El sonido en Kill Bill

Reyes Campos

El sonido en Kill Bill.

El valor del silencio es muy importante y está muy bien medido. Sin permitir que el espectador se despiste y pueda seguir la historia de manera fluida, incluso diría que el juego que hace el director con el sonido, el ruido y la música aporta cierto dinamismo.

En la primera escena, me llama la atención el bajo volumen de voz de los personajes en su conversación, me parece un recurso muy difícil de llevar a cabo porque podría despistar al espectador, aburrirle, pero se convierte en una melodiosa conversación a la que el sonido del fuego le hace los coros. La fogata puede significar muchas cosas, pero en este caso implica cierto compromiso y unión, entre maestro y aprendiz. Esta relación viene acompañada por la flauta de él. Quién parece contarle una historia no solo con palabras, sino con notas musicales. El sonido en este momento contrasta con la realidad de la ausencia de ruido en plena noche, algo que podría confundir al espectador, pero gracias al buen uso que se ha hecho tenemos claro que son dos personas en una soledad compartida, rodeados de “la nada”.

La banda sonora que oímos cuando la protagonista debe subir una montaña para encontrarse con un monje me recuerda al llamamiento de una nueva era, un reto, una nueva etapa en su vida, como transmitiendo una energía que vemos que en la protagonista renace dispuesta a darlo todo. Durante la batalla que tiene con el monje, el sonido clave que detectamos es el roce de las espadas, un efecto sonoro que acompaña a la lucha otorgando más realismo al combate.

En la escena del ataúd el sonido es muy importante y la decisión de eliminar la música al principio y que el único sonido que escuchemos aquí sea la respiración del personaje y el roce de la ropa, las botas, las cuerdas con las que está atada, etc, es muy acertada. Tarantino opta por añadir una melodía del oeste en este momento, típica música de las películas en la que dos pistoleros vaqueros van a enfrentarse, pues la batalla que ahora tiene que lidiar la protagonista es contra el ataúd (la situación en sí de escapar), y si profundizamos más, podría tratarse de una batalla íntima consigo misma. Quizá el alto volumen con el que escuchamos los golpes en la madera de manera tan brusca (el sonido) tiene intención de generar un ritmo cardíaco más rápido e intenso, también me recuerda a los pitidos de salida de una carrera.

Como vemos, el sonido lleva un hilo conductor narrativo claro y es tan importante como la imagen, es por esto que no debemos infravalorarlo y debemos tener en cuenta que tiene un significado y valor a propósito. Nada es casualidad.  

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