12 Angry Man

Uno de los tópicos centrales que trata la película “12 Angry Man” es acerca del poder que tienen 12 hombres frente al destino de un niño de 18 años en juicio, acusado del homicidio de su padre. Por medio del diálogo y razonamiento, deben cuestionar los hechos que conden al niño. A través de esta acción, se muestra el poder de la persona humana de poder violentar a la naturaleza por el hecho de disponer del bien fundamental del otro, es decir, los hombres deben decidir si el niño es culpable; esto implicaría que sea llevado a la silla eléctrica para ser ejecutado. Esta ejecución del niño atenta totalmente contra su naturaleza, que es la de vivir.

Es importante mencionar cómo estos 12 hombres se acercan hacia la verdad, es decir, cómo determinan si el niño es culpable o no del homicidio de su padre. Inicialmente, la mayoría muestra una postura bastante cerrada, es decir, estos se centran en una verdad aparente, en algunos casos principalmente determinada por prejuicios, lo que implicaría que estos se encuentran encerrados en un determinismo cultural.

Es importante tomar en cuenta que los personajes al centrarse en un prejucio frente al niño provocan que la búsqueda de la verdad se vea influenciada. A través del desarrollo de la película se muestra cómo cada personaje poco a poco va perdiendo esa actitud prejuiciosa frente al niño, y logran rechazarla, tener una apertura a la realidad (momento donde se comienza a cuestionar la verdad aparente) y genera una actitud abierta a captar todos los aspectos en cuestión.

Este cuestionamiento comienza cuando uno de los personajes repite la frase “tengo una duda razonable”, momento donde se demuestra un quiebre de los prejuicios y un actitud abierta a la búsqueda de la verdad. En dicho momento, este personaje reconoce la dignidad ontológica del niño y su propia ignorancia, y se genera poco a poco, con cada uno de los demás hombres, una apertura al diálogo y al razonamiento.

Finalmente, se concluye que el niño no es culpable debido a que los 12 jurados logran cuestionar a la verdad aparente, reconociendo de la dignidad ontólogica del niño, perdiendo sus prejuicios iniciales. Esto logra que el niño sea declarado inocente y no ejecutado.

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