Notas sobre la violencia
Flor ReartesSíntesis12 de Abril de 2020
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NOTAS SOBRE LA VIOLENCIA
Berenstein.
Se puede tomar el concepto de VIOLENCIA desde varias aristas. Una de ellas, es de lo violento como una cualidad de ciertas acciones, ligadas a fuertes emociones vinculadas a la agresión, con una característica de exceso en el sentimiento de no tolerancia al limite ofrecido por otro sujeto, su mente y en especial su cuerpo. Así se puede hablar de un amor violento de pasión violenta, de una muerte violenta.
El otro uso del término es como sustantivo, es decir, el nombre de una acción o conjunto de acciones consistente en invadir el limite del otro a los efectos de ejercer una imposición sobre él mediante la fuerza con su componente motor (muscular). El sujete que ejerce la violencia tiene poder para hacerlo y el que la recibe por lo general está, por distintas circunstancias, en una posición inerme (- desprovisto de armas).
Para entender un poco el origen de la violencia, o dónde ésta habita, se referirá al sujeto y sus espacios subjetivos: individual, vincular y social.
En lo individual (intrasubjetivo) podemos decir que la violencia surge de una acción que irrumpe desde el interior de su mundo interno, lo cual incluye lo corporal y mental, llevado a cabo por un objeto interno a un Yo del cual no tolera la separatividad y que tiene como base un conjunto de imposiciones en situaciones infantiles de inermidad. Cuando no puede ser tramitado por las representaciones y acciones que en general la orientan hacia otro, la violencia opera sobre el mismo cuerpo.
En lo vincular (intersubjetivo), la violencia consiste en los actos que se realizan entre un sujeto y otro vinculados consistentes en el despojo de su carácter de ajenidad y el intento de transformarlo en semejante o idéntico a sí mismo. Se asocia al borramiento de la subjetividad del otro. Lo ajeno caracteriza aquello del otro que el Yo no puede inscribir como propio a pesar de intentarlo. La violencia intersubjetiva tiene como fuente el vinculo con los otros y opera una desvinculación, es especial con aquellos con los que se esta ligado en una relación estable como ocurre en la familia o la pareja. Uno de sus orígenes es la permanente negación y desmentida del otro por parte del Yo o del Yo porque parte del otro, se considera sólo como una prolongación de sí mismo.
Desde el punto de vista social, la violencia incluye el arrasamiento del sentimiento de pertenencia de un conjunto de sujetos o parte de la comunidad por parte de otro conjunto o parte de la misma comunidad. La violencia transubjetiva originada en lo sociocultural atraviesa los vínculos interpersonales y al propio Yo. El intento es hacerlos dejar de pertenecer, lo cual incluye su traslado súbito, expulsión o matanza. Se toma como violencia social sólo aquella que el poder del estado define como tal: los robos, los asesinatos, el abuso sexual, la represión de un sector social hacia otro, aunque aquí ya depende de quien la nomine. No se nombran y por lo tanto parecieran no existir aquellas formas de violencia dadas por el despojo de la subjetividad de los otros por abuso económico, religioso o pérdida de la fuente de trabajo.
Existe también una violencia radical, nombrada en el artículo como El Mal, cuyo modelo es el exterminio del otro o de grandes núcleos de seres humanos en lo social. Es una forma de violencia social. El mal puede ser caracterizado como el efecto de la acción de despojo o destitución del carácter humano de un otro considerado ajeno por medio de procedimientos humanos de deshumanización como pueden ser la tortura, el maltrato o el exterminio llevado hasta la aniquilación del otro sujeto. El Yo se escuda bajo convicciones, que contiene determinaciones políticas, económicas, nacionales y religiosas. Con lo cual el sujeto parece quedar relevado de la culpa, aunque afortunadamente no de la responsabilidad social por los actos crueles. Por lo que esta practica a su vez es resultado de y produce a la vez una perdida en la subjetividad del victimario. Estas proposiciones constituyen un marco que rodea al sujeto para no aceptar el mal que hay dentro suyo, son formas de pensamiento antipensamiento que sostienen al Yo, avalan la intolerancia a lo que el otro es. Se ubican entre el impulso a destruir y el efecto destructivo que al volver sobre el Yo lo atormentaría por la culpa y por el espectáculo del infierno que es capaz de crear y realizar. El paso siguiente es que la convicción autoriza al Yo a despojar de subjetividad, de su cualidad de persona a ese otro, de romper su cuerpo y penetrarlo y privarlo de sentido de ser otro ajeno.
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