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Un ejemplo de Grunge que jamás escuchó a Eddie Vedder


Enviado por   •  27 de Junio de 2019  •  Síntesis  •  587 Palabras (3 Páginas)  •  156 Visitas

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Un ejemplo de Grunge que jamás escuchó a Eddie Vedder

David Foster Wallace, su vida y obra

Hace muchos años hablaba con un conocido sobre la posibilidad de sentarse a tomar unas cervezas con alguien famoso. Nos preguntamos quién sería una persona aceptable para charlar y no perder la sensación de control, ni intimidarse ante su presencia. La idea era entablar una conversación sosegada, tal vez llena de guiños amistosos, de algún click fraterno. Era el año inmediatamente posterior a la muerte de David Foster Wallace, él quedaba fuera de la ecuación. La idea era que el personaje estuviese vivo. Porque de otra manera serían más los invitados. A mí parecer quedarían bien en esa mesa gente como R. Bolaño, Shakespeare, Hemingway, claro está, y algunos más; la Pizarnik, por favor.

En esas estábamos, él buscaba a alguien en su memoria que diese justo en el clavo. Que diese molde definitorio al encuentro entre un desconocido, un anónimo sin trascendencia y un personaje de los encumbrados, un olímpico ser humano. Como no podía ser de otra manera él dijo que su elección era un personaje que poco importa, casi un anónimo. Uno de esos gustos hipster que en la época estaba tan de moda emular. Venezuela era una tierra llena de personas atrasadas y que hacían todo lo posible por compensar.  Mi elección fue simple: Eddie Vedder, aunque por lo que sabía de él en ese momento parecía como estuviese en uno de esos episodios donde el individuo se aleja de los excesos juveniles. Y yo lo comprendía. No habría problemas, yo tampoco bebía. También pensé en Beth Gibbons, pero me aterraba interferir con su aura mística, o sus necesidades existenciales que se me perdían de toda vista. Por alguna razón pensaba que Eddie Vedder sería un mejor compañero de conversación. Claro que imaginé hablar con algún latinoamericano, a saber, conversaría con el poeta John Galán Casanova, con todo el gusto, o con Fresán, y si debiere decir alguien de mi país estaría hablando con muchos en un salón lleno de cervezas, escuchando cualquier música, viviendo el pastiche que representa nuestra ancestral cultura sincretista. Haría una reunión de cualquiera que haya empuñado un lápiz en años de revolución con la premisa de “no sean güevones, gobierno y oposición nos robaron las agallas con un guión mal escrito pero cursi/populista y  eso es suficiente para dirigir/confundir a este mercado de país”. Ese no era el caso. Eddie Vedder era quien yo había elegido, todo alienado como andaba en ese momento por tantas malas compañías. La alienación como parte del abrazo a la oscuridad que se debe hacer en los primeros pasos al parricidio.

Quedaba en mí un punto vacío después de esa respuesta. Aquel conocido admitió que el personaje elegido era de lo más adecuado para conversar y vaciar varias botellas. No celebré aquel reconocimiento, para nada. Yo no estaba compitiendo. Al contrario ,pensé que si alguien debía hablar con él era David Foster Wallace. Con su pinta grunge, sus botas y bandana, su actitud acechante a todo lo que la cultura popular tenía en su haber para soltar a las masas. Las letras de Eddie, de Pearl Jam, eran geniales, hablaban desde una honestidad que poco puede conseguirse en otros sitio, excepto en los encumbrados elementales que ya todos conocemos. Pero la banda Pearl Jam andaba en búsqueda de lo que sucedía a toda hora. Como el caso de la canción Jeremy, inspirada en una de esas noticias que son más usuales de lo que podríamos admitir

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