La calidad de vida
lucariaEnsayo5 de Diciembre de 2012
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Segundo:
la calidad de vida en el trabajo de los gerentes de cualquier nivel debe ser mejorada antes de emprender un programa enel mismo sentido para los empleados.
Si esto se cumple, el programa para los empleados que vendrá a continuación contará con el beneplácito de los gerentes de todos los niveles. Sino se hace así, los gerentes de nivel intermedio e inferior tenderán a obstruir el programa dirigido a los empleados.Tercero:
una vez que se haya atendido a la calidad de vida en el trabajo de los gerentes, el programa debe ampliarse para que cubra lasnecesidades de empleados y obreros.
La participación en este programa debe ser voluntaria para todos, excepto para los gerentesy supervisores; la efectiva participación de estos últimos debe ser una de las condiciones para el mantenimiento de surelación de trabajo con la empresa.Cuarto:
gerentes, empleados y obreros deben ser preparados para estos programas, incluyéndolos en grupos cooperativos grupales, y esto debehacerse dentro del horario normal de trabajo.
Es muy raro que sereúnan grupos eficientes de manera espontánea.Quinto:
una vez que los programas se han lanzado, las medidas correctivas deben ser orientadas a la eliminación de comportamientosno deseados, antes que a su castigo.
Las mejoras en el comportamiento que puedan eventualmente conseguirse por medio decastigos rara vez son permanentes, y es aún más raro que redunden en un trabajador satisfecho.Sexto:
las medidas correctivas para los que infrinjan las reglas deben aplicarse sin distinción de nivel.
No debe haber pautas dobles. Las medidas correctivas para el personal gerencial y nogerencial deben ser las mismas.Séptimo:
los compromisos adquiridos por cada uno de los partici pantes en un programa de calidad de vida en el trabajo deben ser ob jeto de seguimiento y finalmente deben cumplirse.
Si cualquiera delos participantes no puede cumplir con uno de sus compromisos debe dar una explicación completa del por qué de sufalla a los otros participantes.
Octavo:
debe desalentarse la fragmentación de las juntas de trabajo
en grupos aislados. Las discusiones deben realizarse abiertamente en
las reuniones de gerentes y trabajadores hasta donde sea posible. Noveno: debe utilizarse una persona defuera, experta y competente,
por lo menos al comienzo,
para facilitar las reuniones conjuntas y proveer la guía necesaria durante el proceso.
Esta persona debeser elegida con el consenso de todos los participantes, y debeser reemplazado a pedido de cualquiera de ellos.Décimo y más importante:
los programas de calidad de vida en
el trabajo no deben ser diseñados ni rediseñados por expertos, sino por aquellos que son afectados directamente por tales programas.
Los
empleados de menor nivel tienen prejuicios respecto de losexpertos, en especial de los expertos seleccionados por la gerencia y sospechan que sus programas son instrumentos deexplotación. Desafortunadamente, estas sospechas, a menudo, son justificadas.
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Los incentivos
Los incentivos se usan ampliamente para influenciar comportamientos que no pueden ser controlados. A menudo, sinembargo, no arrojan el resultado deseado, o arrojan resultados inesperados. Por ejemplo, un importante productor deartículos para el hogar también los instalaba y realizaba sumantenimiento. La empresa empleaba mecánicos de mantenimiento que, dotados de una camioneta, visitaban a losusuarios que requerían el servicio. La gran cantidad de repuestos que cada uno de estos mecánicos cargaba en su vehículo comenzó a preocupar a la dirección, máxime teniendoen cuenta que muy pocos de estos repuestos eran finalmente
utilizados.
Se contrató una firma consultora para tratar de reducir esteinventario ambulante. Los investigadores descubrieron quela retribución de los mecánicos era proporcional a las reparaciones que llevaban a cabo; si no disponían de los repuestos
para completar un trabajo, debían volver a buscarlos al almacén. Esto podía tomarles entre dos y cuatro horas, tiempo porel cual no recibían compensación alguna. No era entonces deextrañar que trataran de tener a mano todo tipo de repuestoque eventualmente pudieran necesitar. El modo de retribuira los mecánicos constituía un incentivo indeseado que aumentaba el inventario de repuestos.Algunos sistemas de incentivos demuestran estar claramentemal concebidos, debido a que sus objetivos no se formulanclaramente. Por ejemplo, dos ciudades importantes decidieron, en forma independiente, reducir las congestiones de tránsito cobrando un peaje a los automóviles y camiones quecirculaban por sus calles. Se presentaron distintas propuestas para aplicar estos peajes.Una consistía en relacionarlos con el número de kilómetrosrecorridos en el perímetro urbano; otra tomaba en cuenta lafrecuencia con que los vehículos pasaban frente a ojos electrónicos convenientemente ubicados, capaces de leer los números de identificación en sus costados. Hubo discusionesentre los planificadores de transporte de las dos ciudades para evaluar los méritos de cada uno de los sistemas. Finalmente decidieron recurrir a un consultor para que hiciera unaevaluación comparativa de los dos proyectos.En la primera reunión, uno de los consultores preguntó cuálera el objetivo del sistema propuesto. Extrañado por esta pregunta, aparentemente ingenua, un planificador contestó queel objetivo era obviamente el de reducir la congestión. El consultor preguntó: ¿qué significa congestión?". El planificador, evidentemente molesto, contestó: "todos saben lo quesignifica congestión". El consultor insistió: "no todos. Yo,por ejemplo, no lo sé". El planificador, ya a punto de perdersu paciencia, se levantó, caminó hacia una ventana, indicó lacalle y dijo: "Mire, la puede ver". El consultor entonces preguntó que era lo que se veía. El planificador explotó. "¡Por
el amor de Dios, los autos no se mueven!". "Ah", dijo el consultor, "entonces lo que usted quiere reducir es el número deautos que
no
se mueven por la calle. ¿Cómo puede proponercobrar peaje a los que se mueven?".El consultor puntualizó al estupefacto planificador que parareducir la congestión, sería mucho mejor penalizar a los conductores proporcionalmente a las veces que se detenía, nocuando se movían. Tal peaje, explicó, los induciría a usar susvehículos fuera de las horas pico y a buscar itinerarios descongestionados. Además, las paradas podrían contarse con menor gasto (por medio de un simple medidor inercial).Otra ciudad, conectada con sus suburbios por medio de puentes y túneles, quiso desalentar a los habitantes suburbanos ausar sus automóviles para ir y volver del trabajo. Propuso entonces incrementar los peajes ya vigentes, agregando peajesadicionales por cada pasajero transportado. Un consultor señaló que esto alentaría a los conductores a no llevar pasajeros, con lo que el número de autos aumentaría. Para reducirel número de autos en circulación, dijo, el peaje adicional debía ser cobrado por cada asiento
vacío.
Esto impulsaría a compartir los autos y a usar vehículos más pequeños. (Los autoscon tres o más pasajeros están ya eximidos de peaje en el puente de la Bahía de San Francisco y disponen de carriles espe
ciales).
Como los incentivos producen frecuentemente resultados inesperados, es conveniente que sean revisados críticamente porlo menos por un representante del universo al que van dirigidos. Esto se debe hacer antes de ponerlos en vigor.
Los
incentivos no cumplirán su propósito a menos que también sirvan a los propósitos de aquellos que resultarán afectados.
LA RESURRECCIÓN DE ATLANTIC & PACIFIC TEA
Entre 1974 y 1982, Great Atlantic & Pacific Tea Company (A&P)
cerró aproximadamente 2 500 de sus supermercados; 60 deellos estaban en Filadelfia. La causa señalada fue el elevadocosto de la mano de obra, que estaba 5% por encima del promedio de esa rama.La sección 1357 de United Food and Commercial Workers, elsindicato que agrupa a los trabajadores, fue una de las principales víctimas de estos cierres; perdió miles de afiliados. El
presidente del sindicato, Wendell Young, solicitó al Busch Cen-
ter de The Wharton School que analizara la posibilidad de quelos trabajadores que habían perdido su empleo compraran yexplotaran los supermercados que A&P había abandonado.Se llevó a cabo un estudio que arrojó resultados positivos. Respondiendo a una invitación del sindicato, seiscientos miembros ofrecieron contribuir con 5 000 dólares cada uno, y A&Ples vendió dos de los supermercados. Los trabajadores-
propietarios, ayudados por el Busch Center, prepararon undiseño detallado de cómo explotar y administrar sus supermercados. La nueva empresa se llamó
O&cO
(Owned and Ope-rated) -Propios y Administrados. Las dos tiendas, desde el díade reapertura, mostraron resultados mejores que los que habían tenido cuando eran de propiedad de A&P.El éxito de
O&cO
movió a A&P a buscar las razones de su fracaso, y a proponer un estudio para determinar si sus supermercados podían ser rediseñados para que su operación fueraviable. Con la ayuda del Busch Center se lanzó un programaconjunto, que involucraba a los gerentes de
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