Las Utilidades De Mayo

Recientemente, en diversos círculos, he escuchado comentar sobre las utilidades que los trabajadores reciben en el mes de mayo, es decir, el PTU (Participación de los Trabajadores en las Utilidades), el cual es equivalente al 10% de la utilidad fiscal de la empresa para la cual prestan sus servicios.

La opinión que doy al respecto, es que considero una obligación (para el patrón) por demás injusta, y cito algunas de las respuestas que he recibido, “lo dices porque no sabes lo qué es ganarse el dinero”, “no te elegiríamos como patrón”, “se recompensa porque los salarios son miserables”. Y claro, lo dicen desde la perspectiva del trabajador, ¿quién no está de acuerdo en recibir, a mitad de año, un dinerito extra?. Quién haya respondido que no, seguro es pariente del Sr. Slim.

Para justificar por qué pienso que el PTU es una injusticia, debo aclarar qué son las utilidades. Las utilidades son el salario del empresario, que es la persona que, valientemente, decidió emprender. Y para definir por qué puse el adjetivo “valientemente”, me remonto a Eugen von Böhm-Bawerk, economista de la Escuela Austríaca, quien se atrevió a refutar puntualmente las teorías marxistas. Uno de sus argumentos más contudentes es el de la <<espera o diferimiento>>, el cual dice, en resumen, 1que los hombres de negocios, capitalistas, los inversores y terratenientes, tienen que esperar a que se les pague, pero los trabajadores no tienen que esperar. Ellos acuerdan llevar a cabo una cierta cantidad de trabajo a cambio de un sueldo o salario y son pagados cada mes o cada quincena con independencia de si lo que ellos han producido se ha vendido o no. Los que invierten capital en los negocios asumen riesgos que los trabajadores no tienen.

Más claro no puede estar, no hay argumento que justifique por qué el patrón debe compartir sus ganancias con los trabajadores, mismos que mes con mes reciben un salario. Si ese salario es justo o no, ese es otro cuento, pero el salario del patrón –las utilidades– no debe ser compartido.

Las utilidades de una empresa se ven gravadas por tasas altísimas de impuestos, y el PTU, aunque no es definido como un impuesto, no es sino eso mismo. Una imposición por parte del gobierno, donde la única diferencia visible es el paradero del dinero, el bolsillo del trabajador.

Lamentablemente en México, y en muchas partes del mundo, se sigue viendo al empresario como el monstruo que se beneficia de los consumidores y trabajadores, aun cuando la realidad es todo lo contrario. El empresario es el gran benefactor de la sociedad, por una parte, son responsables de la oferta de empleos y, por otra, los consumidores nos vemos beneficiados por los productos y servicios que ellos ofrecen. La obligación de repartir utilidades, lleva al empresario a subcontratar empresas que se hagan responsables de sus propios empleados, es decir, outsoursing, lo cual es mal visto

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