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Semana de la dulzura.


Enviado por   •  6 de Febrero de 2016  •  Apuntes  •  1.528 Palabras (7 Páginas)  •  285 Visitas

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                                             Semana de la dulzura.

                                                      Un día antes...

Habían pasado dos años desde que se había mudado a New Orleans, dejando atrás su antigua vida. Una que no quería redordar. Más específicamente, dejó su antiguo país por un amor fallido, uno que le rompió el corazón de la manera más horrorosa.

Cuando llegó a New Orleans, tenía la esperanza de salir adelante. Tenía con ella unos ahorros, además de una herencia que solamente usaba en casos de emergencias. Puesto que quería tener lo suyo, ganarse la vida.

Usando un poco de ese dinero, compró un local sobre la calle Bourbon St, que mas bien, parecía una casa antigua de estilo victoriano. Ese lugar le parecía prometedor y sabía que era lo que necesitaba para lo que tenía pensado hacer.

La remodeló, quitó algunas paredes, pintó, decoró y ya tenía su propio café-bar. "Promise" se alzaba en todo su esplendor. Durante la remodelación de la casa, había alquilado un departamento a sólo unas pocas cuadras de ahí. Dos días después de haberse mudado, se hizo amiga de la chica de la puerta enfrente a la suya. Su nombre era Diana. Una rubia castaña de lindos ojos marrones y cuerpo bien proporcionado. Le había comentado que hacía danza Jazz y que, además, estudiaba en la Universidad de Tulane. Estaba en su tercer año de psicología.

Diana fue un gran apoyo durante la remodelación. Gracias a ella y sus compañeras de danza, junto con los de la facultad, bastante gente fue a la apertura.
Por suerte, Diana se había ofrecido a ayudarla a servir las mesas, mientras que ella se encargaba de atender la barra. En la cocina tenía a dos cocineros. Era una suerte el haberlos contratado. Ambos muchachos eran dedicados en sus platos, además de que se divertían haciéndolos. Eso era lo que más la alegraba de ternerlos en su cocina. Su trato no iba de jefa a empleado. Todo lo contrario. Se hablaban como su fueran amigos de toda la vida. Congeniaban bien.

Luego de ese día, los dos años habían pasado volando. Diana trabajaba con ella a tiempo parcial. Eran grandes amigas.

No podía quejarse de la nueva vida que se había construido con gran esfuerzo y dedicación.

¿Chicos? Los había, por supuesto, pero no pasaba de una cita. Dos o tres llegaron a su cama, pero había sido para satisfacer la necesidad carnal. Buenos chicos que la cuidaron en todo momento. Guapos, sin nada que enviarle a nadie.

Diana tenía la absurda idea de que su verdadero amor cruzaría la puerta del café en algún momento.

—Ya te digo, Kat. —Hablando de Roma... — Hoy o mañana cruzará por esa puerta un hombre que hará girar tu vida en 360°. Luego de eso, se casarán, tendrán bebés hermosos y serán muy felices. Mientras ella tenía su diatriba, iba de un lado a otro limpiando algunas mesas antes de abrir el café.

—Tú estás así de enamorada desde que Eric te invitó a salir y eso fué hace año y medio. Desde entonces son como culo y calzón. Uña y mugre. Tortolitos que no dejan de meterse en mi vida y pareciera que complotan entre ustedes para ver a quién le toca el discurso del "príncipe azúl". —Con un suspiro dejó de acomodar algunos vasos, para apoyarse sobre la gran barra.— Acéptalo Día, no habrá ningún príncipe porque ellos no existen. Ya estoy cansada de repetirles a ambos que no existe hombre en el planeta que me pueda aguantar. Bueno, exceptuando a Eric; pero estoy segura que él me soporta porque te ama a ti.

Diana deja el trapo sobre una de las mesas y se acerca rápidamente a la barra. Tomó las manos de Kat entre las suyas y las apretó suavemente.

—Eres una gran mujer, Kat. Yo sé que lo eres. Llegaste a ésta ciudad, sola, y saliste adelante. Tengo la dicha de ser tu amiga y además de poder trabajar para ti. Eres guapa. ¡Hermosa! Ya te he dicho que envidio tus ojos verdes. Tu personalidad es única. Simpática, dulce, atenta, responsable. Siempre estás cuando te necesitan. Aunque a veces tengas un carácter horrible, no dejas de ser dulce.

Y ahí estaba la rubia, haciéndome tener esperanzas. Haciéndome pensar que aún tenía la oportunidad de amar. Parecía una vieja pensando así a mis veintitrés años, pero después de haber pasado por una ruptura espantosa como la mía, entenderían de lo que hablo y sabrían el por qué de mi falta de fe.
Con los ánimos renovados, Dia cambió de tema.

—¿Alguna temática para ésta semana o alguna idea?

Si, a partir de mañana se celebraría "la semana de la dulzura". Era la semana en la que las parejas intercambiaban algún dulce por un beso o un gesto cariñoso. Parejas, amigos o familiares. Pero siempre daba la oportunidad de crear un ambiente romántico.
Como mi fuerte era la repostería, haría algo respecto a eso.

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