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Katherine y el sillón transportador.


Enviado por   •  15 de Febrero de 2017  •  Resúmenes  •  465 Palabras (2 Páginas)  •  321 Visitas

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Katherine y el sillón transportador

Katherine encontró el sillón un día lluvioso después de reunirse con Simón. Se encontraba  tan molesta de llegar mojada a casa que no se percató de la nueva mueblería de su habitación.

-Mamá ¿Dónde está el sillón viejo?-grito cuando por fin noto el cambio.

-Se rompió, cariño-eso basto para tener a una Katherine molesta y quejumbrosa por los siguientes tres días, no se sentaba ni se acercaba al nuevo sillón.  Era una huelga.

¿Quiénes se creían para tirar a Romeo? (como ella había llamado al viejo sillón a los 11 años) Ellos simplemente no podían llegar y poner a un feo suplente. Nadie era como Romeo, nadie tenía el cojín desinflado que se amoldaba a su trasero, nadie tenía el suave terciopelo rojo que era como para dormir en él, nadie la llevaba a lugares inimaginables como Romeo lo hacía.

El que ahora estaba en su lugar tenía el cojín nuevo y definido, la tela no era tan suave y aunque no lo había probado de seguro no te transportaba a ningún lado.

-No lo sabrás si no lo intentas-decía su madre, todos los días sin falta dejaba un libro diferente en el buró a lado del sillón con la esperanza de que su hija se interesara, y vaya que a Katherine le interesaban pero el orgullo y la idea que no sería lo mismo al leerlo en el sillón que te transportaba a ningún lado la desanimaban.

Para el comienzo del tercer día de huelga, su mamá entro con el esperado ejemplar de Neil Gaiman “Coraline” y lo dejo donde siempre. Aun cuando su orgullo le decía que no sus sentidos y su mente le decían que no había nada más que esperar.

El libro que desde hace un año buscaba en cualquier librería, el que desde hace mucho tiempo añoraba ahora se encontraba a sus ojos sentado en el buró que se encontraba a lado del feo sillón.

Lo observo detenidamente, observo el sillón y volvió a ver el libro, al final suspiro. Lentamente se sentó y agarro el libro lista para entrar al sombrío mundo de Coraline. De repente ya no se encontraba en su cuarto sino en el mundo detrás de la puerta, con el otro papá, la otra mamá y el gato negro. Todo parecía tan real: el miedo que invadió a Coraline cuando seguía el juego de la bruja o la felicidad de salir de ese mundo pero cuando cerraba el libro simplemente se encontraba en su habitación, sentada leyendo el ejemplar de Neil Gaiman.

Se encontraba en ese sillón que no era Romeo, que no se parecían en lo más mínimo pero que si te llevaba a algún lado, que si viajabas sin tener que pagar un boleto de avión, viajabas con solo un libro y tu imaginación.

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