El problema del cuidado del otro

INSTITUTO NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

ALUMNAS: DRANDICH NOELIA Y MAZA MICAELA

Capítulo 7: El problema del cuidado del otro

El capítulo plantea que es común que se reconozca en la escuela la antinomia/contradicción entre enseñar y asistir. Se afirma que cuidar es una tarea de menor valor que enseñar, que quien cuida no enseña, y quienes buscan la profesionalización docente sostienen que enseñar requiere de profesionales, mientras que cuidar/asistir, no. En este punto sobresalen dos usos de la antinomia: por un lado, el progresista que sostiene que “Con hambre no se puede enseñar, y los docentes priorizan la asistencia ante lo pedagógico”; y por el otro, el liberal que plantea que “Los maestros son reacios al trabajo, y abandonan la tarea de instruir”. Eliminada la antinomia, se busca la relación que hay entre enseñar y asistir, ya que existe una conexión entre ambas prácticas, una milenaria relación entre la enseñanza y el cuidado. Kant define la acción educativa como cuidado, y Freud deposita en los adultos el auxilio ajeno. En los primeros años de vida, la enseñanza es la forma privilegiada de cuidado. Cada maestro cuida a los pequeños en la medida que contribuyen a incorporarlos al mundo, y Julio Moreno, médico y psicoanalista, plantea que criar es proporcionar al recién nacido los medios de orientación de los que carece, siendo que criar es intentar hacer de un cachorro humano un semejante. Es así como una generación reparte a la siguiente la información cultural. Tzvetan Todorov lo plantea como virtudes cotidianas, siendo la responsabilidad una forma particular del cuidado del otro. Sin embargo, se destaca la ambigüedad y el carácter desconcertante de la dependencia, ya que en ocasiones se toma al dependiente como inmaduro, o incluso se lo compara con un niño, porque se cree que se es libre cuando uno se suelta de un adulto. Sennett introduce la cuestión de la autonomía, lo que no significa independencia sino la capacidad de separarse de (y juntarse con) otros.
Por lo tanto, Jacques Derrida distingue dos formas básicas de hospitalidad. La primera es absoluta,  sin buscar nada a cambio, es decir que no se alberga por deber. La segunda tiene requisitos, es la que hospeda y asila porque debe asistir, pero quiere saber a quién. A su vez, se plantean dos bloques de problemas sobre el afecto magisterial, por un lado la preocupación por el otro y el conocimiento del otro. Produciéndose un binomio del querer a los niños, pudiendo constatar una carencia afectiva tratando de qué como maestro no salir del acto de enseñar, ya que sino estamos en una postura de cuidado. Ahora bien, Abramowski considera que lo único que tiene para repartir un enseñante son enseñanzas, ya que la dosis de afecto que se acumula en la tarea se reúne en cada enseñanza.
Dicho todo esto, la enseñanza es propia de lo humano y nadie llegará a ser lo que es sin enseñanza. Teniendo en cuenta que enseñanza y cuidado no sólo no se enfrentan, sino que se requieren mutuamente, fortaleciéndose cuando se combinan pero sin confundirse.

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