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DEJE DE HACER PLANES, COMIENCE A TOMAR DESICIONES

Yelis313 de Septiembre de 2014

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por Michael C. Mankins y Richard Steele

Deje de hacer

planes, comience

a tomar decisiones

Enero 2006

Reimpresión r0601f-e

Es la planificación estratégica completamente

inútil? Ésa fue la pregunta que se hizo recientemente

el CEO de un fabricante global. Dos años

antes, había lanzado una ambiciosa modernización

del proceso de planificación de la empresa. El enfoque

antiguo, el cual requería que los jefes de las unidades

de negocios realizaran presentaciones regulares al comité

ejecutivo de la compañía, había colapsado por

completo. Los miembros del comité –el CEO, el director

de operaciones, el de finanzas, el de tecnología y el

encargado de recursos humanos– se habían cansado

de asistir a interminables presentaciones PowerPoint,

que les brindaban pocas oportunidades para desafiar

los supuestos de las unidades de negocios o para influir

en sus estrategias. Además, los jefes de las unidades se

Deje de hacer

planes, comience

a tomar decisiones

por Michael C. Mankins y Richard Steele

En la mayoría de las empresas, la planificación de la estrategia no

consiste en tomar decisiones. Consiste en documentar elecciones

que ya han sido hechas, a menudo al azar. Las compañías líderes

están repensando su enfoque hacia el desarrollo de la estrategia,

de forma que puedan tomar más decisiones, mejores y más rápidas.

¿ habían quejado de que las revisiones del comité ejecutivo

tardaban mucho en las exhortaciones pero eran

breves en consejos realizables. Peor aún, las revisiones

habían conducido a muy pocas decisiones que valieran

la pena.

El proceso renovado incorporó pensamiento de

punta sobre la planificación estratégica. Para evitar la

sobrecarga de información, limitaba a cada operación

a 15 gráficos de “alto impacto”, que describieran la estrategia

de la unidad. Para asegurar discusiones en detalle,

exigía que todas las presentaciones y materiales

de apoyo se distribuyeran al comité ejecutivo con al

menos una semana de antelación. Las sesiones de revisión,

en tanto, fueron reestructuradas para permitir

el suficiente tiempo para dar y recibir entre el equipo

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corporativo y los ejecutivos de las unidades de negocios.

Y en vez de obligar a las cabezas de unidad a ir

a la sede corporativa para participar en las reuniones,

el comité ejecutivo acordó tomarse en cada primavera

seis semanas para visitar a las 22 unidades, en sesiones

de todo el día, cosa que no tenía precedentes. La intención

era que las revisiones regulares de la estrategia

fueran más largas, más enfocadas y que tuvieran más

resultados.

Pero eso no funcionó. Después de usar el nuevo proceso

durante dos ciclos de planificación, el CEO reunió

feedback de los participantes mediante una encuesta

anónima. Para su decepción, el informe contenía una

letanía de quejas: “Toma demasiado tiempo”; “Está en

un nivel demasiado elevado”; “Está desconectado de

la forma en que manejamos el negocio”, y así sucesivamente.

Sin embargo, lo más perjudicial de todo era

la visión casi unánime de los encuestados en cuanto a

que el nuevo enfoque generaba muy pocas decisiones

de verdad. El CEO estaba estupefacto. ¿Cómo podía ser

que el proceso de planificación de la empresa todavía

tuviera tantas fallas? Más importante aún, ¿que debía

hacer para que la planificación estratégica impulsara

más decisiones, mejores y más rápidas?

Como este CEO, muchos ejecutivos se han vuelto escépticos

respecto de la planificación estratégica. Pero,

¿es ello motivo de sorpresa? A pesar de todo el tiempo

y energía que la mayoría de las empresas le dedica a

la planificación estratégica, nuestra investigación nos

indica que con frecuencia el proceso es una barrera

para una buena toma de decisiones. En consecuencia,

la planificación estratégica no influye realmente en la

estrategia de la mayoría de las compañías.

En las páginas que siguen, demostraremos que el

fracaso en la mayoría de las planificaciones estratégicas

se debe a dos factores: por lo general, es un

proceso anual y muy a menudo está enfocado en unidades

de negocios individuales. Como tal, el proceso

está en completa oposición con la manera en que los

ejecutivos realmente toman decisiones de estrategia

importantes, las cuales no son constreñidas por el

calendario y tampoco están definidas por los límites

de las unidades. No sorprende, entonces, que los altos

ejecutivos habitualmente eludan el proceso de planificación.

Ellos toman las decisiones que realmente le

dan forma a la estrategia de su empresa y determinan

su futuro –decisiones sobre fusiones y adquisiciones,

lanzamientos de productos, reestructuraciones corporativas

y otras similares– fuera del proceso de planificación,

típicamente de un modo ad hoc, sin un análisis

riguroso o un debate productivo. Las decisiones

cruciales se toman de la manera incorrecta o no se

toman. Más que cualquier otra cosa, esta desconexión

–entre la forma en que funciona la planificación y la

manera en que ocurre la toma de decisiones– explica

la frustración, si es que no la franca antipatía, que la

mayoría de los ejecutivos siente hacia la planificación

estratégica.

Pero las empresas pueden corregir el proceso si atacan

sus problemas de origen. Un pequeño número de

empresas de avanzada se han deshecho de sus procesos

de planificación impulsados por el calendario y

enfocados en las unidades de negocios, y los han reemplazado

por una toma de decisiones continua y enfocada

en temas. Al cambiar la calendarización y el foco

de la planificación estratégica, también han cambiado

la naturaleza de las conversaciones de la alta dirección

sobre la estrategia, desde “revisar y aprobar” a “debatir

y decidir”, lo cual significa que los altos ejecutivos consideran

seriamente cada decisión importante y sus implicancias

para el desempeño y valor de la compañía.

En efecto, estas empresas usan el proceso de desarrollo

de la estrategia para impulsar la toma de decisiones.

Como consecuencia, cada año toman casi el doble de

decisiones estratégicas importantes que las compañías

que siguen el modelo de planificación tradicional (vea

el recuadro “¿Quién toma más decisiones?”). Estas empresas

han dejado de hacer planes y han comenzado a

tomar decisiones.

Cuando falla la planificación

n el cuarto trimestre de 2005, Marakon Associates,

en colaboración con Economist Intelligence

Unit, encuestó a altos ejecutivos de 156 grandes

empresas de todo el mundo, todas con ventas de

US$ 1.000 millones o más (40% tenía ingresos superiores

a US$ 10.000 millones). Les preguntamos a estos

ejecutivos cómo sus compañías habían desarrollado

planes de largo alcance y cuán eficaces creían que eran

sus procesos de planificación para impulsar las decisiones

estratégicas.

Los resultados de la encuesta confirmaron lo que

habíamos observado durante muchos años de consultoría:

la calendarización y la estructura de la planificación

estratégica son obstáculos para una buena toma

de decisiones. Específicamente, descubrimos que las

empresas con procesos de planificación y prácticas

estándar toman sólo 2,5 decisiones estratégicas importantes

al año, en promedio (por “importante” queremos

decir que tienen el potencial para aumentar

las utilidades de la empresa en 10% o más en el largo

4 harvard business review

Michael C. Mankins (mmankins@marakon.com) es socio

director en la oficina de San Francisco de Marakon Associates,

una firma consultora en estrategia y management,

además de coautor de The Value Imperative: Managing

for Superior Shareholder Returns (Free Press, 1994). Richard

Steele (rsteele@marakon.com) es socio en la oficina

de Marakon en Nueva York.

E

Deje de hacer planes, comience a tomar decisiones

nuestra encuesta, la planificación es un evento periódico,

conducido a menudo como un precursor de los

procesos de presupuesto anual y de aprobación de

capital. De hecho, la vinculación de la planificación

estratégica a estos otros procesos de gestión es citada

con frecuencia como una mejor práctica. Pero forzar

la planificación estratégica a un ciclo anual tiene el

riesgo de hacerla irrelevante para los ejecutivos, quienes

deben tomar muchas decisiones importantes a lo

largo del año.

Existen dos importantes inconvenientes en un calendario

tan rígido. El primero

...

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