Un poco más blandito. Me lo dice el misterio al oírte callar.

# 41. El planeta donde vivo.

Un poco más blandito.  Me lo dice el misterio al oírte callar.

No importa, no importa. Ya ves, acá pensando en cómo recorrerte, en cómo no caer en lo trillado y bello del momento. Aclaro que, ando un poco más blandito. Esta no será tan pesada como las demás; mantengamos la línea, guardemos para mañana. Esta vez voy despacio, no sé bien, no sé bien que pensar. Y claro, aquel amigo me vuelve a visitar.

Tergiversemos las líneas, que crezca la ilusión. Que en Marte vivan todas esas mil noches que jamás tendremos, que quede en Plutón todos esos desayunos al amanecer, que en tu mente viva esa tarde de sábado y sea ese planeta donde vivo.

Que, al hablar de tu sonrisa, mi suspiro sea la respuesta. Que en Marte se esconda el amor, que quede en Plutón todo lo demás; pero que sean tus manos, tu sudor, tu corazón rápido, tus gemidos y tu abrazo al terminar: el planeta donde viva. Que viaje el amor, pero que viva en Marte.

Que la magia de tu mano sobre la mía o la perfecta forma de tus labios o el simple olor de tu aroma al besar sean el planeta donde vivo.  Sobran las palabras para describir-te, pero que sea el silencio el que trabaje a mi favor.

Que viva en Mercurio, cosas que nunca podremos hacer. Pero que ese aroma, mis manos en tus nalgas y un beso en tu frente; el planeta donde vivo.  Y a quien quiera escuchar, lo que cuenta el misterio al oírte callar, que escuche.

A la mujer que según ella, su cuerpo no es el mismo después de convertirse en madre.

Miras aquella mujer y ante tus ojos seguro no es la misma. Sus senos no son iguales, o eso dicen, sus deliciosas nalgas no son iguales quizás, que tienen el vientre arrugado y que su físico ha cambiado bastante. Por alguna razón, piensan que se ven menos bellas, que ya no nos suelen gustar. Si tan solo pudieran leer nuestras mentes, mi mente.

La realidad, la verdad supera cualquier entendimiento.  Porque esa mujer, seguro tu mujer, tu novia, o la que ya no quiere nada con vos, tomó la decisión de cambiar su vida. La decisión y la bella valentía de cambiar todo, con tal de ser mamá.

Esa mujer que lucha día día por ser fuerte, poderosa, elegante, sutil, amorosa. La misma que aún se sigue cobrando todos esos orgasmos a la semana, es la misma que hay que recordarle siempre lo errada que está en su pensar respecto a su físico.

Para ella, ella perdió la belleza física como todos la buscan, pero sigue siendo bella con cada huella que le dejó la experiencia de ser mamá. Ellas que nos dan la alegría y la oportunidad de poder conocer el verdadero amor.  

Quiérela, consiéntela, cuídala, protégela, despiertala a media madrugada y tan tan.  Ellas claramente no aman porque seamos un príncipe azul. Menos con esa cara de pingüino que tenemos. Nos aman porque saben que nosotros, cada uno es el mejor hombre que “decidió” tener a su lado para compartir esa felicidad e inmenso amor.

Sobre todo, cada vez que piense algo malo de su físico, regáñela mae: hágale saber lo errada que esta.

No la defraude que ahí si mamó.

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