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Organización funcional del cuerpo humano y control del "entorno interno"


Enviado por   •  25 de Junio de 2023  •  Resúmenes  •  5.045 Palabras (21 Páginas)  •  83 Visitas

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RESUMENES

CAPITULO 1 Organización funcional del cuerpo humano y control del "entorno interno"

La organización funcional del cuerpo humano y el control del "entorno interno" se refiere al conjunto de procesos y sistemas que permiten que nuestro cuerpo funcione de manera eficiente y mantenga un equilibrio interno, conocido como homeostasis. A través de una intrincada red de estructuras y sistemas, nuestro cuerpo regula y coordina diversas funciones para garantizar su supervivencia y el adecuado funcionamiento de cada órgano y tejido.

El sistema nervioso y el sistema endocrino son los principales responsables de la organización funcional y el control del entorno interno. El sistema nervioso está compuesto por el cerebro, la médula espinal y una extensa red de nervios que se extienden por todo el cuerpo. Es el encargado de recibir, transmitir y procesar información para coordinar las actividades del organismo. El sistema endocrino, por otro lado, está formado por glándulas endocrinas que producen y liberan hormonas en la sangre, las cuales actúan como mensajeros químicos para regular diversas funciones corporales.

El sistema nervioso controla las funciones corporales a través de dos componentes principales: el sistema nervioso central (SNC) y el sistema nervioso periférico (SNP). El SNC está formado por el cerebro y la médula espinal, que procesan la información sensorial y coordinan las respuestas motoras. El SNP se extiende desde el SNC hasta los órganos y tejidos del cuerpo y se divide en el sistema nervioso somático y el sistema nervioso autónomo. El sistema nervioso somático controla las actividades conscientes y voluntarias, como el movimiento muscular, mientras que el sistema nervioso autónomo regula las funciones involuntarias, como la respiración, la digestión y el ritmo cardíaco.

El sistema endocrino se encarga de producir hormonas que actúan como mensajeros químicos para regular diversas funciones corporales. Estas hormonas son secretadas por glándulas endocrinas, como la glándula pituitaria, la glándula tiroides, las glándulas suprarrenales y el páncreas. Cada hormona tiene un objetivo específico y actúa sobre células y tejidos específicos, ayudando a regular el metabolismo, el crecimiento y desarrollo, la reproducción, la respuesta al estrés, entre otras funciones.

Además del sistema nervioso y endocrino, otros sistemas y órganos también desempeñan un papel importante en la organización funcional y el control del entorno interno. El sistema cardiovascular transporta nutrientes, oxígeno y hormonas a través de la sangre, asegurando su distribución adecuada por todo el cuerpo. El sistema respiratorio se encarga de la captación de oxígeno y la eliminación de dióxido de carbono, permitiendo la respiración celular. El sistema digestivo procesa los alimentos, absorbe los nutrientes y elimina los desechos.

El sistema renal y urinario se encarga de la eliminación de desechos metabólicos y el mantenimiento del equilibrio de líquidos y electrolitos en el cuerpo. El sistema musculoesquelético proporciona soporte estructural, movimiento y protección a los órganos internos. El sistema inmunológico protege al cuerpo contra patógenos y otras sustancias extrañas, manteniendo la salud y la integridad del organismo.

En resumen, la organización funcional del cuerpo humano y el control del "entorno interno" se lleva a cabo a través de una compleja red de sistemas y órganos interconectados. El sistema nervioso y el sistema endocrino desempeñan un papel clave en la coordinación y regulación de las funciones corporales. Sin embargo, todos los sistemas y órganos trabajan en conjunto para mantener un equilibrio interno óptimo y garantizar la supervivencia y el funcionamiento adecuado del organismo humano.

CAPITULO 2 La célula y sus funciones

Las células musculares, cardiacas y nerviosas son tipos de células especializadas que desempeñan funciones esenciales en el cuerpo humano. Cada uno de estos tipos de células tiene características únicas y juega un papel crucial en la regulación y coordinación de diferentes procesos corporales.

Las células musculares son responsables de generar la fuerza y el movimiento en el cuerpo. Hay tres tipos principales de células musculares: células musculares esqueléticas, células musculares lisas y células musculares cardíacas.

Las células musculares esqueléticas están asociadas con los músculos esqueléticos y están bajo control voluntario. Estas células son largas y cilíndricas, y contienen miofibrillas, estructuras contráctiles compuestas por filamentos de actina y miosina. Las miofibrillas están organizadas en unidades llamadas sarcómeros, que son las unidades funcionales de contracción muscular. Durante la contracción muscular, los filamentos de actina y miosina se deslizan entre sí, acortando el sarcómero y generando la contracción muscular. Las células musculares esqueléticas son células multinucleadas, lo que significa que tienen varios núcleos ubicados a lo largo de la célula. Esto les permite generar una gran cantidad de energía para la contracción muscular.

Las células musculares lisas se encuentran en las paredes de los órganos internos, como los vasos sanguíneos, los intestinos y el útero. A diferencia de las células musculares esqueléticas, las células musculares lisas son células fusiformes y no están bajo control voluntario. Estas células son mononucleadas y carecen de las estructuras altamente organizadas presentes en las células musculares esqueléticas. En su lugar, las células musculares lisas contienen filamentos de actina y miosina dispersos en el citoplasma. La contracción de las células musculares lisas es lenta y sostenida, y se produce por la interacción de los filamentos de actina y miosina en respuesta a estímulos internos o externos. Esta contracción controla el flujo de líquidos y sustancias a través de los órganos internos, como la contracción de los vasos sanguíneos para regular la presión arterial.

Las células musculares cardíacas, también conocidas como miocitos cardíacos, forman el tejido muscular del corazón. Estas células son estriadas y tienen características tanto de las células musculares esqueléticas como de las células musculares lisas. Al igual que las células musculares esqueléticas, las células musculares cardíacas contienen miofibrillas organizadas en sarcómeros. Sin embargo, a diferencia de las células musculares esqueléticas, las células musculares cardíacas son células mononucleadas y están conectadas entre sí a través de estructuras llamadas discos intercalados. Estos discos intercalados permiten que las células musculares cardíacas se contraigan de manera coordinada, asegurando un latido cardíaco rítmico y eficiente. Las células musculares cardíacas también son capaces de generar impulsos eléctricos por sí mismas, lo que les permite contraerse de forma auto rítmica sin requerir un estímulo nervioso externo. Esto garantiza que el corazón mantenga un ritmo constante incluso en ausencia de una conexión con el sistema nervioso.

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