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Harry Potter y el prisionero de la homofobia


Enviado por   •  9 de Junio de 2021  •  Ensayos  •  3.194 Palabras (13 Páginas)  •  152 Visitas

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A través de toda la saga de Harry Potter, J.K Rowling nos ha presentado una gran diversidad de personajes secundarios, con características complejas y personalidades peculiares que nos pueden hacer sentir relacionados a su historia personal.

Uno de mis favoritos es Remus Lupin, presentado en el tercer libro y su contraparte cinematográfica dirigida por Alfonso Cuarón. Su aspecto descuidado, su conocimiento y sus habilidades, mostradas desde el primer momento que lo vemos dormido en el tren, envuelven un carácter misterioso, que se complementa con sus periódicas desapariciones durante el año escolar.

Para interpretarlo, el actor David Thewlis recibió de Alfonso Cuarón una dirección muy interesante: le describió al personaje como un adicto gay. Cuarón, que en ese momento no conocía el futuro del personaje, había deducido que Lupin era homosexual.

Pero Lupin, aunque en el canon no es homosexual, sí guarda un secreto: con la luna llena se convierte en un hombre lobo y en una persona ajena a la normativa social.

Así que hoy quiero examinar con ustedes
- las narrativas
queer que rodean a este personaje
- la homofobia como un miedo real de la sociedad en la que vivimos
- y cómo nos vemos a nosotros mismos en la pantalla
para reconocer las implicaciones de las historias LGBT que nos cuentan, explorar cómo enfrentamos nuestros miedos y encontrar una solución para vencerlos.

Veamos entonces Harry Potter y el prisionero de Azkaban.

Cita en vídeo de Guillermo del Toro:

“There’s a sense of fragility and lost with monsters for me, there is a sense of acceptance, you know, they are not figures… they are not aspirational figures, they are sort of martyr-like figures, they represent suffering and a sense of being an outcast. That I can identify with, since I was a very young kid”.

Históricamente los monstruos se han presentado en la literatura y los medios audiovisuales como representaciones de los miedos de la sociedad en un contexto particular. Ya sea en la forma de cuentos populares o cuentos infantiles para asustar a los niños y guiarlos en una vida de virtud, o novelas seminales como Frankenstein en la que, en el contexto del siglo XIX, cuando se escribió, donde la religión se sentía amenazada por la ciencia, se nos muestran las repercusiones de “jugar a ser dios”.

O, como lo explica Lindsay Ellis en su videoensayo Mi novio es un monstruo, en el que explora la codificación de los monstruos clásicos de Hollywood; en los inicios del siglo XX, la película El nacimiento de una nación dio forma a uno de los miedos sociales más arraigados: el comportamiento salvaje de los hombres negros. Algo que como platicamos en el video pasado es sólo un reflejo de la ideología de un grupo de poder, en este caso, los supremacistas blancos, que incluso son presentados como héroes cuando capturan a este personaje.

Estas narrativas quedan marcadas en el imaginario colectivo porque son historias que nos contamos una y otra vez. Por citar el ejemplo de Lindsay: quizá la intención de los creadores de King Kong no era hacer del monstruo una metáfora del hombre negro, pero la narrativa es la misma: un individuo salvaje que persigue a una mujer blanca.

Toda la vida la sociedad ha enfrentado muchos otros miedos cuyas narrativas se toman en préstamo para contar historias de terror sobrenaturales: el comunismo, la bomba atómica, la migración, recientemente el capitalismo (¡cómo cambian las cosas!) y, por supuesto, la homosexualidad o lo queer.

La publicación de Dr. Jekyll and Mr. Hyde, frecuentemente citada por escritores como Stephen King como el origen de las narrativas modernas del hombre lobo, coincide con la creciente patologización de la sexualidad y la introducción del término "homosexual" a finales del siglo XIX. Como se explica en este artículo que, como todas las referencias, lo dejaré la caja de descripción, Jekyll carga dentro de sí la semilla de un instinto que debe ser reprimido por miedo a dañar el tejido moral de la civilización.

Estos instintos incluso son ligados explícitamente a la homosexualidad, de forma negativa, cuando se usa al hombre lobo como metáfora de la pubertad y el miedo a los nuevos, aterradores y hasta imposibles impulsos de deseo sexual.

Escena de Teen Wolf:

Scott Howard: Stiles, I got something to tell you. It’s kind of hard, but…

Stiles: Look, are you gonna tell me you’re a fag because if you’re gonna tell me that you’re a fag, I don’t think I can handle it.

Scott Howard: I’m not a fag. I’m… a werewolf.

Por otro lado, y más allá de las connotaciones políticas y sociales, como explica el director y osito de Costco humano, Guillermo del Toro, para las personas que hemos sido marginadas desde que mostramos rasgos de nuestra identidad es más fácil relacionarnos con los monstruos dado que en sus historias son rechazados, incomprendidos y, en el caso de los hombres lobo, con un instinto del cual debemos sentirnos avergonzados y debemos ocultar a toda costa.

Estas narrativas, como la del clóset, arraigadas en la sociedad, son codificadas y puestas en las películas dándoles un subtexto que la audiencia NO QUEER no reconoce y con el cual no puede empatizar, al igual que en la vida real.

En Harry Potter y el prisionero de Azkaban, Remus Lupin, es el nuevo profesor de Defensa contra las artes oscuras y se vuelve cercano a Harry porque es el protagonista y por la relación que tenía con sus padres.

Hay varios momentos en la película que ofrecen un subtexto que puede ser interpretado por personas LGBT como cercano a nuestras propias historias.

Escena de Harry Potter y el prisionero de Azkaban:

46:41


Lupin: Your mother was there for me at a time when no one else was. (…) She had a way of seeing the beauty in others even, and perhaps most especially when that person could not see it in themself.

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