El Desarrollo Económico Y La Inflación En
cesardeharo12 de Mayo de 2014
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161 Clásicos No.3
El desarrollo económico y la inflación en
México y otros países latinoamericanos *
Juan Noyola Vázquez
Antes de iniciar esta breve charla quisiera decirles que no voy a
hablar aquí como funcionario de Naciones Unidas, sino como
mexicano y como profesor de la Escuela Nacional de Economía; es
decir, creo que tanto lo que diga como lo que espero que ustedes
digan, esté normado por la más absoluta libertad de criterio, por la
más absoluta libertad de expresión; algunas de las cosas que voy a
decir serán con toda seguridad objeto de controversia, pero creo
que ese es el espíritu que debe prevalecer en una discusión de
carácter académico como la de estas mesas redondas. De modo que
lo que yo diga esta noche no tendrá por qué asociarse
necesariamente con la institución en la que presto mis servicios,
sino que será solamente la expresión de puntos de vista muy
personales que quiero que se discutan en el terreno académico con
la mayor amplitud posible. Algunas afirmaciones que haré ahora
les podrán parecer a ustedes un poco dogmáticas. En realidad
provienen del razonamiento, del análisis y el estudio de una serie
de problemas, y como convicciones racionales y no dogmas están
sujetos a discusión.
* Conferencia reproducida por primera vez en la Revista Investigación Económica Núm. XVI, Escuela
Nacional de Economía, UNAM, en 1956, y que fue acompañada de comentarios de prestigiados profesores,
funcionarios públicos y economistas como en Lic. Octaviano Campos Salas, el Doctor Javier Márquez, el
Lic. Ernesto Fernández Hurtado, el Lic. Alfredo Lagunilla Iñárritu, el Sr. Adrián Lajous, el Doctor Celso
Furtado, Licenciado José Luis Ceceña, el Doctor Mejía Ricart, Lic. Emilio Mújica, que aquí no se
reproducirán. Transcripción de Blanca Sánchez y revision de Paola Vera.
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Con esta advertencia voy a iniciar esta lectura, que trataré de hacer
lo más breve posible. Quisiera que me perdonaran que los primeros
minutos los destine a una introducción teórica, también bastante
breve.
La inflación no es un fenómeno monetario; es el resultado de
desequilibrios de carácter real que se manifiestan en forma de
aumentos del nivel general de precios. Este carácter real del
proceso inflacionario es mucho más perceptible en los países
subdesarrollados que en los países industriales.
No basta sin embargo decir que la inflación es un fenómeno
resultante de desequilibrios reales en el sistema económico. Para
comprender ese fenómeno es preciso disponer de una teoría o de
una serie de categorías o herramientas teóricas. Pero el análisis de
la inflación no puede quedarse en la aplicación mecánica de esas
categorías, y sobre todo cuando se trata de las que provienen de
esquemas teóricos muy simplificados como el keynesiano o el
sueco, que explican la inflación en términos de sobreinversión o de
exceso de demanda sobre oferta disponible ex ante.
Hay sin duda otros enfoques más refinados que arrojan mucha luz
sobre la verdadera naturaleza de la inflación; entre éstos cabe citar,
como todos ustedes conocen, el análisis de Kalecki, que destaca la
importancia de la rigidez de la oferta y del grado de monopolio en
el sistema económico, y sobre todo planteamientos como el de
Henri Aujac 1, que examina el comportamiento de las diversas
clases sociales y su capacidad de regateo. Este último enfoque
revela, con meridiana claridad, que la inflación no es sino un
aspecto particular del fenómeno mucho más general de la lucha de
clases.
1 El autor se refiere al trabajo Aujac, Henry (1954) “Inflation as a Monetary Consequence of the Behavior
of the Social Groups: a working hypothesis,” en International Economic Papers, Núm. 4, Macmillan
Publishing Co. (n. de Ola Financiera)
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Pero ni siquiera estos planteamientos nos pueden llevar muy lejos
en la comprensión de los fenómenos inflacionarios en América
Latina, si no se introducen en el análisis una serie de elementos
derivados de la observación de la estructura y del funcionamiento
de la economía de nuestros países. Al introducir tales elementos se
llega a la conclusión inevitable de que la inflación es en cada país
latinoamericano un problema específico y distinto, aún cuando
puedan encontrarse una serie de rasgos comunes entre todos ellos.
¿Cuáles son los elementos que deben introducirse en el análisis?
En rigor, todos los que sean capaces de dar origen a desequilibrios
en el sistema económico. Entre ellos existen elementos de carácter
estructural, como la distribución de la población por ocupaciones y
las diferencias de productividad entre los diversos sectores de la
economía.
Existen también elementos de carácter dinámico, tales como las
diferencias del ritmo de crecimiento entre la economía y su
conjunto y algunos sectores específicos: las exportaciones, la
producción agrícola, etcétera.
Existen, por último, elementos de carácter institucional sea en la
organización productiva del sector privado, grado de monopolio,
métodos de fijación de los precios, grado de organización sindical;
sea en la organización y el funcionamiento del Estado y en el grado
y orientación de su intervención en la vida económica.
Ahora bien, ¿cómo combinar todos estos elementos en un esquema
teórico fácil de manejar? Yo quisiera sugerirles a ustedes esta
noche un modelo muy simple. En este modelo se distinguen dos
categorías fundamentales: las presiones inflacionarias básicas y los
mecanismos de propagación. Las presiones inflacionarias básicas
se originan comúnmente en desequilibrios de crecimiento
localizados casi siempre en dos sectores: el comercio exterior y la
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agricultura. Los mecanismos de propagación pueden ser muy
variados, pero normalmente se pueden agrupar en tres categorías:
el mecanismo fiscal (en el cual hay que incluir el sistema de
previsión social y el sistema cambiario), el mecanismo del crédito
y el mecanismo de reajuste de precios e ingresos.
En definitiva, la intensidad de una inflación depende
primordialmente de la magnitud de las presiones inflacionarias
básicas y secundariamente de la existencia de mecanismos de
propagación y de la acción que éstos desempeñan. Por lo tanto,
para analizar la inflación en diversos países latinoamericanos es
preciso identificar en cada uno de ellos las presiones inflacionarias
básicas y determinar su intensidad, y en seguida observar si existen
condiciones favorables a la aparición de mecanismos de
propagación, descubrir cuáles son éstas y cómo actúan.
Con el instrumental teórico, esbozado antes trataré de analizar en
esta ocasión dos casos que pueden considerarse extremos: la
inflación chilena y la inflación mexicana, en el periodo que va de
mediados de los años treinta hasta la época actual.
Empezaré por señalar a ustedes un contraste entre ambas
inflaciones, que fue particularmente marcado durante todo el
periodo, pero sobre todo durante los años de la Segunda Guerra
Mundial. Entre 1939 y 1947, el general de precios aumentó 3.6
veces en Chile y sólo 2.6 veces en México. En cambio, la
distribución del ingreso, si bien se alteró en cierta medida en Chile
en detrimento de los asalariados, no sufrió nada parecido a la
radical transformación ocurrida en México. Todos ustedes conocen
los datos revelados por la Comisión Mixta, que indican que la
participación de los salarios en el ingreso nacional cayó de 30 a
menos de 22% en ese periodo, en tanto que la de las utilidades
subió de 26 a 45%. En Chile se crearon, sin duda, nuevas y
cuantiosas fortunas durante el periodo de guerra, pero de ninguna
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manera ocurrió lo que en México, que equivalió a una verdadera
revolución social en sentido inverso, sin la cual no se explicarían
muchas de las características sociales y políticas de nuestro país en
el momento actual.
He establecido esta comparación para mostrar lo difícil que es
responder a esta pregunta: ¿cuál inflación ha sido más intensa: la
chilena o la mexicana? Es evidente que si la intensidad se mide en
términos del aumento de los precios, la inflación de Chile se lleva
la palma; pero si se acepta que la inflación es una lucha entre los
diversos grupos sociales por mejorar o mantener su participación
en el ingreso nacional, la inflación mexicana revela tener
consecuencias distributivas mucho más profundas. Sin tratar de
responder a la pregunta de cuál es más intensa, sí intentaré
describir a ustedes los rasgos fundamentales de ambas inflaciones,
para poder explicar por qué hay diferencias tan marcadas entre
ellas.
Veamos en primer lugar el caso chileno. Para
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