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La música En Mexico


Enviado por   •  29 de Septiembre de 2014  •  1.348 Palabras (6 Páginas)  •  175 Visitas

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Música clásica

Cualquier revisión del quehacer musical en México, por superficial o profunda que sea, necesariamente conducirá a hallazgos y conclusiones que, en buena medida, reflejarán un panorama de crisis y atraso semejante al que caracteriza a todas las demás áreas del quehacer social y cultural en nuestro país. Se requerirían más páginas que las que conforman el total de esta revista para un análisis a fondo de lo que ocurre en México en materia musical, pero es posible intentar una aproximación compacta al tema explorando algunas generalidades relativas a los cuatro aspectos torales del asunto: la composición, la interpretación, el público y la difusión.

Aunque pudiera parecer paradójico, es probable que el área más sólida y con mejores perspectivas en nuestro medio musical sea la composición. Si bien es cierto que los sistemas de educación musical en México son, por decir lo menos, decimonónicos, también es un hecho que numerosos compositores de varias generaciones se han visto beneficiados por la oportunidad de estudiar en instituciones sólidas y con maestros de primera en el extranjero. Casi me atrevería a afirmar que, por el contrario, la gran mayoría de los compositores mexicanos que han hecho su carrera exclusivamente en las escuelas y conservatorios de nuestro país se ha quedado claramente a la zaga de sus colegas que se han expuesto a entornos académicos y profesionales más rigurosos, más exigentes y, sobre todo, más modernos.

En más de una ocasión se me ha preguntado qué tendencia destaca en la composición en México, y mi respuesta ha sido invariablemente que, para bien o para mal (yo creo que para bien), la tendencia es que no hay una tendencia particular que predomine sobre las demás, y que el concepto clave en cualquier intento de definición es el eclecticismo. Como ocurre en prácticamente todas las demás áreas de la creación artística (en México y en el mundo), ese eclecticismo puede ser una arma de dos filos, en el entendido de que, dependiendo de las circunstancias, los compositores y las obras, puede ser sinónimo de saludable variedad o de dispersión sin rumbo. Aun teniendo en cuenta las enormes y crecientes distancias que nos separan de los centros musicales más importantes y desarrollados, es posible encontrar en la composición contemporánea en México algunas de las líneas de conducta que aparecen también en otras latitudes. Ahí están los compositores que, amparados en las enseñanzas de Donatoni, Ferneyhough et al., se acogen a la corriente de la extrema complejidad (nueva o no) en la escritura musical. Algunos de nuestros compositores han logrado que de ese complejo entramado conceptual surjan obras igualmente atractivas para la mente y el espíritu; más de uno, por otra parte, ha intentado ocultar una severa falta de ideas bajo el manto de lo abstruso. Otros han optado por la creación musical a partir de fundamentos numéricos, de fórmulas diversas, de matrices de diverso orden, de rigurosos análisis estructurales, para producir una música que ofrece al oyente un alto contenido de especulación casi científica.

No faltan aquellos que, interesados todavía en la materia sonora como principio rector principal, crean música de sólidas, apretadas texturas instrumentales o vocales, tomando en ocasiones la guía de la importante escuela polaca del siglo XX. Otra corriente importante es la de los compositores mexicanos que, a veces a contracorriente de una mal entendida vanguardia, insisten venturosamente en crear una música que, sin renunciar a una modernidad inconfundible, tiene su meta primordial en la expresividad, un elemento musical indispensable que anduvo perdido durante varias décadas. Una corriente derivada de esta, y que en nuestro medio no tiene todavía demasiados seguidores, es la de aquellos que también intentan recuperar esa expresividad en el contenido sonoro de su música, pero lo hacen a partir de referentes constructivos y estilísticos arcaicos.

Quedan también algunos resabios de localismo extemporáneo, propuestos por compositores que a estas alturas del siglo XXI insisten en romperse la cabeza con la muy añeja discusión sobre la identidad a ultranza, y que no se sienten capaces de encontrarla si no es a través de la reiterada y cansina apropiación y

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