ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Resumen La Ilíada


Enviado por   •  8 de Septiembre de 2014  •  Resúmenes  •  2.673 Palabras (11 Páginas)  •  268 Visitas

Página 1 de 11

Resumen La Ilíada

El poema está integrado por treinta y cuatro subdivisiones o libros. Para una mejor comprensión de su argumento conviene conocer algunos antecedentes:

Un día, según cuenta la leyenda, los dioses y las diosas de la antigua Grecia celebraban con regocijo el casamiento de la diosa marina Tetis. De pronto, se vio aparecer a alguien a quien no se había invitado: era Eris, la diosa de la Discordia. Con ademán de cólera, arrojó en la reunión una manzana de oro en la que había escritas estas palabras: “A la más hermosa”. Durante unos instantes se hizo el silencio; luego, tres hermosas se adelantaron a recibir el premio: Hera, reina del Olimpo, esposa de Zeus, rey de los dioses y de los hombres; Afrodita, diosa del amor y de la belleza, que había nacido de la espuma del mar; y Atenea, diosa de la sabiduría, surgida de la frente de Zeus, ya adulta y vestida con brillante armadura. Cada una de ellas se creía la más hermosa y reclamaba la manzana de oro. Los dioses quedaron sumidos en la mayor perplejidad, puesto que ninguno, ni siquiera el mismo Zeus, se atrevía a conceder el premio, convencidos de incurrir con ello en la cólera de las dos que no lo hubieran recibido. Puesto que los inmortales habían rehusado resolver la cuestión, las diosas decidieron apelar al juicio de los hombres. Existía en aquel tiempo, en Asia Menor, cerca de Dardanelos, un pequeño reino feliz y próspero en el cual gobernaba Príamo. Ese reino era Ilion, o Troya. Príamo tenía hijos e hijas que amaba tiernamente, pero también amaba a sus subditos, como si fueran sus propios hijos. Su capital, Ilion, era hermosa y vivía en paz. Estaba, por lo demás, rodeada de sólidas murallas de un metro y ochenta de espesor. A Troya, pues, se encaminaron las tres diosas, y se dirigieron a un joven pastor. Su nombre era Paris, hijo del rey Príamo, y cuidaba en un prado los carneros de su padre. Paris no podía decidir cuál de las diosas era la más hermosa, pero ellas estaban tan ávidas por ganar la manzana y el título, que le hicieron promesas tentadoras. Hera, la reina, promete al joven el poder; Atenea le asegura gloria en las armas; y Afrodita, una mujer incomparablemente hermosa. Paris ofrece la manzana de oro a Afrodita, atrayéndose así la ira de Atenea y de Hera. Esto fue el fin de la paz de Troya, como no se tardará en ver. Poco tiempo después, Paris fue enviado a visitar la corte de Menelao, rey de Esparta. Allí se enamora de Helena, esposa de Menelao, y por poder de Afrodita, la mujer abandona su casa y huye a Troya con Paris. Menelao, furioso y desesperado, convoca a los demás reyes griegos para emprender la guerra contra los troyanos y forzar a Helena a regresar. Numerosos reyes respondieron favorablemente a estos propósitos, unos impulsados por ansias de gloria o con la esperanza de ganar botín; otros porque Menelao es un aliado o un pariente, o bien porque los dioses así lo dispusieron. Porque debe saberse que a los dioses les encantaba asistir a una buena batalla entre los mortales, y frecuentemente descendían del Olimpo para intervenir en ellas, si las cosas no se resolvían de acuerdo con sus deseos. Sólo después de dos años pudieron los griegos hacerse a la mar, pues necesitaron construir navios, movilizar guerre­ros, consultar a los dioses por intermedio de los oráculos, y, finalmente, reunir los diversos ejércitos bajo un jefe supremo. El mando se confió a Agamenón, rey de Micenas, hermano de Menelao y gran guerrero. Además, tenía el mérito de haber reclutado la mayor parte de los navios y de los soldados de la expedición. Los griegos contaban también con otros jefes de renombre: el bravo Aquiíeo, el de los pies ligeros; Ulises, sabio y sagaz, por lo que se le apodaba “el astuto”; Ajax, de fuerza de gigante; Diomedes, rey de Etolia; Néstor de Pylos, viejo, pero sabio y experimentado. Se estima que el ejército griego logró reunir cien mil hombres. Por su parte, los troyanos no habían tardado en organizar su ejército, de modo que dos poderosas falanges se enfrentaron cuando, después de haber atravesado el mar Egeo, los griegos echaron anclas en la playa que bordea los muros de Troya. La lucha continuó durante nueve años, y los griegos no consiguieron derribar las murallas. Los troyanos hacían salidas de vez en cuando, pero ninguno de los adversarios podía jactarse de la victoria, y parecía que la guerra no habría de terminar jamás. No obstante, en el décimo año la guerra concluyó…, pero conviene, a partir de aquí, comenzar con el

ARGUMENTO: Los troyanos se encuentran detrás de las murallas de su ciudad; los griegos han construido un campo fortificado en derredor, delante de los muros de Troya; han varado sus barcos en la playa o bien los han anclado cerca de ella. Entre la ciudad y el campo de los griegos se encuentra una especie de tierra de nadie donde se desarrolla casi todo el combate. Cerca de diez años han transcurrido desde el comienzo de la guerra. Ahora, el campo griego está animado por viva agitación, porque Aquiles y Agamenón discutieron, y Aquileo retiró sus tropas; él mismo permanece enfadado en su tienda. La fhadre de Aquileo es justamente aquella Tetis a quien se le hizo el banquete de bodas, hace ya muchos años, y que fue el ori­gen del conflicto. Tetis no podía soportar ver a sus hijos desgraciados, por lo que ruega a Zeus que castigue a Agamenón, y el dios envía un mensajero a Héctor, el más valiente de los troyanos, y le promete grandes victorias sobre los griegos. Enardecidos por este aliento, los troya-nos avanzan fuera de los muros de su ciudad; mientras Héctor y Paris se acercan a los guerreros griegos, advierten a Menelao, el de los cabellos rubios, que conduce su ejército a través de la llanura. Héctor reprocha a Paris haber provocado esta gran guerra, consecuencia del rapto de Helena. Paris propone decidir la cuestión con un combate cuerpo a cuerpo con Menelao. Héctor ordena a su ejército hacer alto, y los heraldos proclaman el desafío. Todos se ponen de acuerdo para declarar victorioso al bando de aquel que venza en el duelo. Ambos ejércitos se han dispuesto para contemplar el espectáculo de la lucha a muerte entre Paris y Menelao. Paris se arroja contra Menelao con su larga lanza de punta aguda, pero ésta resbala en el escudo con que se protege Menelao. El Espartano arroja su lanza con fuerza, perfora el escudo de Paris, y a través del escudo, la coraza; pero Paris salta y no sufre mal alguno. Entonces Menelao, el de los cabellos rubios, se lanza sobre Paris y le rompe en el casco su hermosa espada. Exasperado, atrapa con las manos el casco del príncipe troyano, que arro­ja a tierra. Pero Afrodita protege a su favorito: lo rodea de una nube negra y lo transporta detrás de los muros de la ciudad. De esta manera, la guerra habría terminado, si los dioses no hubieran decidido otra

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (15.1 Kb)  
Leer 10 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com