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Romeo Y Julieta

07149917 de Noviembre de 2014

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Romeo y Julieta [Guion]

PERSONAJES

ESCALA, Príncipe de Verona.

PARIS, pariente del Príncipe.

MONTESCO.

CAPULETO.

Un viejo de la familia Capuleto.

ROMEO, hijo de Montesco.

MERCUTIO, amigo de Romeo.

BENVOLIO, sobrino de Montesco.

TEOBALDO, sobrino de Capuleto.

FR. LORENZO, FR. JUAN, de la Orden de San Francisco.

BALTASAR, criado de Romeo.

SANSÓN, GREGORIO, criados de Capuleto.

PEDRO, criado del ama de Julieta.

ABRAHAM, criado de Montesco.

Un boticario.

Tres músicos.

Dos pajes de Paris.

Un Oficial.

La señora de Montesco.

La señora de Capuleto.

JULIETA, hija de Capuleto.

El ama de Julieta.

CIUDADANOS de Verona, ALGUACILES, GUARDIAS,

ENMASCARADOS, etc., CORO

La escena pasa en Verona y en Mantua

PRÓLOGO

CORO.- En la hermosa Verona, donde acaecieron estos amores, dos familias

rivales igualmente nobles habían derramado, por sus odios mutuos, mucha

inculpada sangre. Sus inocentes hijos pagaron la pena de esos rencores, que

trajeron su muerte y el fin de su triste amor. Sólo dos horas va a durar en la

escena este odio secular de razas. Atended al triste enredo, y supliréis con

vuestra atención lo que falte a la tragedia.

ACTO PRIMERO

ESCENA PRIMERA

ESCENA I

Calle

(CAPULETO, PARIS y un CRIADO)

CAPULETO.- La misma orden que a mí obliga a Montesco, y a nuesfra edad

no debía ser difícil vivir en paz.

PARIS.- Los dos sois iguales en nobleza, y no debierais estar discordes. ¿Qué

respondéis a mi petición?

CAPULETO.- Ya he respondido. Mi hija acaba de llegar al mundo. Aún no

tiene más que catorce años, y no estará madura para el matrimonio, hasta que

pasen lo menos dos veranos.

PARIS.- Otras hay más jóvenes y que son ya madres.

CAPULETO.- Los árboles demasiado tempranos no prosperan. Yo he confiado

mis esperanzas a la tierra y ellas florecerán. De todas suertes, Paris, consulta tú

su voluntad. Si ella consiente, yo consentiré también. No pienso oponerme a

que elija con toda libertad entre los de su clase. Esa noche, según costumbre

inmemorial, recibo en casa a mis amigos, uno de ellos vos. Deseo que piséis

esta noche el modesto umbral de mi casa, donde veréis brillar humanas

estrellas. Vos, como joven lozano, que no holláis como yo las pisadas del

invierno frío, disfrutaréis de todo. Allí oiréis un coro de hermosas doncellas.

Oídlas, vedlas, y elegid entre todas la más perfecta. Quizá después de maduro

examen, os parecerá mi hija una de tantas. Tú (al criado) vete reco rriendo las

calles de Verona, y a todos aquellos cuyos nombres verás escritos en este

papel, invítalos para esta noche en mi casa. (Vanse Capuleto y Paris.)

CRIADO.- ¡Pues es fácil encontrarlos a todos! El zapatero está condenado a

usar la vara, el sastre la horma, el pintor el pincel, el pescador las redes, y yo a

buscar a todos aquellos cuyos nombres están escritos aquí, sin saber qué

nombres son los que aquí están escritos. Denme su favor los sabios. Vamos.

CRIADO.- Buenos días. ¿Sabéis leer, hidalgo?

ROMEO.- Ciertamente que sí.

CRIADO.- ¡Raro alarde! ¿Sabéis leer sin haberlo aprendido? ¿Sabréis leer lo

que ahí dice?

ROMEO.- Si el concepto es claro y la letra también.

CRIADO.- ¿De verdad? Dios os guarde.

ROMEO.- Espera, que probaré a leerlo. “El señor Martín, y su mujer e hijas, el

conde Anselmo y sus hermanas, la viuda de Viturbio, el señor Plasencio y sus

sobrinas, Mercutio y su hermano Valentín, mi tío Capuleto con su mujer e

hijas, Rosalía mi sobrina, Livia, Valencio y su primo Teobaldo, Lucía y la

hermosa Elena.” ¡Lucida reunión! ¿Y dónde es la fiesta?

CRIADO.- Allí.

ROMEO.- ¿Dónde?

CRIADO.- En mi casa, a cenar.

ROMEO.- ¿En qué casa?

CRIADO.- En la de mi amo.

ROMEO.- Lo primero que debí preguntarte es su nombre.

CRIADO.- Os lo diré sin ambages. Se llama Capuleto y es generoso y rico. Si

no sois Montesco, podéis ir a beber a la fiesta. Id, os lo ruego. (Vase.)

BENVOLIO.- Rosalía a quien adoras, asistirá a esta fiesta con todas las

bellezas de Verona. Allí podrás verla y compararla con otra que yo te enseñaré,

y el cisne te parecerá grajo.

ROMEO.- No permite tan indigna traición la santidad de mi amor. Ardan mis

verdaderas lágrimas, ardan mis ojos (que antes se ahogaban) si tal herejía

cometen. ¿Puede haber otra más hermosa que ella? No la ha visto desde la

creación del mundo, el sol que lo ve todo.

BENVOLIO.- Tus ojos no ven más que lo que les halaga. Vas a pesar ahora en

tu balanza a una mujer más bella que ésa, y verás cómo tu señora pierde de los

quilates de su peso, cotejada con ella.

ROMEO.- Iré, pero no quiero ver tal cosa, sino gozarme en la contemplación

de mi cielo.

ESCENA II

En casa de Capuleto

(La señora de CAPULETO y el AMA)

SEÑORA.- Ama, ¿dónde está mi hija?

AMA.- Sea en mi ayuda mi probada paciencia de doce años. Ya la llamé.

Cordero, Mariposa. Válgame Dios. ¿Dónde estará esta niña? Julieta...

JULIETA.- ¿Quién me llama?

AMA.- Tu madre.

JULIETA.- Señora, aquí estoy. Dime qué sucede.

SEÑORA.- Sucede que... Ama, déjanos a solas un rato. .. Pero no, quédate.

Deseo que oigas nuestra conversación. Mi hija está en una edad decisiva.

AMA.- Ya lo creo. No me acuerdo qué edad tiene exactamente.

SEÑORA.- Todavía no ha cumplido los catorce.

AMA.- Apostaría catorce dientes (¡ay de mí, no tengo más que cuatro!) a que

no son catorce. ¿Cuándo llega el día de los Angeles?

SEÑORA.- Dentro de dos semanas.

AMA.- Sean pares o nones, ese día, en anocheciendo, cumple Julieta años.

¡Válgame Dios! La misma edad tendrían ella y mi Susana. Bien, Susana ya está

con Dios, no merecía yo tanta dicha. Pues como iba diciendo, cumplirá catorce

años la tarde de los Angeles

SEÑORA.- Basta ya. Cállate, por favor te lo pido.

AMA.- Me callaré, señora

JULIETA.- Cállate ya; te lo suplico.

AMA.- Bueno, me callaré. Dios te favorezca, porque eres la niña más hermosa

que he criado nunca. ¡ Qué grande sería mi placer en verla casada!

JULIETA.- Aún no he pensado en tanta honra.

AMA.- ¡Honra! Pues si no fuera por haberte criado yo a mis pechos, te diría

que habías mamado leche de discreción y sabiduría.

SEÑORA.- Ya puedes pensar en casarte. Hay en Verona madres de familia

menores que tú, y yo misma lo era cuando apenas tenía tu edad. En dos

palabras, aspira a tu mano el ga llardo Paris.

AMA.- ¡Niña mía! ¡Vaya un pretendiente! Si parece de cera.

SEÑORA.- No tiene flor más linda la primavera de Verona.

AMA.- ¡Eso una flor! Sí que es flor, ciertamente.

SEÑORA.- Quiero saber si le amarás. Esta noche ha de venir. Verás escrito en

su cara todo el amor que te profesa. Fíjate en su rostro y en la armonía de sus

facciones.

SEÑORA.- Di si podrás llegar a amar a Paris.

JULIETA.- Lo pensaré, si es que el ver predispone a amar. Pero el dardo de

mis ojos sólo tendrá la fuerza que le preste la obediencia. (Entra un Criado.)

CRIADO.- Los huéspedes se acercan. La cena está pronta. Os llaman. La

seño rita hace falta. En la cocina están diciendo mil pestes del ama. Todo está

dispuesto. Os suplico que vengáis en seguida.

SEÑORA.- Vámonos tras ti, Julieta. El Conde nos espera.

AMA.- Niña, piensa bien lo que haces.

ESCENA III

Calle

(ROMEO, MERCUTIO, BENVOLIO y máscaras con teas

encendidas)

ROMEO.- ¿Pronunciaremos el discurso que traíamos compuesto, o entraremos

sin preliminares?

BENVOLIO.- Nada de rodeos. Para nada nos hace falta un Amorcillo de latón

con venda por pañuelo, y con arco, espanta pájaros de doncellas.

BENVOLIO.- Llamad a la puerta, y cuando estemos dentro, cada uno baile

como pueda.

ROMEO.- ¿Tienes ganas de entrar en el baile? ¿Crees que eso tiene sentido?

MERCUTIO.- ¿Y lo dudas?

ROMEO .- Tuve anoche un sueño.

MERCUTIO.- Y yo otro esta noche.

ROMEO.- ¿Y a qué se reduce tu sueño?

MERCUTIO.- Comprendí la diferencia que hay del sueño a la realidad.

ROMEO.- En la cama fácilmente se sueña.

MERCUTIO.- Sin duda te ha visitado la reina Mab, nodriza de las hadas. Es

tan pequeña como el ágata que brilla en el anillo de un regidor.

ROMEO.- Basta, Mercutio. No prosigas en esa charla impertinente.

...

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