Atención y Escucha
Gabriela AmadorDocumentos de Investigación28 de Octubre de 2015
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ATENCIÓN Y ESCUCHA
La relación interpersonal profunda exige una cierta intensidad de presencia, la cual es imposible sin prestar atención. Prestar atención, siendo un concepto tan simple, es sorprendente cuán seguido fallamos en ponerlo en práctica. Es frecuente escuchar un diálogo como el siguiente: “No me estás escuchando”, “Ah, ¿no? Si quieres te digo lo que dijiste”. La verdad es que la persona no quiere que repitas lo que dijo, quiere que estés presente para ella y que no te distraigas.
Nadie nos enseña a escuchar. Oír es algo mecánico que se dá porque tenemos un aparato auditivo. Pero escuchar es mucho más que oír. “La capacidad de escuchar es una habilidad indispensable para el crecimiento personal (escuchar-se) y revela una actitud abierta hacia los demás y el deseo de establecer una relación significativa y justa con ellos” (Persona, Familia y Trabajo, pág. 14)
Una auténtica relación periférica, el aspecto del otro me resalta y empiezo a clasificarlo: es alto, de ojos cafés, voz tormentosa, ingeniero, alto coeficiente intelectual, edad mediana, ropa muy formal, etc. Más en el verdadero encuentro personal estas cosas van dejando de llamar mi atención, ya no clasifico. Ahora empiezo a escuchar a esta persona única e irrepetible. Su centro y mi centro han creado la comunidad de un “nosotros”. Después de haberle escuchado a fondo ya no volveré a clasificarlo. No sabría como comunicar a los demás que me he encontrado con esa persona.
Cuando alguien desahoga conmigo una ansiedad que no puede soportar, no puedo responderle fría e intelectualmente. “La llamada de una persona no puede ser contestada sino con la presencia total de otra persona. Todo lo que sea menos, es una traición a esa llamada y una huida de la entrega de uno mismo en la auténtica relación personal” (Ibid., pág. 20). Esta llamada puede ser muy tenue o encubierta, pero siempre contiene una invitación a salir de uno mismo. Es una invitación a salir de mis propias preocupaciones, a liberarme de la fascinación de mi mundo egocéntrico” (Ibid., pág. 20). Es como si el otro me dijera: durante un rato te pido que estés para mí”.
Tomemos esto en cuenta: Es esta escucha respetuosa y cercana al llamado que el otro me hace, dejando a un lado mis preocupaciones personales y mi interés en lña impresión que voy a causarle, es éste estar para el otro mucho más importante que mis conocimientos y habilidades, sin que éstas últimas carezca de importancia, solo que sin la actitud escuchante en la base, se convierte en algo vano, hueco.
LA FORMA PASIVA DE ESCUCHAR.
El no decir nada puede comunicar con toda claridad la aceptación. El silencio forma pasiva de escuchar” constituye un fuerte mensaje no verbal que puede lograr que la persona sienta que en verdad no esta siendo juzgada. Escuchar en silencio también puede ayudar a que el otro valla madurando solo. Ej.: Juan empieza a quejarse de un profesor. José lo escucha en silencio y muestra una actitud de escucha. Juan se sigue quejando pero ahora explica porqué no tolera al profesor. Ante el silencio aceptante de José, Juan llega a la conclusión, por sí mismo de que no todos los profesores pueden ser agradables y que su actitud le está causando daño. Decide ser más tolerante. Este silencio es ayudador siempre y cuando sea aceptante. Cuando cortamos al otro para decirle que no debería sentirse así y lo aconsejamos, amonestamos, etc., bloqueamos su propio proceso de maduración.
LA “DOCENA SUCIA”.
Se trata de doce respuestas verbales muy comunes, que obstaculizan la escucha y comprensión. Cuando el otro te comunica tu experiencia tú:
- Ordenas, diriges, mandas. Ej. “no me hables así”, “deja de quejarte”, “lo que tu tienes que hacer, es…”
- Adviertes, amonestas, amenazas. Ej. “Si lo haces te vas a arrepentir”, “si sigues con ése carácter te vas a quedar sola”.
- Exhortas, sermoneas, aleccionas. (Deberías) Ej. “No deberías sentirte así”, “siempre debes decir la verdad”, “deberías dejar de…”
- Aconsejas, das soluciones o sugerencias. Ej. “ve y pídele perdón”, “no le hagas caso”
- Das discursos, cátedra, argumentos lógicos. Ej. “Sólo en la convivencia aprenderás a ser tú mismo”, “al que es buen hijo, le va bien en la vida”.
- Juzgas, criticas, culpas, estás en desacuerdo. (Juicio negativo) Ej. “No estás pensando con claridad”, “pensas eso por tu inmadurez”, “perdóname, pero tú tuviste la culpa”, “estás en un error”.
- Recompensas, estás de acuerdo. (Juicio positivo) Ej. “Te doy toda la razón”, “muy bien, eres increíblemente inteligente”.
- Pones apodos, ridiculizas, avergüenzas. Ej. “Claro que sí, doña perfecta”, “¿no te da vergüenza?”, “¿oyeron la tontería que dijo fulano?”
- Interpretas, analizas, diagnosticas. Ej. “Lo que pasa es que te dan celos”, “no, finjas, tu intención era otra”, “te gusta por tu complejo de Edipo”, “te quieres vengar”.
- Reafirmas, simpatizas, consuelas, apoyas. (Negando la fuerza de los sentimientos del otro). “A todos nos pasa eso alguna vez”, “es normal sentirse así”, “pero tienes otras muchas cualidades”, “no le hagas caso, está loco”.
- Preguntas, interrogas. (Te centras en la información, más que en la persona) “¿desde cuándo te sientes así?” “¿Quién te metió esa idea en la cabeza?” “¿Qué harías en caso de divorciarte?”.
- Distraes, humorizas, entretienes. Ej. “Olvídalo ya, ¿quieres?”, “mejor me lo dices luego”, “hablemos de algo menos deprimente”, “mátalo de plano”, “ahí te va un chiste, para que te alegres”.
Estos patrones de respuesta son más dañinos en la medida que se convierten en nuestra forma habitual de responder.
ALGUNAS BARRERAS QUE OBSTACULIZAN EL ESCUCHAR.
Resistencia en la relación, ocasionada por el miedo al compromiso, debido a experiencias dolorosas o por temor a la posible separación. (Es frecuente la justificación: “no tengo tiempo”)
Prejuicios u opiniones anticipadas acerca de la otra persona que puede originarse por su presencia física, actitudes y roles.
Dificultad para aceptar que la otra persona es diferente, y que nuestra diferencia puede enriquecerse mutuamente.
Tendencia a evaluar, como moralmente bueno o malo lo que el otro comunica, de acuerdo a la propia escala de valores.
Condiciones Externas, ruido, intromisiones, distracciones, llamadas telefónicas y todo tipo de cosas que pueden hacer perder la concentración.
Estar en un diálogo interno con nosotros mismos, a un volumen tan alto que no escuchamos al otro. Generalmente procede de asuntos no resueltos que se apoderan de nuestro campo de conciencia.
LAS METAS DE PRESTAR ATENCIÓN
1. Darse cuenta y discriminar. Prestar atención a todo lo que constituye el medio ambiente de mi vivir: las relaciones interpersonales en mi entorno, lo que sucede dentro de mí, lo que pasa en mi ámbito social, cultural, organizacional, familiar e interpersonal y lo que sucede en la esfera internacional.
2. Respeto. Una forma muy importante de vivir el respeto hacia el otro es prestarle nuestra atención total.
3. Refuerzo. Cuando alguien no nos pone atención no sentimos ganas de seguirnos comunicando y además podemos sentirnos descontentos o poco importantes como personas. En cambio, la atención total nos refuerza en el sentimiento del propio valer y en los deseos de seguirnos expresando.
4. Influencia social. Hay dos fuentes de poder en el prestar atención que es conveniente tener bien presente para hacer un uso responsable de él. La primera es que si yo estoy brindándote una atención tan plena, esto exige una respuesta de tu parte. La segunda es la atención diferencial, ya que es muy probable que la conversación siga por ese tema al cual le estoy poniendo más atención que otros. Es importante que me dé cuenta de que esto pasa, y que lo utilice en beneficio del otro y no el mío propio.
EL FACTOR AMBIENTAL.
Un medio ambiente con pocos distractores, sin ser frío, ni incómodo, que fomente la mutua atención.
Que no haya objetos físicos (un escritorio por ejemplo) entre los interlocutores, ya que esto pudiera enfatizar una diferencia de posición o estatus y pone distancia.
Advertencia: aunque el ambiente físico es importante en el encuentro personal significativo, la persona motivada puede trabajar aún en escenarios no muy apropiados o hasta adversos.
LA ATENCIÓN FÍSICA.
- Mirar al otro a la cara (dice: “estoy disponible para ti”)
- Mantener buen contacto ocular. Esto significa no hablar viendo a otro durante periodos prolongados y tampoco mantener 0persistentemente la mirada fija, pues esto último puede resultar agresivo, controlador y amenazante. Mirarse flexiblemente a los ojos facilita el flujo de la comunicación.
- Mantener una postura “abierta” (no cruzada de brazos, por ejemplo), lo cual normalmente se siente como disponibilidad.
- Inclinarse hacia el otro. Simplemente observa qué tan frecuente es esto, en una conversación cotidiana en la que la gente está mutuamente interesada, involucrada y atenta.
- Mantenerse relativamente relajado. Si estás totalmente relajado se te escapan cosas, es fácil que te disperses. Si estás muy tenso tampoco puedes escuchar, te precipitas.
Imagina y recuerda qué posturas físicas de otros te invitan a comunicarte y cuáles te frenan o te provocan incomodidad. (Sugerencia: dedica unos minutos a esto).
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