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Sinopsis De La Odisea


Enviado por   •  30 de Septiembre de 2013  •  21.808 Palabras (88 Páginas)  •  432 Visitas

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Sinopsis de la Odisea

Canto I

LOS DIOSES DECIDEN EN ASAMBLEA EL RETORNO DE ODISEO

El poeta invoca a la musa para que empiece el relato del héroe que estuvo peregrinando por largo tiempo después de la destrucción de Troya.

Hay concilio de los dioses con la ausencia de Poseidón.

Odiseo está detenido en la isla de Calipso en la cual tiene su mansión una diosa, la hija de Atlante de aquel que conoce todas las profundidades del ponto y sostiene las grandes columnas que separan la tierra y el cielo. La hija de este dios retiene al infortunado y afligido Odiseo.

Pero Poseidón le guarda vivo y constante rencor porque cegó al ciclope, al deiforme Polifemo que nació de la ninfa Toosa, hija de Forcis, que impera en el mar estéril, después que esta se unió con Poseidón en honda cueva. Desde entonces Poseidón, si bien no intenta matar a Odiseo, hace que vaya errante lejos de su patria.

Atenea habla en favor de que Odiseo regrese a su hogar.

Zeus y los demás dioses están de acuerdo.

Atenea: mandemos en seguida a Hermes, el mensajero Argifontes, a la isla; y manifieste a la ninfa la resolución que hemos tomado sobre la vuelta del paciente Odiseo, para que el héroe se ponga en camino.

Yo Atenea, iré a Itaca, instigaré a su hijo y le infundiré valor en el pecho para que llame al ágora a los melenudos aqueos, y prohíba la entrada en su casa a todos los pretendientes. Y le llevaré después a la arenosa Pilos para que, preguntando y viendo si puede adquirir noticias de su padre, consiga ganar honrosa fama entre los hombres.

Atenea disfrazada del rey Mentes desciende a Itaca para arengar a Telémaco, hijo de Odiseo, a que vaya a buscar a su padre.

Su casa está llena de los pretendientes de su madre, Penelopea, quien ha retrasado la decisión de volverse a casar.

Telémaco atiende a Mentes, le brinda comida y descanso y le explica a Atenea en la figura de Mentes, que los pretendientes destruyen su casa y sus posesiones.

Mentes se identifica y le hace saber que sus padres se daban mutua hospitalidad.

Vine porque me aseguraron que tu padre estaba de vuelta en la población, mas sin duda lo impiden las deidades, poniendo obstáculos a su retorno; que el divinal Odiseo no desapareció aún de la tierra, pues vive y está detenido en el vasto ponto, en una isla que surge entre las olas, desde que cayó en poder de hombres crueles y salvajes que lo retienen a su despecho. Voy ahora a predecir lo que ha de suceder: aquel no estará largo tiempo fuera de su patria, y le dice que actúe como un hombre y que presente su caso a la asamblea.

Mañana convoca en el ágora a los héroes aqueos, háblales a todos, intima a los pretendientes que se separen, yéndose a sus casas; y si a tu madre el ánimo le mueve a casarse, vuelve al palacio de su muy poderoso padre y allí dispondrán las nupcias y le aparejarán una dote tan cuantiosa como debe llevar una hija amada. También a ti te daré un prudente consejo: Apresta la mejor embarcación con veinte remeros; ve a preguntar por tu padre; trasládate primeramente a Pilos e interroga al divinal Néstor; y desde allí ve a Esparta, al rubio Menelao. Si oyeres decir que tu padre vive y ha de volver, súfrelo todo un año más, pero si te participaren que ha muerto, retorna a la patria, erígele un túmulo, hazle las muchas exequias que se le deben, y búscale a tu madre un esposo. Y así que hayas ejecutado todas estas cosas, medita en tu mente y en tu corazón cómo matarás a los pretendientes en tu palacio: si con dolo o a la descubierta; porque es preciso que no andes en niñerías, que ya no tienes edad para ello y se marchó.

Telémaco, considerando en su mente lo ocurrido, quedóse atónito, porque ya sospechó que había hablado con la diosa inmortal.

Y aquel varón se fue en seguida hacia los pretendientes. Ante éstos, que le oían sentados y silenciosos, cantaba el ilustre aedo la vuelta deplorable que Palas Atenea había deparado a los aqueos cuando partieron de Troya.

Penelopea oye desde lo alto de la casa la canción que la entristece y baja a pedirle al bardo Femio que deje de cantar. Telémaco aprovecha la ocasión para reafirmarse a sí mismo y le dice a su madre que suba a sus habitaciones y le deje esos asuntos a él pues es él quien tiene el mando de la casa.

Telémaco avisa a los pretendientes que va a citar al ágora y que deben partir a sus casas.

Telémaco subió a su cuarto. Lo acompañaba Euriclea, por ser la esclava que más le amaba y la que le había criado desde niño y bien cubierto de un vellón de oveja pasó toda la noche revolviendo en su mente el viaje que Atenea le había aconsejado.

Canto II

TELÉMACO REÚNE EN ASAMBLEA AL PUEBLO DE ITACA

Una vez reunidos Egiptio, les arengó: —Oíd itacenses, lo que os voy a decir. Ni una sola vez fue convocada nuestra ágora, ni en ella tuvimos, sesión, desde que el divinal Odiseo partió. ¿Quién al presente nos reúne?

Telémaco les habla: les pide a los pretendientes que dejen de desperdiciar sus bienes y demanda que se vayan de su palacio. A lo que Antínoo y Eurímaco le responden con burlas y desprecio, que Penelopea podría resolverlo si escoge un nuevo marido y deja de hacer trampa con el lienzo que esta tejiendo y deja de darle esperanzas a todos los pretendientes.

Entonces Zeus envió dos águilas que echaron a volar desde la cumbre de un monte. Ambas volaban muy juntas, con las alas extendidas, y tan rápidas como el viento; y al hallarse en medio de la ruidosa ágora anduvieron volteando ligeras, batiendo las tupidas alas; miráronles a todos a la cabeza como presagio de muerte, desgarráronse con las uñas la cabeza y el cuello, y se lanzaron hacia la derecha por cima de las casas y a través de la ciudad.

El anciano héroe Haliterses Mastórida, el único que se señalaba entre los de su edad en conocer los augurios y explicar las cosas fatales, les arengó con benevolencia, diciendo: Oíd, itacenses lo que os voy a decir, aunque he de referirme de un modo especial a los pretendientes. Grande es el infortunio que a estos les amenaza, porque Odiseo no estará mucho tiempo alejado de los suyos, sino que ya quizás se halla cerca y les apareja a todos la muerte y el destino; y también les ha de venir daño a muchos de los que moran en Itaca que se ve de lejos.

Respondióle Eurímaco, hijo

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