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Letras de Cicero

franco.heckEnsayo23 de Junio de 2013

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Mándanme, ingenios nobles, flor de España,

(que en esta junta y academia insigne

en breve tiempo excederéis no sólo

a las de Italia, que, envidiando a Grecia,

ilustró Cicerón del mismo nombre,

junto al Averno lago, si no a Atenas,

adonde en su platónico Liceo

se vio tan alta junta de filósofos)

que un arte de comedias os escriba,

que al estilo del vulgo se reciba.

Fácil parece este sujeto, y fácil

fuera para cualquiera de vosotros,

que ha escrito menos de ellas, y más sabe

del arte de escribirlas, y de todo;

que lo que a mí me daña en esta parte

es haberlas escrito sin el arte.

No porque yo ignorase los preceptos,

gracias a Dios, que ya, tirón gramático,

pasé los libros que trataban de esto

antes que hubiese visto al sol diez veces

discurrir desde el Aries a los Peces.

Mas porque, en fin, hallé que las comedias

estaban en España, en aquel tiempo,

no como sus primeros inventores

pensaron que en el mundo se escribieran,

mas como las trataron muchos bárbaros

que enseñaron el vulgo a sus rudezas;

y así, se introdujeron de tal modo

que, quien con arte agora las escribe,

muere sin fama y galardón, que puede,

entre los que carecen de su lumbre,

más que razón y fuerza, la costumbre.

Verdad es que yo he escrito algunas veces

siguiendo el arte que conocen pocos,

mas luego que salir por otra parte

veo los monstruos, de apariencia llenos,

adonde acude el vulgo y las mujeres

que este triste ejercicio canonizan,

a aquel hábito bárbaro me vuelvo;

y, cuando he de escribir una comedia,

encierro los preceptos con seis llaves;

saco a Terencio y Plauto de mi estudio,

para que no me den voces (que suele

dar gritos la verdad en libros mudos),

y escribo por el arte que inventaron

los que el vulgar aplauso pretendieron,

porque, como las paga el vulgo, es justo

hablarle en necio para darle gusto.

Ya tiene la comedia verdadera

su fin propuesto, como todo género

de poema o poesis, y éste ha sido

imitar las acciones de los hombres

y pintar de aquel siglo las costumbres.

También cualquiera imitación poética

se hace de tres cosas, que son plática,

verso dulce, armonía, o sea la música,

que en esto fue común con la tragedia,

sólo diferenciándola en que trata

las acciones humildes y plebeyas,

y la tragedia, las reales y altas.

¡Mirad si hay en las nuestras pocas faltas!

Acto fueron llamadas, porque imitan

las vulgares acciones y negocios.

Lope de Rueda fue en España ejemplo

de estos preceptos, y hoy se ven impresas

sus comedias de prosa tan vulgares,

que introduce mecánicos oficios

y el amor de una hija de un herrero,

de donde se ha quedado la costumbre

de llamar entremeses las comedias

antiguas donde está en su fuerza el arte,

siendo una acción y entre plebeya gente,

porque entremés de rey jamás se ha visto,

y aquí se ve que el arte, por bajeza

de estilo, vino a estar en tal desprecio,

y el rey en la comedia para el necio.

Aristóteles pinta en su Poética,

puesto que escuramente, su principio:

la contienda de Atenas y Megara

sobre cuál de ellos fue inventor primero.

Los megarenses dicen que Epicarmo,

aunque Atenas quisiera que Magnetes.

Elio Donato dice que tuvieron

principio en los antiguos sacrificios;

da por autor de la tragedia a Tespis,

siguiendo a Horacio, que lo mismo afirma;

como de las comedias a Aristófanes.

Homero, a imitación de la comedia,

La Odisea compuso, mas La Ilíada

de la tragedia fue famoso ejemplo,

a cuya imitación llamé epopeya

a mi Jerusalén, y añadí «trágica»;

y así a su Infierno, Purgatorio y Cielo

del célebre poeta Dante Alígero

llaman comedia todos comúnmente,

y el Maneti en su prólogo lo siente.

Ya todos saben que silencio tuvo,

por sospechosa, un tiempo la comedia,

y que de allí nació la sátira,

que, siendo más cruel, cesó más presto,

y dio licencia a la comedia nueva.

Los coros fueron los primeros; luego

de las figuras se introdujo el número;

pero Menandro, a quien siguió Terencio,

por enfadosos, despreció los coros;

Terencio fue más visto en los preceptos,

pues que jamás alzó el estilo cómico

a la grandeza trágica, que tantos

reprehendieron por vicioso en Plauto,

porque en esto Terencio fue más cauto.

Por argumento la tragedia tiene

la historia, y la comedia, el fingimiento;

por eso fue llamada planipedia

del argumento humilde, pues la hacía

sin coturno y teatro el recitante.

Hubo comedias palïatas, mimos,

togatas, atelanas, tabernarias,

que también eran, como agora, varias.

Con ática elegancia los de Atenas

reprehendían vicios y costumbres

con las comedias, y a los dos autores

del verso y de la acción daban sus premios.

Por eso Tulio las llamaba espejo

de las costumbres y una viva imagen

de la verdad, altísimo atributo,

en que corren parejas con la historia.

¡Mirad si es digna de corona y gloria!

Pero ya me parece estáis diciendo

que es traducir los libros y cansaros

pintaros esta máquina confusa.

Creed que ha sido fuerza que os trujese

a la memoria algunas cosas de éstas,

porque veáis que me pedís que escriba

Arte de hacer comedias en España,

donde cuanto se escribe es contra el arte;

y que decir cómo serán agora

contra el antiguo, y qué en razón se funda,

es pedir parecer a mi experiencia,

no al arte, porque el arte verdad dice,

que el ignorante vulgo contradice.

Si pedís arte, yo os suplico, ingenios,

que leáis al doctísimo utinense

Robortelio, y veréis sobre Aristóteles,

y, aparte en lo que escribe De Comedia,

cuanto por muchos libros hay difuso,

que todo lo de agora está confuso.

Si pedís parecer de las que agora

están en posesión, y que es forzoso

que el vulgo con sus leyes establezca

la vil quimera de este monstruo cómico,

diré el que tengo, y perdonad, pues debo

obedecer a quien mandarme puede,

que, dorando el error del vulgo, quiero

deciros de qué modo las querría,

ya que seguir el arte no hay remedio,

en estos dos extremos dando un medio.

Elíjase el sujeto, y no se mire

(perdonen los preceptos) si es de reyes,

aunque por esto entiendo que el prudente

Filipo, rey de España y señor nuestro,

en viendo un rey en ellos se enfadaba,

o fuese el ver que al arte contradice,

o que la autoridad real no debe

andar fingida entre la humilde plebe.

Esto es volver a la comedia antigua

donde vemos que Plauto puso dioses,

como en su Anfitrïón lo muestra Júpiter.

Sabe Dios que me pesa de aprobarlo,

porque Plutarco, hablando de Menandro,

no siente bien de la comedia antigua;

mas pues del arte vamos tan remotos,

y en España le hacemos mil agravios,

cierren los doctos esta vez los labios.

Lo trágico y lo cómico mezclado,

y Terencio con Séneca, aunque sea

como otro Minotauro de Pasife,

harán grave una parte, otra ridícula,

que aquesta variedad deleita mucho:

buen ejemplo nos da naturaleza,

que por tal variedad tiene belleza.

Adviértase que sólo este sujeto

tenga una acción, mirando que la fábula

de ninguna manera sea episódica,

quiero decir inserta de otras cosas

que del primero intento se desvíen;

ni que de ella se pueda quitar miembro

que del contexto no derribe el todo;

no hay que advertir que pase en el período

de un sol, aunque es consejo de Aristóteles,

porque ya le perdimos el respeto

cuando mezclamos la sentencia trágica

a la humildad de la bajeza cómica;

pase en el menos tiempo que ser pueda,

si no es cuando el poeta escriba historia

en que hayan de pasar algunos años,

...

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