Jorge Montero

Introducción

Jorge Montero fundó una empresa de corta duración, El camino Amarillo para producir y vender historietas.

Jorge quien había trabajado en una corporación transnacional, un despacho de auditorías contables y fiscales de los cinco más grandes del mundo. Sin embargo renuncio y se dedico de lleno a lo que se llamaría su proyecto de vida.

Al principio era mucha la competencia en el mercado nacional de las historietas, la variedad de sus temas no es muy amplia. Ante esta situación Jorge decidió contratar una agencia profesional de estudios de mercado que le ayudara a comprobar la existencia de un mercado potencial, diferente al ya conocido. Algo que también es muy importante es el punto de equilibrio del proyecto, como los temas preferidos, los niveles de precios y los diferentes canales de distribución que pudieran existir.

Como contador le sirvió mucho al realizar las proyecciones financieras. Con un tiraje calculado de 50 000 ejemplares vendidos a la semana, esperaba el punto de equilibrio para al final del segundo mes. Esta fecha no solo representaba el punto de equilibrio si no que también era el día en que se acabaría el capital. La agencia propuso tres fases. 1. En la primera se reúne toda la clase de información documental, 2. La agencia propuso aplicar cuestionarios personalizados a diferentes perfiles de posibles compradores, 3. La agencia consideraba importante entrevistar a las cinco editoriales más grandes que publicaban historietas del momento, y a los tres grandes sistemas de distribución de estas revistas a nivel nacional.

Desarrollo

Entre los principales hallazgos de la investigación, de los cuestionarios, editoriales y los canales de distribución son;

El pueblo en general adquiere una serie de revistas de lectura rápida, precisamente porque están llenas de dibujos, la disminución en la cantidad de lectores de El libro vaquero uno de los libros más sobresalientes, se debe a la televisión e internet. Aun así, el mercado de lectores de este género seguía siendo interesante para entretener a los seis millones de analfabetos que había en el país en el 2000, entre los lectores, cuatro millones pasaban de los 50 años.

Los entrevistados mostraban interés por las historietas pero también afirmaban que no tenían suficiente dinero para comprar las revistas cada que salen.

Los temas de héroes anónimos que imparten justicia y establecen el orden en la comunidad donde combaten el crimen y al narcotráfico, no parecían conmover a la audiencia.

Todos los distribuidores cobraban entre 40% y 50% de comisión por repartir la revista en alrededor de 500 000 puntos de venta. Sin embargo, no se hacían

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