises a su casa junto con las víctimas propiciatorias, por quienes es expiado el crimen siendo sacrificadas, puesto que se había presentado Tetis en el Olimpo ocultamente, favoreció con la victoria a los troyanos, mientras los aqueos no dieran una satisfacción a Aquiles. Hera, enemiga de los troyanos ataca estas determinaciones clandestinas y riñe con Zeus en la cena. Por esta causa se entristece toda la asamblea de los dioses, a quienes Hefesto hace volver finalmente a la tranquilidad y alegría.

CANTO II

Zeus-quien habría de vengar la injuria inferida a Aquiles-, le envió un sueño a Agamenón para incitarlo a realizar la batalla con la esperanza de la victoria (1-40). Al amanecer, Agamenón manifestó lo comunicado en el sueño y su propia decisión a los jefes de los argivos; reunió al poco una asamblea de todos (41-100). Le agradaba para probar la fe del pueblo, del que desconfiaba, fingir la determinación de retornar a la patria: habiendo oído esto la multitud comenzó enseguida, cansada ya por la guerra, a sublevarse y a preparar la navegación. Odiseo reprimió la rendición de común acuerdo y por consejo de Atenea se valió de súplicas, amenazas y oprobios para que volvieran de este modo a la asamblea. A Tersites, aquel hombre torpe y malhablado que no cesaba de urgir la retirada, lo castigó con mayor severidad para escarmiento de los demás. Así cohibido el populacho se doblegó por fin a dejarse persuadir por los excelentes discursos de Odiseo y de Néstor quienes renovaron las antiguas promesas y se valieron de estas ostentaciones para que los aqueos tuvieran confianza en el combate; el mismo Agamenón ordenó el combate y llenó del ardor de la pelea el ánimo de todos. Ya se anima el ejército; los primeros, sacrificadas ya las mayores víctimas, se sientan al convite delante de Agamenón; los demás toman sus alimentos por diversas partes y of recen sacrificios, y cada pueblo, instruido por sus jefes marcha a la batalla. Se inserta en este lugar el cuidadoso catálogo de las naves, pueblos, jefes, que habían seguido a Agamenón a la guerra de Troya. También los troyanos, descubrieron lo que tramaban los aqueos, marchan al campo bajo el mando de Héctor junto con sus aliados, de los que se añade una breve reseña.

CANTO III

Al primer encuentro del combate, Paris o Alejandro provoca con suma fiereza a cada uno de los aqueos para el combate; pero en cuanto ve a Menelao saltando de su carro, huye atemorizado. Poco después él mismo, impulsado por los gritos de Héctor se ofrece en singular desafío con Menelao, comenzando lo más importante de la batalla; aceptada la condición pide Menelao que vaya por medio una promesa, consagrándola ante la presencia de Príamo. Así pues los ejércitos dejan las armas y se preparan sacrificios de ambas partes, mientras tanto Helena llama desde la torre a Príamo y a los ancianos de Troya, a los jefes argivos que están en el campo inferior. Siendo llamado, se presenta Príamo en compañía de Antenor y se hace un pacto según el antiguo rito y bajo estas condiciones, de que si uno de los dos venciese al otro, obtendría a Helena y sus riquezas; pero los troyanos inferiores a los aqueos pagarían una fuerte multa. Después de la partida de Príamo, toman las armas Menelao y Paris y marchan al espacio convenido para la pelea; pero Paris, superado por Menelao, es sustraído por Afrodita ocultamente y se lo lleva incólume a su propia morada. Al mismo lugar lleva a Helena, quien resistiendo primero al nuevo marido le echa en cara su cobardía; sin embargo poco después se reconcilia con él. De esta manera, en vano busca Menelao al adversario que estaba gozando de la protección de la diosa, mientras Agamenón busca públicamente el precio de la victoria que se había pactado.

CANTO IV

Debiendo ser devuelta Helena a los aqueos según el pacto y dirimidas las diferencias en la línea de combate en la que fue separado Paris; Hera indignada en la asamblea de los dioses, no pudo contener ya su odio contra los troyanos e insiste ante Zeus a fin de que conceda que los aqueos den muerte a Paris. Atenea, enemiga también de los troyanos, enviada a la tierra por la exhortación de Zeus, persuade a Pándaro Licio para que lanzada una flecha contra Menelao, rompa el pacto e introduzca una nueva causa para combatir. Llamado el médico Macaón, cura a Menelao de su herida no mortal. Mientras tanto, armados nuevamente vuelven a combatir los troyanos, mientras Agamenón va y viene entre la multitud de aqueos, alabando el valor de algunos como Idomeneo, Áyax y Néstor, que ya estaban situados en el campo de batalla y reprendiendo la tardanza de los otros como Menesteo, Odiseo, Diomedes que aún no se llenaban del nuevo ardor para combatir. Se reanuda la lucha, en la que Ares por una parte y Apolo, Atenea y otras divinidades por la otra, ayudan respectivamente a los troyanos y a los aqueos.

CANTO V

Los aqueos continúan despedazando a los troyanos; delante de todos, el insigne Diomedes lleno de ferocidad por la protección de Palas retira a Ares de la batalla. Pero él mismo herido por Pándaro, ataca con mayor vehemencia a los enemigos; mata a Pándaro, estando de pie, y después peleando desde el carro de Eneas; hiere a Eneas que cubría el cuerpo de su amigo; hiere a Afrodita en la mano, pero Iris la saca del combate. Afrodita librada por su hija en el carro de Ares, la lleva al Olimpo, en donde su madre Dione la cobija en su seno. Los otros dioses se ríen sin que lo note. Apolo libra a Eneas, apartado por Atenea del furor de Diomedes y lo cura recreándolo en la fortaleza troyana y llama nuevamente a Ares a las filas. Ares exhorta a los troyanos para que peleen con fortaleza; enseguida se presenta ante ellos Eneas, ya curado. Tampoco los aqueos combaten con cobardía y caen muchos de una y otra parte, entre éstos Tlepolemo contra Sarpedón; finalmente se alejan poco a poco los aqueos. Hera y Atenea vienen desde el Olimpo en auxilio de éstos que luchaban. Por estas palabras de Hera se enardece nuevamente la masa; pero Diomedes aconsejado y conducido por Atenea, hiere al mismo Ares quien regresa enseguida al Olimpo desde el campo de batalla y ahí sana, siguiéndolo también las diosas.

CANTO VI

El adivino Héleno, cuando decaía en huida el ejército troyano exhorta a Héctor para que haga un sacrificio público a Atenea en la fortaleza (1-101). Así pues él, habiéndose reanudado la lucha rápidamente, marcha a la ciudad; en este combate, Diomedes y Glauco, jefe de los licios, encaminándose al lugar de la lucha, antes de llegar a las manos, habiendo recordado la hospitalidad de sus padres, hecho el cambio de las armas, unen sus diestras (102-236). Hécuba y las demás matronas, por consejo de Héctor y de los próceres troyanos, llevan el manto al templo de Atenea y expresan sus votos por la salvación de la patria (237-311). Mientras tanto Héctor, en su casa, hace volver a Paris reprendiéndolo en el campo de batalla (312-368); a su esposa Andrómaca, la buscó en vano en sus habitaciones y salió finalmente de la ciudad por la puerta Escea; la encuentra con su hijo Astianacte y les habla por última vez (369-502). Armado, Paris alcanza a su hermano en el camino (503-529).

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