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La Misterios


Enviado por   •  1 de Diciembre de 2012  •  Ensayos  •  2.654 Palabras (11 Páginas)  •  339 Visitas

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Misterios

Ser buen cristiano es muy difícil, viste, casi imposible, por eso yo no me siento responsable, es decir, yo no formo parte de la iglesia, de la congregación del padre Bronza. Voy a misa cada tanto, no te voy a decir que no, porque creer creo, rezo a la noche, cuando alguno de mis pibes se enferma rezo también. Pero viste, no podés mentir, no podés mirarle el culo a la vecina, no podés faltar a la iglesia, no podés fornicar cuando quieras. Me acuerdo de pendejo la culpa que me daba masturbarme, una cosa de locos. Está todo bien con Dios, con Cristo, pero yo para que voy a ser hipócrita si yo no puedo ser buen cristiano, no puedo. Entre vos y yo, te digo, yo pienso que Cristo me quiere igual, así, pecador y todo. Por eso yo no me siento responsable, bueno, sí, yo sabía lo iban a hacer, todo el pueblo sabía, la noticia corrió por las calles como cuando uno se compra un auto cero kilómetro, pero qué iba a hacer yo. Yo, un simple almacenero de pueblo, un tipo que escucha todo, que sabe todo, porque a mi me cuentan todo, viste como es, pero qué iba a hacer yo. ¿Hablar con el padre Bronza y decirle que aquello me parecía una locura? Imposible. El padre me iba a sacar cagando, lo más probable es que me acusara de sacrílego y encima lo más probable también es que el pueblo me mirara para el culo y yo vivo del pueblo ¿A quién le vendo sino?

Siempre fue una buena hija. Inteligente, le gustaba mucho leer, calladita, obediente, nunca nos hacía renegar. Nos decía que nunca se iba a casar para quedarse a cuidarnos. Y tiene quince años. Sí, no comía, no se si fue de un día para el otro, o que, pero nosotros nos dimos cuenta, una noche, a la cena, que no había probado bocado. Nos dijo que no tenía hambre, que le dolía un poco la panza. Esta bien, la dejamos pasar, pero al otro día, con que seguía con el dolor de panza y que no quería comer. Le dimos buscapina, pero no quiso tomarla. Pasaron varios días y ella no comía nada y seguía con que le dolía la panza. La llevamos al médico. Le dio buscapina, y ahí sí la tomó, porque el médico le dijo que si no la tomaba iba a tener que operarla. La tomó y nos dijo que ya no le dolía más la panza. Pero seguía sin comer. Media hora antes de la comida se iba a dormir y después cuando la íbamos a despertar para que comiera nos decía que no, que tenía mucho sueño. Así pasaron varios días más. Estaba flaca, flaca, decí que tomaba agua por lo menos, tomaba mucho mate. La llevamos de nuevo al médico, y la revisó, le hizo unos análisis, y ahí fue cuando me dijo que la teníamos que llevar a un psicólogo. Y eso sí que no. Mi hija, no estaba loca. Lo hablamos con mi marido, una vergüenza lo que me dijo el médico, que la llevara a un loquero. Imposible. Mi marido se puso violento, para qué voy a mentirle, no, con el médico no, con mi hija, una vez la sentó a la mesa, le dijo que comiera, y ella se resistía y entonces le pegó un cachetazo que todavía me retumba en la cabeza. No había forma de hacerla comer. Y así fue que hablé con una vecina, y me dijo de este hombre, que vivía en el pueblo de al lado, que curaba de todo. Que era milagroso. Y la llevamos. Una tarde. Era una casa vieja con un jardín un poco abandonado adelante. Nos hizo pasar. Tenía una virgen inmensa encima de una mesita en el living. Le contamos que nuestra hija no comía, que no había forma, que ni con los médicos, no dijimos nada de lo del psicólogo. No hay ningún problema dijo él. Parecía seguro de lo que decía. Una cara de bueno el tipo. Bien peinado. Con una camisita y un sueter amarillo encima. Zapatitos bien lustrados. Nos dijo que la dejáramos sola con él, un rato, entonces esperamos en el auto, y después de casi dos horas salió el tipo a decirnos que ya estaba por ese día. Cuando llegamos a casa, el milagro, ella comió, y estaba contenta, distinta, hasta sonreía. Le digo la verdad parecía enamorada. Sí, parecía eso, no le voy a mentir, pero bueno, empezó a comer, y le preguntamos por el tipo y nos decía que era muy bueno, que le habló mucho, que le dijo cosas hermosas, creo que hasta dijo que le había devuelto las ganas de vivir. Entonces la seguimos llevando y siempre lo mismo, esperábamos dos horas en el auto y después salían y ella estaba feliz. Había vuelto a comer.

Todos hablaban de ese tipo, desde antes que le pasara eso a la familia Batagliotti, bah, a la hija de la familia. Viste en el almacén me contaban de este tipo que hacía milagros en el pueblo de al lado. Que decían que había curado de cáncer a este, o de las amígdalas a aquel otro, los parásitos al hijo de fulano, de la gastritis a mengano. Y bueno, sí, todos lo teníamos como un milagrero, flor de tipo, y acá nomás en el pueblo de al lado. Yo estuve a punto de ir. No podía ir de cuerpo, y el médico me dijo que comiera verduras y mucho líquido, pero nada, parecía un sapo de lo hinchado que estaba. No encontraba solución. No fui al final porque después una vecina, enfermera, me hizo una enema en mi casa y santo remedio, evacué y se me pasó todo. Pero sí, el tipo era conocido y lo que pasó nos dejó helados, más que un balde de agua fría fue como un témpano entero. El tipo desapareció. Dice el comisario que lo buscaron pero que se mandó a mudar, ni la virgen esa que dicen que tenía en el living dejó. Ni rastros. Como la luz mala. Desapareció. Y después encima lo del padre Bronza. Padrecito por qué no se habrá quedado en el molde si después de todo era una cosa de la piba, de la piba y la familia. Dios está en todas partes, y ve todo lo que hacemos. Mire, después de todo, Dios iba a castigar al tipo, flor de hijo de puta, perdone la palabra, y mire si también tenía que castigar a los médicos por lo que iban a hacer, y bueno, pero no era para hacerle eso a la piba. Que los mandatos de Dios, que las leyes de Dios, que la voluntad del Señor, pero no era para tanto, no era como para hacer lo que hizo el padre Bronza. Dios es sabio y él iba a terminar castigando a quien se tenía que castigar y punto.

Ella ahora está internada. Sí, la vamos a ver todos los días. No sé por qué Dios nos castiga con tanto dolor, no lo sé, la verdad que no lo sé. Y Sí, tiene el bebé en la panza todavía, y ella no dice ni una palabra, ni mu. Dios mío, por qué este castigo, qué hicimos nosotros. Si somos una familia normal. Mi marido trabaja, no fuma, no toma, no le gusta la joda, trabaja y pone el lomo para traer los pesitos al hogar. Yo soy un ama de casa, usted me ve, qué puedo tener de mala yo, frego y cocino, y a veces tejo algo y tomo mate con las vecinas. Somos una familia de bien. Dios no se por qué nos castiga. No lo sé. Y lo peor de todo a ella. Ella que era buenita, y obediente, como ya le dije, un pan de Dios ella. Y le tuvo que pasar esto. No le conté, ah, no le conté como pasó. Bueno, le

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